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HÉCTOR ESTEBAN
Jueves, 26 de enero 2012, 02:17
Durante las seis semanas y tres días que ha durado el juicio, Francisco Camps y Ricardo Costa han tenido el apoyo de un grupo de incondicionales que ayer no faltaron a la cita a las puertas del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana para escuchar el veredicto. El respaldo de la familia, la de sangre, es fundamental. En este caso, la de la política también, aunque se han hecho muy evidentes estos días tanto las presencias como las ausencias.
Ayer se desbordó la emoción. Las exconselleras Belén Juste y Trini Miró se abrazaron como si les hubiera tocado la lotería; el diputado José Marí Olano derramó alguna lágrima e incluso se pudo ver a Rafael Blasco, Alfonso Rus y Juan Cotino juntos celebrando la noticia. «Era de justicia», señaló el presidente de Les Corts. Todos, uno por uno, pasaron a saludar y felicitar a Camps y Costa.
El alborozo de ayer noche tiene historia. El jolgorio, devoción y admiración que se vivió en su primera declaración en el TSJ en mayo de 2009 no tuvo nada que ver con el recibimiento que el lunes 12 de diciembre le dispensaron los pocos incondicionales que hicieron guardia junto a los muros del viejo palacio de justicia valenciano. En la acera de enfrente, los que chillaban contra Camps y Costa eran casi los mismos en número que los apoyos populares.
El primer día, el que hubo que elegir al jurado, en la puerta del TSJ esperaban a Camps el presidente de Les Corts, Juan Cotino; su vicepresidente, Alejandro Font de Mora, y un grupo de cargos como Trini Miró, Consuelo Císcar, Pablo Landecho, Henar Molinero, José Marí Olano y Esther Franco, que han sido habituales durante todas las jornadas que ha durado el juicio. Tanto de mañana como de tarde. Ayer, como no podía ser de otra manera, también asistieron los incondicionales que podrán decir aquello de: «Yo estuve allí».
Una de las imágenes fue la del presidente de Les Corts, Juan Cotino, rodeado de cachorros de Nuevas Generaciones del PP haciendo cola detrás de la valla para asistir como público a una sala que en muchas ocasiones ha estado semivacía. Órdenes del TSJ le invitaron a guardar turno como al resto de ciudadanos. Minutos antes hizo de chófer del expresidente en su BMW blanco en el primer día de juicio. Había bancos de sobra para llenar. En los primeros, los más próximos a los acusados, estaban reservados para la familia de sangre. En los de atrás, para la otra, la de carné, militancia y cargo público. Casi siempre los mismos. Camps llegó casi todas las mañanas a la sede del TSJ en el coche del que fuera su jefe de gabinete, Pablo Landecho. El expresidente lo hizo en más de una ocasión acompañado de sus hijos.
De entre los incondicionales, el premio a la fidelidad se lo podría llevar la exconsellera de Cultura Trini Miró, que no ha faltado casi nunca. Incluso era habitual verla enfilar la calle de la Paz desde la plaza de la Reina al Parterre una vez había terminado el pleno de Les Corts. un día lo hizo acompañada del diputado Antonio Peral.
La presencia de la directora del IVAM, Consuelo Císcar, no paso desapercibida. Su look es llamativo, no hay duda, pero el morbo lo despertó más lo político. Solía llegar acompañada por el arquitecto José María Lozano. La presencia de Císcar hacía prever la llegada de Rafael Blasco. El portavoz del PP en Les Corts, que ocupa el banco pegado al cogote del presidente de la Generalitat (primero Camps y ahora Fabra) no tardó mucho en tomar posiciones en la sala de vistas del TSJ. Su gesto, como siempre, acompañado de la misma frase entre la canallesca política y periodística: «Blasco no da puntadas sin hilo».
La bomba llegó el 21 de diciembre. Minutos después del pleno de Les Corts. Allí se presentó un trío de peso: la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; la de Alicante, Sonia Castedo, y el presidente de la Diputación, Alfonso Rus. Unas presencias que hicieron demasiado evidentes las ausencias. Los abrazos sentidos en el patio gótico de la Generalitat la tarde del 20 de julio no tuvieron su continuidad en el juicio. Fue como el tiempo, el calor veraniego ya se olvidó en un gélido diciembre. El banco azul no movió ficha, quién sabe si por temor o por órdenes estrictas.
En los últimos días del juicio otra sorpresa: Gerardo Camps. El exconseller fue a ver a sus compañeros. Hubo quien apuntó que más a Ricardo Costa que al expresidente. El caso es que se dejó ver al igual que otros exhonorables como Mario Flores y Belén Juste, que ya hacen carrera en Madrid. Entre la tropa, fueron asiduos diputados como Rafael Maluenda, María José García Herrero, Elena Bonet y la actual secretaria primera de Les Corts, Angélica Such. Otros como el director general Mateo Castellá y los concejales Miquel Domínguez y Ramón Isidro también se acercaron a la sala de vistas del TSJ. Al igual que la del bravo lateral izquierdo que tuvo el Valencia Amadeo Carboni, que guarda una buena amistad con el expresidente. El matiz deportivo lo completaron Rafael Blanquer y Niurka Montalvo
Ayer, cuando se supo que el veredicto era de no culpable fue mucha más gente la que se acercó a la sede del TSJ. Entre ellos, el torero Vicente Barrera y el presidente del Puerto, Rafael Aznar. Era día de fiesta para las dos familias, la personal y la política.
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