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PEDRO G. MOCHOLÍ
Viernes, 10 de febrero 2012, 11:07
En torno al arroz y a la gran pasión que desata en toda nuestra Comunitat, sin duda hay un hecho histórico que incide en este entusiasmo. Nos referimos a los siglos de ocupación árabe, cuando nos transmitieron buena parte de sus inquietudes, entre ellas la agricultura y todo lo que ello suponía.
Gran parte de las tierras que rodeaban L'Albufera valenciana acogieron un sinfín de campos de arroz, los cuales fueron los que catapultaron la extensión del cultivo y el consumo del mismo. Para que seamos conscientes de la superficie que ocupaban los arrozales, cuando Jaime I entró en la ciudad tuvo que emitir un edicto por el cual limitaba las zonas de plantación del arroz, pues estos llevaban a las puertas de la ciudad. Con esta medida prevenía a la ciudad de posibles brotes de malaria, que podían aparecer debido a las aguas estancadas.
Las localidades que rodeaban L'Albufera se convirtieron por su privilegiada situación geográfica en los primeros divulgadores de la gastronomía del arroz y de todo aquello que ésta podía suponer.
Sobre lo que antiguamente debieron de ser campos de arroz, es donde Rafa Soler Orient fijó sus ojos y encontró una antigua casona, llamada La Alquería del Brosquil. Rodeada en la actualidad de naranjos y a escasos metros de Pinedo, Rafa ha querido ofrecer en la carta de la alquería todo el tipismo que ha conocido en su familia, pues no olvidemos que La Genuina (Pinedo) también les pertenece.
Entradas surtidas y variadas, basadas en el sabor como sus albóndigas de bacalao, el esgarraet o la titaina, un plato muy de huerta valenciana donde aquí se guisa con acierto el tomate, el pimiento y la tonyina. Otra de las entradas que ha recuperado la cocina de La Alquería del Brosquil es la torta de blanquets. Un plato que recuerda a la gaditana tortilla de camarones, y que aquí se elabora con pescado que en el argot marinero de la zona se denomina 'tumbabarcos'.
Hacemos un poco de sitio para los caracoles, bien guisado y con una sugerente salsa que nos invita a hundir el pan y disfrutar.
Su oferta de arroces también es amplia, destacando los secos o las paellas. La paella valenciana destaca por la incorporación del pato, y el consabido aporte de sabor que este animal, -tan común en L'Albuferale aporta. Conseguido punto de arroz y generosidad en la verdura: alcachofa y tabella.
Otro arroz destacable y que no se encuentra en muchos establecimientos es el arroz a banda. Plato muy común en los ambientes marineros. En el primer servicio se nos ofrece el arroz, al que se le acompaña un potente all i oli, para una vez finalizado, servir los pescados que se han utilizado en la elaboración del caldo.
Pero la oferta de arroces no se detiene, y a ella podemos sumar la paella de verduras, del Senyoret, negro o al horno. También nos los ofrecen arroces melosos: con pato, con cangrejos y galeras, y del Senyoret con carabineros. Continuando con el tipismo de sus cocinas, no falta un sustancioso all i pebre. Y además de este guiso tan común y popular, su oferta se prolongo hacia platos tan marineros como el suquet de peix y marisco, la dorada a la sal, la parrillada de marisco y pescado, o el encebollado de gambas y huevos estrellados.
Y esa misma impronta la trasmite hacia los platos de carne, ofreciéndonos unos embutidos caseros acompañados de patatas a lo pobre. Las chuletas de cordero, el entrecot y el consabido solomillo.
Sus postres también nos hacen disfrutar, sobre todo la calabaza asada o los helados caseros que nos reconfortan de tan deliciosa comida.
En plena huerta, la alquería ofrece varios comedores y un patio interior donde la comida en los días soleados es un placer.
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