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JUAN CARLOS FERRIOL jcferriol@lasprovincias.es
Lunes, 20 de febrero 2012, 02:00
El congreso nacional del Partido Popular en Sevilla echó ayer el telón como estaba previsto. A su líder, Mariano Rajoy, le ha caído encima una tonelada de carisma. Los mismos que antes gastaban bromas con que si el gallego tenía fama de poco trabajador, ahora elogian sus discursos de tono moderado. Ganar las elecciones generales del 20-N, como ocurre en tantas ocasiones, sienta muy bien. Consolida mayorías y difumina críticas. Dolores de Cospedal pasa a ser, aún más, la gran referencia del partido. Un congreso de aplauso unánime, como rampa de lanzamiento para tratar de llegar en las mejores condiciones a las andaluzas y asturianas del 25 de marzo.
¿Y el PP valenciano? El partido que preside Alberto Fabra está a otra cosa. Y mira que la dirección nacional se ha empeñado este fin de semana en visibilizar su respaldo al presidente del partido. Sus nueve representantes en el comité ejecutivo nacional -ocho para quienes consideran que Vicente Martínez Pujalte perdió el carné el día que apareció en las listas electorales por Murcia- colman las expectativas de una delegación valenciana tan numerosa como fraccionada. Madrid apuesta por el nuevo presidente regional, y ha vuelto a enviar un mensaje claro a quienes creen, si todavía queda alguno, que no es el idóneo para asumir esa responsabilidad. Y hablar ahora de Madrid es hacerlo de la dirección nacional y de la presidencia del Gobierno. Palabras mayores.
Pero en el PP de la Comunitat las aguas bajan revueltas. Ayer, en la clausura del cónclave nacional, en el discurso de despedida de Mariano Rajoy, los 389 compromisarios de la Comunitat se quedaron reducidos a un número muy inferior -difícil de concretar porque al acto de ayer por la mañana era abierto al público-. Además de algunos cargos de la máxima confianza del propio Fabra, al presidente provincial del PP de Valencia, Alfonso Rus, no se le vio durante toda la jornada. Probablemente el presidente de la Diputación seguía de resaca del incidente que protagonizó el viernes por la noche, nada más aterrizar en la capital andaluza, en una cena con sus colaboradores -cuando sus comentarios sobre la secretaria general fueron escuchados por algunos delegados manchegos del PP, que de inmediato informaron a Dolores de Cospedal, primero, y a uno de sus más estrechos colaboradores, Juan Carlos Vera, después, de las 'gracietas' del presidente provincial de Valencia-. Ese hecho, y que ni él ni muchos de sus colaboradores no votaran la candidatura de Rajoy a la presidencia nacional del partido, como atestiguan algunas fuentes populares, sitúan al alcalde de Xàtiva en una situación más que complicada frente a la dirección nacional.
Sin consolidar
El malestar generado por Rus no hace más que acentuar una situación orgánica, la del PP de la Comunitat, que puede considerarse resuelta, pero en ningún caso consolidada. El presidente provincial, igual que la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, han expresado en determinados círculos sus discrepancias con la forma de gestionar y de dirigir el partido de Alberto Fabra. Que esas diferencias se hayan visualizado además en pleno congreso nacional en Sevilla es un hecho de la máxima gravedad. Porque la imagen que se transmite es la de que mientras la organización a nivel nacional pone todos sus esfuerzos en combatir la crisis económica, el PP valenciano se enreda con cuestiones menores -así las ve Madrid- relativas a cuotas de poder y de protagonismo que, en una situación económica como la actual, la ciudadanía no entiende. «Madrid tiene cosas mucho más importantes de las que ocuparse», explicó una fuente, «pero estas cosas no gustan y no se entienden».
El enredo en el PP valenciano lo vino a terminar de liar el sábado el alcalde de Paterna, Lorenzo Agustí. El dirigente popular no tiene peso orgánico. Pero aprovechar también el congreso nacional, qué casualidad, para anunciar a todo aquel que le quiso oír que pretende optar a la presidencia del partido -incluso aunque sólo sea una estrategia (difícil de entender) para tratar de alcanzar la secretaría general- contribuye a extender una imagen de permanente sobresalto que, más por la sensación que transmite que por el recorrido final que pueda tener, deja en un lugar muy delicado a la dirección regional. Porque en un partido que funciona, los candidatos sin apoyo o a la espera de cazar el respaldo de quienes no están a gusto con la dirección, no se presentan. Ni existen.
Sumar a este cocktail el plante de los diputados cercanos a Carlos Fabra, por la redacción definitiva del artículo de la ponencia de Estatutos que hace referencia a los casos de corrupción -el líder del PP de Castellón ya está a la espera de que le abran expediente disciplinario-, la presentación de enmiendas desde el propio partido en la Comunitat suavizando ese texto y la todavía irresoluta situación del expresidente Francisco Camps, componen un escenario anárquico que dibuja demasiadas incógnitas a tres meses escasos del congreso regional. Y que, sobre todo, transmite el mensaje de que el partido se ve obligado a atender sus discrepancias internas antes que a combatir la crisis.
¿Y Alberto Fabra qué opina? El entorno del presidente regional relativiza esta situación. Según las fuentes consultadas por este diario, atribuye muchos de estos movimientos a las presiones habituales en todos los partidos políticos cuando llegan procesos congresuales. Son momentos de tensión, se asegura. «Y en este caso, también de relevo generacional», se remarca. La dirección nacional ha hecho una apuesta clara por Alberto Fabra, la ha reiterado en este congreso, y sabrá qué hacer con quienes se salgan del guión.
La referencia al 'relevo generacional', asegura una fuente muy cercana al presidente del PPCV, no es anecdótica. Entre otros motivos, porque parece dirigida no sólo a establecer una línea entre quienes apoyan al presidente y han llegado con él a puestos de máxima responsabilidad y el resto, sino que también debe entenderse desde un punto de vista literal (con el mensaje que ello encierra para otros cargos del partido).
Estrategia incomprensible
Fabra no ha entendido, además, que algunos de sus barones eligieran el congreso nacional de Sevilla para hacer públicas sus discrepancias. Considera, señalan las mismas fuentes, que quienes así se han retratado no sólo lo hacen contra el líder del PPCV, sino que al mismo tiempo cuestionan el cónclave que ha ratificado como presidente nacional a Mariano Rajoy. Utilizar un congreso dedicado a ensalzar el liderazgo del presidente nacional de escaparate de discrepancias internas constituye un error político de la máxima magnitud.
En relación con la actitud de Alfonso Rus, las fuentes de la dirección del PP valenciano consultadas por este diario consideran que el presidente provincial «tendrá que reflexionar, y mucho», a la vista de lo ocurrido en este cónclave de Sevilla. Su paso por el congreso ha sido fugaz, y su protagonismo nulo, salvo por el incidente con Cospedal. Un bagaje escaso para quien no sólo ha hecho bandera de su discrepancia con Fabra, sino que además parece exhibirla para ponerla en valor en el próximo congreso provincial de Valencia.
El Palau de la Generalitat está convencido de que la única prioridad es la económica, y que nada debe distraer ni al partido ni a la institución de ese objetivo. Ni ambiciones personales, se apunta, ni peleas internas.
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