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CRISTIAN REINO
Viernes, 9 de marzo 2012, 01:29
Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña avaló ayer el modelo de inmersión lingüística, vigente desde hace 30 años. Por tanto, todo seguirá más o menos como hasta ahora en las escuelas públicas y concertadas de la comunidad. Es decir, el catalán continuará siendo la lengua vehicular en la enseñanza y el castellano se impartirá dos o tres horas a la semana, como el resto de las materias.
La resolución del alto tribunal catalán reconoce, no obstante, el derecho de tres familias que recurrieron al Supremo a que el castellano se emplee también como idioma para enseñar otras asignaturas de sus hijos. Aunque el fallo podría abrir la puerta a más recursos, esta excepción con el castellano ya está contemplada en las leyes educativas de Cataluña, según recordó ayer el president Artur Mas.
Es lo que el Departamento de Educación denomina atención individualizada en castellano y consiste en que el alumno disponga de los materiales educativos en español y el profesor se dirija a él en este idioma. Esta opción fue elegida por solo 500 familias al principio de este curso, sobre un total de más de un millón de alumnos.
El origen de la sentencia del Tribunal Superior conocida ayer se remonta a 2006, cuando tres familias reclamaron ante los tribunales que el castellano tuviera más peso en la educación de sus hijos, teniendo en cuenta que el catalán es el único idioma de transmisión de conocimientos en Cataluña, a diferencia del País Vasco, por ejemplo, donde conviven tres sistemas lingüísticos escolares.
Así, y amparándose en la sentencia del Constitucional sobre el Estatut, el Supremo dio la razón a las tres familias y afirmó que el castellano no debe estudiarse solo como una asignatura más, sino que tiene que ser lengua vehicular.
La Generalitat siempre interpretó que el fallo del Supremo se refería a los tres casos particulares, hasta que en 2011 el Tribunal Superior dictó un auto en el que le daba dos meses para poner en marcha cuantas medidas fueran precisas para adaptar el modelo de inmersión lingüística. El auto cayó como una bomba en la sociedad catalana, siempre muy sensible con todo lo que se refiere a la lengua. Ahora, en cambio, la justicia no cuestiona el modelo porque entiende que no es su labor juzgar el sistema y el que debe hacerlo es el Supremo.
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