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V. LLADRÓ
Jueves, 12 de abril 2012, 03:44
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) y la de consumidores y usuarios Avacu se han puesto de acuerdo para emprender actuaciones conjuntas contra la creciente proliferación de establecimientos que venden naranjas y otros productos hortofrutícolas en pésimas condiciones, lo que representa al mismo tiempo un fraude para los ciudadanos que los adquieren y un grave perjuicio para los productores, que ven así devaluado el fruto de su trabajo.
La primera acción de AVA y Avacu ha sido presentar una denuncia ante la dirección general de Comercio y Consumo de la Generalitat «por la venta al público de cítricos en mal estado y sin cumplir los requisitos de calidad mínimamente exigibles».
La denuncia se concreta en una serie de tiendas de la ciudad de Valencia en las que representantes de ambas organizaciones han adquirido en los últimos días naranjas y mandarinas que incumplen las normativas de calidad. Las deficiencias o irregularidades comprobadas consisten en la presencia de frutos podridos, mustios, sin zumo a consecuencia de las heladas o con plagas; errores en cuanto a la información de los datos obligados de variedad, calibre, categoría o procedencia; ausencia de etiquetado, etc.
Esta iniciativa se ha emprendido tras repetidas quejas, desde organizaciones agrarias y de consumidores, por las irregularidades que se están produciendo en la venta de frutas, especialmente en la de cítricos, y comprobarse una aparente permisividad por parte de las autoridades competentes.
Pese a la reiteración de las quejas y las continuas promesas oficiales de actuación, el panorama ha ido a peor en los últimos años, por lo que AVA y Avacu han decidido actuar directamente. Uno de los principales problemas estriba en la dispersión de las competencias entre las consellerias de Agricultura y de Economía, de la que depende Comercio y Consumo. Las divisiones competenciales también estriban en el punto en el que se supone que se ha cometido cada una de las irregularidades. O al menos ese ha sido el argumento que se ha esgrimido con frecuencia.
La realidad es que, en medio de una notable falta de controles e inspecciones oficiales en los puntos de venta, se han multiplicado en toda la Comunitat Valenciana (también en poblaciones productoras de naranjas) y en el resto de España los establecimientos que ofrecen cítricos deficientes y a precios reventados, lo que es otro factor que en ocasiones hace sospechar claramente de una procedencia dudosa.
Desde el punto de vista de los consumidores y agricultores se está produciendo una situación de fraude sistemático que perjudica a ambas partes. Al consumidor, que normalmente adolece de falta de información, porque se le dan, como si fueran buenos, frutos impresentables, y al productor, porque de esta manera se desprestigia (¡y en la capital de la naranja!) el producto y su imagen, lo que es el camino infalible para caer en la completa devaluación que sufre el sector.
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