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«Nos hemos dormido en la siesta de los triunfadores»

Trueba regresa al cine con 'Madrid 1987'. En ese año él cambió su máquina de escribir por el ordenador David Trueba Escritor y director

MIKEL LABASTIDA

Domingo, 22 de abril 2012, 02:10

David Trueba encierra en un baño a un veterano articulista (José Sacristán) y a una estudiante de Periodismo (María Valverde) en su nueva película, 'Madrid 1987', en la que plantea un enfrentamiento generacional. En Valencia se puede ver en los Babel.

-¿Qué hacía usted en 1987?

-Lo más importante es que acababa de empezar Periodismo. Era un tiempo de muchos cambios. Una cosa en la que no había reparado es que en ese año comenzaron los Goya. Y luego hay algo curioso que cuento en la película y es que en 1987 yo dejé de utilizar la máquina de escribir para usar el ordenador.

-Me sorprende que, pese a los múltiples cambios que se experimentaron entonces en España, el protagonista diga que es una época «en la que aunque maten al Papa todo sigue igual».

-En ese año, en que ya habíamos entrado en la OTAN y en la Unión Europea, uno tenía la sensación de que no podía pasar nada. Es decir, nos íbamos a convertir en mundo civilizado y ya estaba todo hecho.

-Qué equivocados, ¿no?

-Bueno, esa sensación ha durado 25 años. No está mal. Aunque creo que han sido malos en la medida en que nos relajamos y nos hemos dormido un poco en la siesta de los triunfadores.

-¿Se considera nostálgico?

-Qué va. Considero que vivimos mejor ahora que en cualquier tiempo pasado. Lo que pasa es que nunca puede parar la máquina de mejorar. En el momento en que te detienes a dormir la siesta te comen los tiburones.

-A mí me da cierta nostalgia observar el aire bohemio que rodea al protagonista de su película. Eso ya no existe, ¿no?

-No, imposible, hoy está todo más controlado y observado. Hemos perdido cierta libertad. El Gran Hermano ha funcionado, las cámaras que nos observan, dignas de una sociedad totalitaria, han cumplido su propósito. Vivimos en un mundo más hipócrita, en el que impera lo políticamente correcto.

-En 1987 no había reyes que pidiesen disculpas, por ejemplo.

-No, no era necesario. Solamente trascendía la información que ellos querían. Nos creíamos muy modernos pero en ese año, en 1987, en Inglaterra la monarquía ya era mucho más transparente. Aquí se ha tardado más y aún queda.

-El personaje que interpreta María Valverde en la película acude a pedir consejo al veterano articulista. ¿Le ha sucedido algo así?

-A veces sí se han puesto en contacto conmigo estudiantes de Periodismo cuando en la carrera les piden que hagan una entrevista a alguien conocido. En realidad no me siento lejano a ellos. Procuro no darles consejos pero sí les pido que no sean cínicos, que se mantengan fieles a sí mismos, que actúen tal cual son y no por cómo los ven.

-¿Observa mucha diferencia entre la juventud de 1987 y la actual?

-Los jóvenes de hoy en día son más desacomplejados y tienen menos valores jerárquicos, se sienten iguales a todos. Pero me parece que la juventud actual está menos preparada para la vida. Cuando yo era joven mis padres no sabían ni qué leía, ahora los padres están encima de todo y eso hace que sus hijos tarden más en hacerse responsables e independientes.

-Para muchos de esos jóvenes Sacristán será un desconocido.

-Ya me pasó cuando estrenamos '¿Qué fue de Jorge Sanz?' que muchos jóvenes no sabían quién era. Esas son las lecciones de humildad que da la vida. Incluso muchos actores jóvenes no conocen a Sacristán. Es una pena. No puedo entender que alguien llegue a los 20 años sin haber visto 'Bienvenido Mr. Marshall' o 'La vida por delante', pero en este país sucede. 'Cine de barrio' ayudaría mucho si, en lugar de emitir siempre las mismas películas, repasara las grandes películas de nuestro cine.

-Ya que nombra la serie '¿Qué fue de Jorge Sanz?'... ¿no habrá segunda temporada?

-No. Lo que me gustaría es rodar dos capítulos al año. Ir viendo la evolución. Incluso el día antes de morir Jorge y yo, en el hospital, rodar un último capítulo.

-Oído en su película: Los escritores intentan competir con Dios o con la Disney. Sitúese.

-Yo con los dos, es difícil no sentirse un poco Dios como escritor. Y mucho más como director de cine. Eso de paralizar una calle, decir quién y cómo pasa... Aunque yo procuro acercarme lo máximo a la realidad, no ser idílico, ni fantasioso.

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