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José Manuel Esteve, el conductor de la EMT que salvó a una pasajera. / Juanjo Monzó
«Puse el autobús a 80 y me salté todas las paradas»
Valencia

«Puse el autobús a 80 y me salté todas las paradas»

Un conductor de la EMT le salva la vida a una pasajera que estaba perdiendo sangre

FERNANDO MIÑANA

Viernes, 27 de abril 2012, 11:27

A José Manuel le tiembla la voz delante de los periodistas, intimidado por las cámaras ante las que nunca en su vida pensó que un día tendría ante él. Pero el pasado martes por la noche no le tembló el pulso cuando tuvo que poner la directa para salvar la vida de una pasajera que se desangraba dentro del autobús de la línea 64.

«Cuando subió y me pidió un billete yo veía que no respiraba bien, pero pagó y pasó hacia atrás», empieza a relatar José Manuel Esteve. Pero la mujer no estaba bien. Y a la altura de la Cruz Cubierta, en la calle San Vicente, una pasajera se acercó a su cabina y le pidió que si podía correr un poco, que una mujer tenía «una hemorragia muy grande» y estaba perdiendo «mucha sangre». El conductor, de 43 años de edad y dos y medio de experiencia al volante de los coches rojos, no se lo pensó dos veces: anunció que no iba a hacer más paradas y enfiló hacia La Fe.

El 64 dejó de ser un autobús de línea para convertirse en una bala roja. «Lo puse a 80 (km/h) y me salté todas las paradas», cuenta con cierto miedo antes de animarse y añadir: «Y también cayeron unos cuantos semáforos en rojo...». Todo estaba justificado. La pasajera que le iba informando le anunció que o se daba prisa «o no llegaba».

Y se dio mucha prisa. El coche iba a toda pastilla por su carril y cuando se encontraba con otro bus lo adelantaba. En una de esas dio «un giro brusco» y cerró al 18. José Manuel, buen compañero, lo buscó después y le pidió perdón. La carrera hacia La Fe prosiguió mientras un médico que iba en el autocar se ponía en contacto con el hospital para que estuvieran preparados. El doctor, habituado a trabajar en Urgencias, le felicitó cuando todo acabó por su decisión.

A Esteve hay momentos en los que le tiembla la voz. No está cómodo con el disfraz de 'superhéroe'. «Es que esto no es lo mío. No me ha ocurrido nunca; estoy soñando», se justifica. Y luego se quita méritos y los comparte con el resto de la profesión. «A mis compañeros también les han pasado cosas. Muchos han visto cómo le daba un infarto a un pasajero dentro del autobús». Y pide comprensión para un gremio muy poco popular. «La estampa del conductor no está muy bien vista, por menos de nada la gente te come, pero a todos nos pasa algo así. Seguro que ahora a otro compañero le está pasando algo. Esto sólo es una anécdota con final feliz».

O eso espera. En la cúpula de La Fe, pese a que desde EMT aseguran que les llamaron del hospital para decirles que el conductor le había salvado la vida a la mujer, nadie tiene constancia de este hecho. José Manuel Esteve confía en que la chica -«de unos 20 años y de color», describe- «esté bien».

El conductor, tan inseguro en su inesperada popularidad, mostró una gran determinación cuando pasadas las nueve de la noche del martes se encontró con una mujer desangrándose en la parte de atrás de su autobús. «No me puse nervioso. Me concentré en lo que tenía que hacer y ya está». A 80 km/h, con el destello de los cuatro intermitententes, saltándose las paradas y esquivando a sus compañeros, logró llevar a la mujer hasta La Fe.

«Me gustaría conocerla»

Cuando la dejó en la parada del hospital no hubo aplausos ni celebraciones. Comprobó que los asientos no estaban manchados, regresó al volante, metió la primera y siguió su ruta. Esteve continuó dentro del 64 hasta las once de la noche, cuando terminaba su turno. Como esa vuelta la hizo tan rápida, al final, cuando llegó a la última parada, antes de reemprender la marcha, le sobraron unos minutos para llamar a su esposa, una de las pocas personas que supo de la noticia hasta que ayer llamaron de La Fe a la EMT.

«Ni mi hija de 13 años lo sabe. Ni los compañeros. Bueno, uno sí. Y a ese le digo que tendría que haberle pasado a él, que hubiera estado mucho más suelto», bromea, algo más cómodo ya entre los periodistas. Y, aprovechando el altavoz de los medios, desliza un deseo. «La verdad es que sí que me gustaría conocer a la mujer y poder hablar con ella. Espero poder hacerlo».

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