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F. MIÑANA
Miércoles, 23 de mayo 2012, 14:03
Toda huelga que se precie debe tener dos cosas impepinables: una manifestación que le ponga el colofón y un baile de cifras sobre el seguimiento según se mire a través del cristal de la administración o del de los convocantes. La de ayer en el sector educativo lo tuvo todo.
La jornada de huelga culminó con una manifestación en contra de las medidas que afectarán a la enseñanza pública. La protesta cívica fue multitudinaria, aunque aquí también hubo, como es habitual, cifras muy dispares. Los organizadores de la manifestación hablaron de 60.000 personas recorriendo el centro de Valencia, mientras que la administración rebajó este cálculo a 10.000.
Pero hay cifras más objetivas que los números de unos y otros: un punto fijo y concreto, y un cronómetro. El resultado de esa combinación es hora y media, 90 minutos en los que hubo gente pasando por delante de ese lugar -la esquina donde se encuentra el edificio central del Banco de Valencia-. Allí, en ese nudo de varias calles, se colocó una chica en un pedestal para criticar los recortes haciendo mimo con dos tijeras.
Otro dato. La cabeza de la manifestación partió de la plaza de San Agustín a las seis de la tarde aproximadamente. Dos horas después todavía estaba la cola en la plaza del Ayuntamiento, muy cerca del inicio de un recorrido que continuó por la calle de las Barcas y concluyó en la plaza de América. De hecho, mientras el cierre de este hilo de manifestantes tomaba la curva donde empieza la calle Lauria, muchos iban ya en dirección contraria con las pancartas enrrolladas.
Fueron muchos los que salieron a la calle para protestar por los recortes en los presupuestos de educación, por el aumento de las ratio de alumnos por clase, por la reducción de la oferta pública de docentes y por el retroceso en las condiciones laborales. Jóvenes y adultos. Niños y ancianos. Estudiantes y maestros. Padres e hijos. Hubo de todo. Hasta representantes de otros colectivos, quienes, vestidos con batas verdes, pedían otra huelga ('Sanitat, vaga ja!'). Y oportunistas, como esos que montaron un tenderete en la plaza de San Agustín para vender productos de mercadotecnia republicanos y bebidas.
La mayoría acabó y se marchó a su casa. Otros, como algunos estudiantes y profesores de Enfermería y Podología, volvieron a su facultad para continuar su acampada. O como esos otros de Bellas Artes que van a colgar en vimeo unos vídeos explicando toda su labor como docentes.
Baile de cifras
El paro, que es el primero de la historia de España en todos los niveles de enseñanza, tuvo en la Comunitat Valenciana un seguimiento desigual -dependiendo de la etapa educativa- y muy dispar -según quién ofreciera los datos-.
Por partes. Empecemos por la enseñanza pública. La Conselleria de Educación cifró el seguimiento entre el profesorado en un 32,55% de media -43,4% en Infantil, 40,52% en Primaria, 28,89% en Secundaria y 5,33% en Régimen Especial-. Por su parte, los sindicatos convocantes -STEPV, FETE-UGT, CC OO, CSIF y ANPE- lo fijaron en un 65%, «con mayor seguimiento en Primaria y después en Secundaria, con una diferencia de cinco puntos», destacaron.
Con esta lectura, según la administración 18.802 docentes de un total de 57.764 no impartieron clase, sin embargo las organizaciones sindicales veían doble a través de su cristal pues contabilizaron a 37.546 docentes en huelga.
En la concertada, para Educación sólo hubo 1,04% de adhesiones -0,78% en Infantil, 0,96% en Primaria, 1,21% en Secundaria y 0% en Régimen Especial-. Una cifra que se dispara al 10% para los sindicatos. O lo que es lo mismo, 138 profesores en huelga frente a 1.321.
Pero si nos metemos en el terreno de la enseñanza universitaria entonces la disparidad ya se hace dueña y señora de los datos.
En la Universitat Politècnica de Valencia, las organizaciones sindicales destacaron la adhesión del 85% del PAS y del 90% del PDI, frente a l 13,3% y 8,85%, respectivamente, en que lo fijó la propia institución académica.
En el caso de la Universitat de València (UV), los sindicatos afirmaron que el 75% del personal de administración y servicios (PAS) y el 90% del personal docente y de investigación (PDI) la secundaron. Según la gerencia de la UV, fue de un 64% en el caso del PAS y de un 57% en el PDI. Aunque no disponían de datos de alumnado, aseguraron que el 90% de las clases no se habían impartido.
Tres cuartos de lo mismo sucedió con la Universitat Jaume I de Castellón. El cristal de los sindicatos vio al 43% del PAS de huelga y al 97% del PDI, mientras que fuentes universitarias lo dejaron en un 37,4% y un 66,62%.
Pero además, el paro tuvo un seguimiento por debajo de la media estatal -participaron todas las comunidades excepto Baleares, País Vasco y la Rioja-.
El Gobierno fijó el seguimiento en un 19%, lógicamente muy alejado de los datos que manejaban los sindicatos. Estos cifraron la adhesión del profesorado de la enseñanza pública en un 75% de media en todo el país. En el caso de la Comunitat, las cinco organizaciones sindicales convocantes estimaron en un 65% el seguimiento global, es decir, un 15,38% menos que en el resto de España.
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