Calatrava ve «incluso modestos» sus honorarios por las obras de la Ciudad de las Artes y las Ciencias

El arquitecto valenciano Santiago Calatrava salió ayer en defensa de la labor realizada por su estudio en el diseño y ejecución de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Y lo hizo para recordar que todas las decisiones sobre este complejo, desde el propio encargo inicial hasta el último de los detalles de construcción y el presupuesto asignado, fueron «tomadas única y exclusivamente por el cliente, Ciudad de las Artes y las Ciencias SA (CACSA) y la Sociedad de Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana (SPTCV) -dependientes de la administración autonómica-, para Valencia y Castellón respectivamente».

El estudio de Calatrava emitió un comunicado en relación con las críticas lanzadas por el grupo de EU en Les Corts respecto al coste de las obras de la Ciudad de las Ciencias -cifrado en 1.100 millones de euros, sin incluir equipamientos- y en relación con los honorarios percibidos por el arquitecto, que el diputado de EU Ignacio Blanco situó, tras revisar la documentación de Cacsa, en el 12,5% del coste total de la obra, unos 94 millones de euros.

En relación a estas últimas cantidades, el estudio del arquitecto señala que «están por debajo de los porcentajes medios para proyectos similares en otros países» y, además, considerando que facturaba como arquitecto y como ingeniero, «los importes son incluso modestos». El comunicado remarca además que las cuantías facturadas «incluyen el pago a trabajadores, autónomos y empresas de ingeniería, diseño, acústica, que complementan la labor del arquitecto realizando estudios, cálculos y diseños para completar el encargo del cliente en cada caso». Calatrava destaca que su equipo técnico estuvo compuesto «en un 95% por empresas y personas españolas». Y en otro apartado, pone el acento en que todos los importes facturados (no cuestiona los 94 millones desvelados por EU) «cumplen con rigor la normativa vigente en cuanto a obligaciones tributarias nacionales e internacionales» -en alusión al hecho de que su despacho tenga sede en Suiza, motivo por el que facturara sin IVA-.

El arquitecto valenciano relata cómo fue cambiando el proyecto de la Ciudad de las Ciencias desde que en 1991 se valorara en 300 millones, hasta que en 1996 se modificara y ampliara con nuevas obras y edificios «que son construcciones no contempladas inicialmente y que suponen un coste adicional de 800 millones de euros».

Sobre el Ágora, el comunicado remarca que se ha construido un 95% del total, y que tan sólo queda pendiente la cubierta móvil. «El edificio no está acabado por causas que sólo son atribuibles a Cacsa, quien a comienzos de 2012 comunicó oficialmente su intención de acometer las actuaciones necesarias para el correcto uso del edificio y de su urbanización a excepción de los trabajos de la cubierta móvil», precisa.

Sobre las Torres de Calatrava, el arquitecto recuerda que en 2005 recibió el encargo de diseñar el anteproyecto y el proyecto básico de esta obra, «que hasta la fecha no se ha construido por decisión del cliente». Por la realización del proyecto completo, precisa, «percibió aproximadamente el 60% del 7,5% del coste real y total de la obra, de acuerdo con el porcentaje habitual para proyectos similares». Esa cifra se ha estimado en unos 15 millones de euros.

En relación con L'Assut d'Or, se subraya que el Ayuntamiento necesitaba y tenía presupuestado un puente «que quedó integrado en la solución final de la propuesta» del arquitecto, «de cuyo coste sufragó aproximadamente la mitad (34 millones de euros)».

El grupo de EU en Les Corts valoró ayer el comunicado del arquitecto valenciano. Y lo hizo para darle la «razón» por achacar a Generalitat y Ayuntamiento los problemas surgidos en sus obras en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. «La principal responsabilidad del derroche de dinero público es del PP», señaló el diputado Ignacio Blanco. El parlamentario recordó que su grupo no cuestiona la faceta artística del trabajo del arquitecto, sino «a los políticos que alentaron un delirio megalómano que ha costado a más de 1.100 millones de euros».