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JULIÁN LARRAZ ,
Sábado, 30 de junio 2012, 03:27
El Palacio de Congresos de Valencia vivió ayer dos actos paralelos. Bankia, con su presidente José Ignacio Goirigolzarri a la cabeza, superó con éxito la junta general de accionistas. Mientras tanto, centenares de afectados por la conversión en acciones de subordinadas o preferentes (la mayoría valencianos) parecían acudir a una especie de asamblea en las que tuvieron voz, no recibieron eco y su voto resultó inútil.
Estafa fue la palabra más repetida en una junta que se alargó durante seis horas y 23 minutos. La primera hora se empleó para la formalización de la junta y el discurso del presidente. Durante casi la totalidad del tiempo restante los accionistas tuvieron su oportunidad mientras que Goirigolzarri les contestó durante 26 minutos.
De las 102 intervenciones solicitadas se efectuaron cerca de ochenta. «Estoy aquí sin comerlo ni beberlo. Hagan lo que sea para devolvernos nuestro dinero», dijo una de las primeras accionistas que tuvo el turno de palabra. El perfil más repetido en la junta general de accionistas fue el de un cliente de la caja de ahorros de Valencia, después Bancaja y ahora Bankia, cuyos ahorros (entre 30.000 y 72.000 dijeron la mayoría) pasó de estar en un plazo fijo a convertirse en obligaciones subordinadas o participaciones preferentes. Ahora, parte de ese dinero se ha perdido. El resto está en acciones de Bankia cuya venta implica no poder rescatar parte del dinero que se creyó seguro. El segundo perfil más repetido fue el del hijo o hija que empezaba diciendo: «Mi madre/padre ha sido estafada/o...»
Excepto algunas intervenciones con sesgo político o sindical, los que tomaron la palabra en la junta se debatieron sobre si eran o no accionistas. La mayoría se siente inversor en Bolsa por obligación, cuestión que ayer se repitió con más fuerza, ya que Goirigolzarri, como es habitual en las juntas generales de los bancos, se refirió a los asistentes como inversores, accionistas o propietarios.
El presidente de BFA y de Bankia empezó su discurso con un guiño hacia la ciudad donde estaba. «Tiene un gran significado que celebremos este importante acto en Valencia. Y ello no sólo porque en Valencia está nuestra sede social sino porque además la Comunitat Valenciana es clave para el futuro».
El segundo gesto hacia el público asistente llegó al final del discurso. «Soy consciente también de las pérdidas de valor que ustedes han tenido en sus inversiones en Banlia en los últimos meses las cuales lamento profundamente». Los accionistas le contestaron con gritos de «¡fuera, fuera!» y con pitos.
«Pido perdón»
Sin embargo, sí que hubo un pequeño reconocimiento de culpa. Llegó desde un director de una oficina de Caja Madrid en Barcelona que afirmó : «Pido perdón a mis clientes por haberles vendido acciones». Fue ovacionado. Continuó explicando que él sólo cumplió las órdenes que recibió con una información que ahora ha resultado «fraudulenta». Puntualizó su crítica en Blesa (presidente anterior a Rato en Caja Madrid), sobre el que dijo que en 2007 no supo ver la crisis y planificó un fuerte crecimiento para los próximos cuatro años.
El testimonio más desolador llegó por parte de una mujer que dijo: «Quiero mi dinero, mi dinero. ¿Entendéis? Me voy a ir de Bancaja y entonces quiero mi dinero, mi dinero ya, no quiero acciones, no quiero nada más que mi dinero». No se le contestó y acabado el turno de preguntas se subió a la mesa presidencial para pedir «mi dinero». Fue desalojada sin respuesta. Fuera del auditorio siguió: «Quiero mi dinero, mi dinero».
Pese a las numerosas intervenciones en esta línea, Goirigolzarri no contestó a los acciones y se limitó a decir que las siete cajas que conforman Bankia realizaron emisiones «con tipos de interés que oscilan entre el 1,5 % y el 7 %». Después, añadió: «Es cierto que el canje que se efectuó en marzo tuvo características muy similares a las mejores ofertas que realizaron nuestros competidores, pero también es cierto que la evolución de la bolsa ha dejado pérdidas». Apuntó también que «prioriza» una solución, pero que tiene «un grado de libertad limitado».
¿Aprobado?
La prueba de la desconexión entre los afectados por las preferentes y subordinadas y la cúpula de Bankia se puso especialmente de manifiesto cuando se realizó la votación de los puntos del orden del día de la junta general de accionistas. El secretario Manuel Crespo era el encargado de leer cada una de las propuestas para que el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, preguntara a los accionistas: ¿Aprobado?
La respuesta de la sala principal fue en cada punto un estruendoso «no» aunque inmediatamente Goirigolzarri contestaba: «Aprobado». El motivo de esta aparente incoherencia es que es que en la junta estuvo presente el 58,9% de las acciones mientras que la cúpula controla como mínimo el 45% (más los títulos delegados). De este modo, el voto de Goirigolzarri suponía ya la mayoría al suponer el 75% del quórum presente en la junta. Pese a la legalidad de este procedimiento, los accionistas afectados por las preferentes comentaban: «Esto es un circo, juegan con nosotros».
El resultado de la votación fue la aprobación de todos los puntos del orden del día con la excepción del 1.3 sobre la gestión del anterior consejo durante el año 2011 y el punto 10, que pedía reducir el plazo mínimo para convocar una junta de accionistas ya que este tipo de modificaciones requiere la presencia de dos tercios del accionariado.
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