Viajar: Una puerta abierta para adquirir sabiduría

Según he leído en muchas ocasiones, uno de los mejores remedios para combatir la ignorancia y la xenofobia es tener la capacidad de abrir la mente, y para ello una de las mejores formas es viajar y conocer otras culturas, otros mundos, pues al hacerlo nos damos cuenta de que no somos únicos y que no todo lo desconocido tiene que ser peligroso para nuestros propios intereses personales.

Si lo hacemos descubriremos que la diversidad, lejos de ser peligrosa, nos enriquece como personas pues le damos la oportunidad a nuestro propio interior de disfrutar de nuevas sensaciones que estimulen nuestra alma, a la vez que tenderemos lazos de concordia con otros pueblos viendo cómo y de qué forma ellos afrontan de una forma diferente a la nuestra esa difícil tarea de sobrevivir a un mundo lleno de contradicciones.

Entenderemos entonces que no hay una única verdad, y que la convivencia entre las personas, siempre que esa convivencia esté basada en los derechos humanos, no consiste en imponer las creencias y costumbres del más fuerte, sino en tender lazos de unión en beneficio de todos intentando no lastrar la particularidad de las minorías.

Sí, viajar es mucho más que aprender geografía, pues como decía en uno de mis artículos, viajar es como volar sin ataduras abriéndote al mundo y a sus gentes, ya que descubres sus secretos sin guardar, sus costumbres y su forma de vida a plena luz del día y sin apariencias, mostrándote cómo son y evitando así intermediarios malintencionados que te cuentan la realidad según su conveniencia.

Así es, cuando tengan ocasión, viajen y descubran el mundo y la cultura de otras gentes, pues ello les enriquecerá como jamás hubiesen imaginado.