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C. GIMENO
Viernes, 17 de agosto 2012, 02:17
Las altas montañas y las grandes explanadas de la Valldigna atraen a decenas de amantes del paramotor de diferentes ciudades de toda la provincia Valenciana. Se trata de una modalidad de parapente en la que los usuarios han hecho suya la costumbre de volar desde el término municipal de Tavernes. A primera hora de la mañana, y especialmente los fines de semana, estos enamorados de la sensación de volar comienzan a prepararse para pasar unas horas muy cerca de las nubes.
Se reúnen en las parcelas sin edificar que hay en el polígono del Golfo de Tavernes, a poco menos de un kilómetro de la costa vallera. Allí miden la fuerza y dirección del viento. Después comienzan a preparar su parapente y el triciclo con motor que les valdrá para volar. Ellos confiesan que esta zona de la Valldigna es privilegiada para el vuelo por las vistas que ofrece junto al mar. Además, este grupo está intercomunicado para compartir información sobre la atmósfera. Mientras uno vuela va comentando cómo están las rachas de viento y la situación meteorológica.
Un gran ventilador a motor hincha el paracaídas y propulsa el artilugio para comenzar a tomar altura tras recorrer unos pocos metros por el descampado. El momento más crítico es el despegue y el aterrizaje. Antes de despegar, el paracaídas debe estar completamente estirado y sin que ninguna cuerda esté enredada. La ventaja de esta modalidad es que para despegar se necesitan muy pocos metros y el equipo es un simple paracaídas, el ventilador, el motor y una estructura con pequeñas ruedas.
Pocos requisitos
Para disfrutar del paramotor no hacen falta muchos requisitos. Además de contar con el equipo, se necesita completar un sencillo curso que ofrecer la Federación de Deportes Aéreos de la Comunitat Valenciana. Con unas pocas prácticas, en escasos días, ya se puede estar surcando el cielo. «En invierno nos gusta mucho venir a Tavernes. En verano, como hay mucha gente combinamos estar aquí con la zona del embalse de Bellús», comentaba uno de los practicantes del paramotor. Así de sencillo, vieron que en la Valldigna había bellos parajes, hermosas vistas y un polígono que cumplía los requisitos para preparar el paramotor.
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