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L. N. C.
Sábado, 29 de septiembre 2012, 03:21
La 'vuelta al cole' de las tascas de Castellón ha supuesto también el regreso de la polémica. Y es que ni siquiera los toldos antirruido colocados por los propietarios de los locales que conforman esta emblemática zona de ocio han logrado silenciar las quejas de la asociación vecinal Castelló Sense Soroll.
La organización, que desde hace años lidera una intensa batalla legal y mediática con las tascas, ha denunciado «nuevos incumplimientos» de la legislación en materia de ruidos, llegando a poner en duda el efecto amortiguador de los citados toldos fonoabsorventes.
Además, acusan al Ayuntamiento de la capital de la Plana de no velar por la correcta aplicación de las medidas correctoras adoptadas tras la declaración de la zona como Acústicamente Saturada (ZAS) e instan al equipo de gobierno «a llevar a cabo el control de los niveles de ruido» mediante la instalación de un monitor fijo que permita hacer un seguimiento continuo en las calles Isaac Peral y Barracas.
Por su parte, desde el consistorio niegan todas las acusaciones, alegando que «se está cumpliendo con la legalidad vigente». «Nuestro objetivo es y ha sido siempre el de conciliar el ocio con el descanso de los vecinos», señaló al respecto el edil de Sostenibilidad, el popular Gonzalo Romero, quien recordó que entre las medidas que se han llevado a cabo y que se contemplan en esta declaración de zona ZAS figura la instalación de toldos, pero también el control de los horarios de cierre y apertura de los bares y de los trabajos de limpieza.
Sin embargo, parece que lo de las tascas es el cuento de nunca acabar. La cantinela que no cesa. Y es que los enfrentamientos entre los miembros de Castelló Sense Soroll con los propietarios de los locales y el ayuntamiento son continuos. Enfrentamientos que ni siquiera han podido ser resueltos por orden judicial. Al contrario, cada sentencia relativa a este espacio agudiza más y más la polémica y las tensiones entre las partes.
De hecho, sin ir más lejos, la pasada temporada de las tascas estuvo fuertemente marcada por el fallo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJV) que anulaba por segunda vez el artículo de la ordenanza municipal que permitía beber alcohol en las calles Isaac Peral y Barracas.
Durante varios meses, y mientras el consistorio sacaba adelante una modificación del texto para eludir el veto, los locales tuvieron que conformarse con sacar bebidas en vaso de plástico, lo que dicen repercutió «de forma considerable» en sus ingresos. También se avanzó en la colocación de los toldos antirruido y de unos veladores a modo de terrazas para poder sacar recipientes de cristal sin incurrir en ningún tipo de infracción.
Aún así, las quejas de Castelló Sense Soroll continuaron. «Se sigue bebiendo como si tal cosa», advirtieron. Y es que entonces, igual que ahora, el fin de esta batalla entre vecinos y hosteleros se vislumbra de lo más lejano.
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