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CARMEN VELASCO
Sábado, 29 de septiembre 2012, 03:17
Cuando se abre un libro nunca sabes al 100% cómo te va a sorprender la historia, ni tan siquiera cuando conoces de oídas el argumento. En 'Eloísa y Napoleón' la capacidad de admiración se multiplica al ojearlo: algunas páginas parecen de cómics (con muchas viñetas) y otras de cuento infantil (con ilustración a doble página). Sin embargo, el texto adquiere cierto cariz lírico aunque su comprensión visual es asequible a lectores de cualquier edad.
'Eloísa y Napoleón' (editorial Dibbuks) es un tebeo muy singular. Ilustrado por Francisco Ruizge (Callosa de Segura, 1968) y con guión de Cristina Florido (Valencia, 1971) narra una historia de amor entre dos personas diferentes: un hombre muy muy pequeño, que siempre mira hacia el suelo, y una mujer muy muy alta, que mantiene su cabeza por encima del resto. El deseo de amar y ser amado junto a ciertas dosis de magia y un poco de azar logran que Napoleón y Eloísa sientan «un festín de sensaciones» e incluso que a la protagonista se le salga el «corazón del pecho».
El libro está «hecho desde el cariño», explicó Ruizge, un ilustrador que puntualmente se ha pasado del cómic de aventuras a una novela gráfica más intimista. A juicio de uno de los autores, 'Eloísa y Napoleón' «habla de que las apariencias no importan para desarrollarse como persona y en el amor no importa cómo se sea sino lo que se siente». Las páginas de la publicación destilan delicadeza al narrar que cualquiera puede convertirse en ese prestidigitador o alquimista que fabrique la dosis de fantasía necesarias para afrontar el día a día.
El escenario de la narración evoca al mercado de las flores de París, donde coinciden los protagonistas. Desde el primer momento que Napoleón descubre a Eloísa, cada día acude en su búsqueda al mismo lugar para tratar de toparse de nuevo con ella e incluso logra regentar uno de los puestos. Serán las gerberas las que atraigan hasta él a su deseada Eloísa.
Ruizge no tiene dudas: «Es un libro para todos los públicos. Parece un cuento infantil por las imágenes, aunque el texto revista cierta complejidad».
Esta novela gráfica resume, además de talento con la palabra y el dibujo, un par de años de trabajo. No fue fácil para el ilustrador hallar el trazo adecuado al texto de Cristina Florido. Un relato que coquetea con la poesía exige un estilo ligero, diáfano y sin adornos. Encontrarlo fue cuestión de meses para el dibujante alicantino, que se alejó del «dibujo seco y realista para buscar unas líneas más líricas». Es cierto que un ilustrador se define por su estilo, pero a Ruizge no le importó indagar en otras líneas para «contar en imágenes un relato» trufado de magia y cotidianidad.
Ruizge, que considera que tanto el cómic como la novela son «dos caminos que persiguen un mismo fin: llegar al lector a través de pensamientos y sensaciones», ha publicado principalmente en el país galo. Los vecinos del norte fueron los primeros en publicar la serie 'Luxley', que también se comercializa en España. «Cuando quieres hacer un buen trabajo hay que ir donde está la industria más potente, y en el cómic está en Francia, donde se brindan más oportunidades, están los mejores profesionales y se gestan los proyectos más interesantes. Una vez publicas allí, el trabajo rebota a otros países».
El libro estará a la venta a partir del 18 de octubre. Se ha editado simultáneamente en Francia y en España por editoriales distintas.
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