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F. R.
Sábado, 29 de diciembre 2012, 02:29
El comité de empresa de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana aceptó a última hora la propuesta definitiva realizada por la dirección de la empresa: una bajada de sueldo de la plantilla de un 10% para que se salvaran del ERE 140 trabajadores. La propuesta inicial era acometer 450 despidos.
Serán 310 empleados los que salgan de la compañía ferroviaria, pero de estos, 236 serán jubilados y prejubilados. Todos aquellos operarios con 57 o más años de edad dejarán FGV y podrán cobrar el 80% de su sueldo.
El problema para finiquitar el acuerdo anoche estribó en las 74 personas que serán despidos puros y duros. Como FGV ofreció un incentivo de 4.800 euros adicionales a todo aquel que se acoja al ERE, todavía se desconoce cuántos trabajadores optarán por aceptar esa oferta. La discusión, pues, se centraba a última hora en determinar garantías para que no se echara a la calle a quienes accedieron a FGV por oposición, por ejemplo.
La última jornada hábil para pactar el ERE resultó maratoniana. Hubo doble sesión de reuniones en una lucha de estrategia en el que la dirección perseguía alcanzar un ahorro de 22 millones de euros en el gasto de plantilla y el objetivo del comité de empresa era que no hubiera despidos, sólo jubilaciones y prejubilaciones. Si acaso aceptaría bajas voluntarias.
Si por la mañana la pelota estaba en el tejado del comité de empresa, por la tarde los sindicatos tomaron el balón y lo situaron justo en el punto que querían: a la dirección le iba a costar rechazar su propuesta. Los rectores de FGV habían puesto sus últimas cartas sobre la mesa el jueves por la noche -fue lo que se aceptó finalmente ayer-. La propuesta iba condicionada con una rebaja de un 10% del salario de la plantilla. O se aceptaba o volverían a la propuesta inicial: 450 despidos.
Y La contrapropuesta del comité de empresa fue contundente: la rebaja del salario no sería del 10%, sino del 12,5% y no habría ni un despido, solamente las 236 jubilaciones y prejubilaciones bajo las condiciones ofrecidas por la dirección de FGV en su propuesta definitiva.
Con esta iniciativa prácticamente se conseguía el objetivo de ahorrar 22 millones anuales en el coste de la plantilla y, además, la dirección tendría las manos libres para reorganizar los puestos de trabajo sin que eso les supusiera un gravamen. Pero la cúpula de FGV devolvió el balón al tejado del comité de empresa que al final dio su brazo a torcer, aunque exigió numerosas garantías.
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