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PACO MORENO ,
Domingo, 13 de enero 2013, 02:50
«Cobro 55 euros a la semana y cuando pago los gastos, con el resto compro comida para perros y gatos». Al igual que Amparo Penadés, vecina de la calle Sanchis Bergón, el perfil de las 200 personas que acudieron ayer por la mañana al viejo cauce era de compromiso y entrega hacia los animales.
La protectora Modepran había convocado una marcha de protesta para reclamar penas más duras contra los maltratadores de animales. El caso del perro 'Tidus', torturado y quemado en un solar de Benimàmet, fue el detonante de la manifestación, primera de una serie en los próximos meses.
Así lo anunció la portavoz de la entidad, Amparo Requena, quien habló a los participantes al final del recorrido iniciado junto a las torres de Serranos. El buen tiempo llevó a muchas personas con sus mascotas, en una marcha cerrada por un coche de la Policía Local.
La reivindicación es clara y pasa porque se endurezcan las penas contra los maltratadores y que la Administración se tome en serio este problema. «Son conductas propias de psicópatas, de personas que acaban quemando a un mendigo como se ha visto en ocasiones».
La Ley de Protección Animal prevé una sanción máxima de 18.000 euros, aunque otra cosa es lo que ocurre con el Código Penal. Requena indicó que la tortura a los animales «se puede reconducir a un delito penado de tres meses a un año, aunque lo normal es que se aplique la mínima».
Inés, participante en la protesta y voluntaria para el cuidado de una colonia callejera de gatos, aseguró que una de las soluciones pasa por un mayor control del microchip que deben llevar los perros. «Bajaría el número de abandonos, seguro. Los policías deben llevar la máquina para detectar el chip, aunque esto no ocurre en muchos casos».
«Que le hagan algo así a un perro no es normal». Teresa Herrera acudió a la manifestación con su perra 'Wendy', protegida del frío con una pequeña prenda de lana. La joven se mostró preocupada por las peleas de perros, ilegales y que en ocasiones acaban con la muerte del animal. Destacó especialmente el «entrenamiento» al que se somete a estos canes azuzándoles otros más pequeños, carne de cañón para que le cojan gusto a la sangre. «En internet se pueden ver cosas de este tipo y es horrible».
Carmen cuida una colonia de gatos en el barrio del Carmen. Tiene a su cargo unos 80 animales y en su casa tres más. «He tenido más de 20 aunque ahora ya no cojo tantos porque me hago mayor». Ese es uno de los problemas de las voluntarias. «Falta renovación», apostilla Inés.
La primera tiene varias mascotas enterradas en un cementerio para animales en Monserrat y recuerda con cariño un gato recogido con heridas de tortura en la barriga y la boca. «Estaba lleno de cortes y Vicente, mi marido, lo curó y pudo sobrevivir».
Ahora vive sola porque su compañero falleció, aunque dice con una sonrisa que el felino, 'Tirso' de nombre, suele estar en la parte de la habitación donde se encontraba la cama de su marido. «Lo echa de menos y estuvo un tiempo con depresión».
Llega a la protesta acompañada por su amiga Carmen, vecina del barrio de Marxalenes. También es voluntaria en una colonia de gatos. «Vengo a apoyar que haya penas más duras» y recuerda que también hay vecinos muy incívicos que carecen de cualquier tipo de consideración hacia esta labor. «Empecé a acompañar a Carmen porque le tiraron una botella de vidrio desde una finca». En la ciudad hay alrededor de 200 colonias, aunque Inés sostuvo que en el último reparto se dieron unos 500 carnés.
Pagos del ayuntamiento
Modepran, la convocante de la protesta, se encarga de la gestión del refugio municipal. Con una asignación anual de 420.000 euros, el retraso en los pagos del consistorio la ha puesto en una situación muy complicada, como publicó ayer este periódico.
Un portavoz de la concejalía de Sanidad aseguró que la demora en las transferencias de dinero es de 90 días y que se trabaja «estrechamente» con la entidad para ayudarle a resolver sus problemas de financiación. «El ayuntamiento es el primer interesado en que todo funcione bien porque los beneficiados deben ser los animales». En el refugio viven medio millar de perros y gatos y la asociación ha tenido que prescindir de seis trabajadores por la falta de fondos.
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