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LOLA TORRENT
Domingo, 3 de febrero 2013, 12:33
En la pequeña pedanía ilicitana de Torrellano, los aviones sobrevuelan a diario un chalet lleno de niños. Se han acostumbrado a verlos despegar sin ruido desde los ventanales. Sólo cuando corretean fuera de la casa los oyen levantar el vuelo. No lo parece, pero es un colegio. Se llama 'El Jardí dels Somnis' y forma parte de la red de escuelas libres que existen en España. La llamada educación libre es un sistema pedagógico que se aparta completamente del sistema convencional y, cuando los niños cumplen seis años, también de la legalidad vigente. Consideran, y así se refleja en su ideario, que la educación formal ofrece espacios de adiestramiento y represión emocional que se alejan mucho del respeto a los ritmos y a las necesidades exploratorias de los menores. En los colegios reglados, aseguran, se aprende el conformismo, la sumisión y la competitividad, se anula su creatividad y convierten a los niños en meros receptores pasivos de conocimientos.
«Aquí respetamos el ritmo de cada niño. El aprendizaje nace de su interés y nosotros nos amoldamos por completo a sus necesidades porque confiamos plenamente en su capacidad innata para aprender», afirma Cristina Cano, profesora de 'El Jardí dels Somnis', aunque en realidad en estas escuelas no se consideran profesores sino 'acompañantes'. «Somos acompañantes porque partimos de una relación entre iguales. No estamos por encima de los niños como un profesor convencional, sino a su mismo nivel», explica.
El horario escolar es similar al de un colegio reglado. Entran a las nueve de la mañana y salen a las cuatro de la tarde, aunque se admite cierta flexibilidad en la hora de llegada siempre que no acudan más tarde de las once. A los niños no se les separa por grupos de edad, sino que todos comparten a la vez los espacios. En este sentido, el concepto es similar al que siguen las escuelas unitarias en las zonas rurales. Tampoco hay un horario fijo para las asignaturas, sino que la escuela cuenta con diferentes aulas temáticas y son los niños los que en todo momento eligen dónde ir y qué hacer. Hay salas de lectura, de arte, de dibujo y letras, de matemáticas, de ciencias, de psicomotricidad y una sala de descanso con colchones y un proyector de estrellas donde los escolares acuden siempre que lo necesitan para dormir un rato, relajarse o, simplemente, porque quieren estar solos.
Los tres pilares sobre los que se basan estas escuelas son la libertad, el afecto y la confianza. «Damos más importancia a lo afectivo que a lo cognitivo porque, si los niños se sienten amados, aceptados, los conocimientos vienen detrás. Ellos tienen de manera natural un interés por el aprendizaje y aprenden en el momento en que lo necesitan. Los adultos no marcamos sus ritmos, sólo les acompañamos porque confiamos completamente en su potencial», explica Cristina Cano. No hay notas. No hay premios, y tampoco castigos. «Aquí también aceptamos que estén enfadados o tristes y cuando tienen rabietas no los etiquetamos, ni les juzgamos. Necesitan sus momentos de descarga emocional, y lo respetamos», afirma.
No obstante, esta libertad de actuación de los niños no se traduce en una ausencia completa de límites. Las normas que rigen la convivencia del centro escolar se deciden en asamblea. Entre todos se consensúan, se escriben en un papel, se firman y, a partir de ese momento, se llevan a la práctica. «Nadie riñe a nadie. Si alguien no respeta lo acordado se le recuerda, pero siempre desde el cariño. Somos totalmente contrarios al autoritarismo», señala. Y el sistema, aseguran, funciona. Según Cristina Cano, al final del proceso educativo salen tan preparados como los estudiantes de los colegios convencionales, pero con dos recursos añadidos: una capacidad inusual para la resolución de conflictos, y una gran habilidad intelectual para aplicar la creatividad a cualquier aspecto de la vida diaria.
Vacío legal
En la escuela libre de Torrellano pueden matricularse niños desde los 3 años y hasta los 18. La asociación de padres y madres que ha puesto en marcha este proyecto educativo es plenamente consciente de que a partir de los seis años los menores se encuentran en una situación de ilegalidad porque la legislación actual no da cobertura a este tipo de enseñanza. «En realidad lo que se da es un vacío legal porque la propia Constitución española reconoce a los padres el derecho a elegir la educación de sus hijos», explica Cristina Cano. En cualquier caso, tampoco les preocupa en exceso. «No creemos que nadie tenga que regularnos porque entendemos que no lo necesitamos. Pensamos que el Estado no tiene por qué regular nada en lo que se refiere a la educación de nuestros hijos», asevera.
No obstante, quienes eligen esta opción pedagógica pueden integrarse en el sistema educativo convencional en cualquier momento si llegado el caso así lo deciden. Hasta los 16 años, explica Cano, el ingreso en un colegio o instituto público debe ser automático porque estarían dentro del tramo de edad de escolarización obligatoria. A partir de los 18 años, si el estudiante quiere cursar estudios universitarios, las familias suelen optar por buscar un reconocimiento legal matriculando a sus hijos en escuelas a distancia de Estados Unidos como paso previo para poder presentarse a la Selectividad. Esta opción es la elegida también por aquellos padres que deciden no llevar a sus hijos a ningún colegio porque prefieren enseñarlos en casa. Hoy por hoy, sigue siendo un tema controvertido y no resuelto en el plano legal.
En la actualidad hay matriculados en 'El Jardí dels Somnis' doce niños de entre tres y diez años de edad, aunque el centro tiene capacidad para 22. La escuela abrió sus puertas el pasado curso escolar 2011/2012 y cuenta con tres acompañantes. Dispone de servicio de comedor, aunque la comida la cocinan por turnos los padres y madres que forman parte de la asociación. El menú es vegetariano, porque todos los son.
Además de la escuela libre de Torrellano, en la provincia de Alicante existen tres más radicadas en Orba, Alcoi, y Sant Joan. No puede decirse que se trate de casos aislados. La llamada educación libre cuenta con centros en toda España. La mayor parte de ellos se encuentran en Cataluña, ya que los orígenes de tan particular sistema educativo los hallamos a comienzos del siglo XX en las llamadas 'escuelas modernas' ligadas al anarquismo y auspiciadas por el librepensador catalán Francesc Ferrer i Guàrdia.
Según la Xarxa d'Educació Lliure (XELL), en España hay contabilizadas en torno a medio centenar de escuelas libres. De ellas, casi la mitad funcionan en Cataluña y el resto tienen presencia en la Comunidad Valenciana, las Baleares, Murcia, Madrid, Extremadura, Navarra o Galicia.
Cristina Cano es licenciada en Sociología, profesora de Secundaria y posee un máster en desarrollo social y otro en estudios multidisciplinares de género.
Además de acompañante de 'El Jardí dels Somnis' y madre de una de las niñas de la escuela, imparte cursos de formación a docentes interesados en implicarse en este proyecto educativo. En el último curso participó un grupo procedente de Grecia con el objetivo de introducir en su país este tipo de enseñanza. De hecho, tienen previsto poner en marcha dos escuelas, una en Atenas y la otra en Tesalónica.
'El Jardí del Somnis' cumple tres principios educativos: aunque hay adultos al cargo, no son profesores sino 'acompañantes'; los niños no tienen horarios de clase determinados; y, además, juntan en un mismo espacio a chavales de diferentes edades.
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