Borrar
Herido un campanero mientras volteaba las campanas en la procesión del Corpus de Valencia
Gabriel Escarrer, Manuel Jové, José María Aristrain y Antonio Hernández Calleja. / LP
Gente

Discretamente ricos

Han conseguido lo que tanto añoran Amancio Ortega o las Koplowitz: amasar su fortuna sin que nos fijemos en ellos. Ponemos cara, ceros y biografía a nuestros millonarios más desconocidos

JOSÉ AHUMADA

Lunes, 18 de febrero 2013, 14:35

Con cierta frecuencia se escucha decir que la crisis esconde oportunidades para quien sepa verlas. Es evidente que a la mayor parte de la gente le cuesta descubrirlas, pero también que la afirmación es algo más que una frase hecha: mientras unos datos económicos hablan de una sociedad castigada por un paro creciente y una renta menguante, otros indican que los más ricos siguen obteniendo beneficios incluso en los momentos más difíciles.

Las 200 personas más ricas de España acumulan un tesoro de más de 145.000 millones de euros, lo cual quiere decir que en 2011 se las ingeniaron para aumentar sus fortunas un 8,4%. De ellas, 16 aparecen en la lista actualizada por Forbes, un selecto club al que solo se accede a partir de los mil millones de dólares (al cambio, 740 millones de euros). El de Amancio Ortega, dueño de Inditex, con 43.000 millones de euros, sigue siendo, con mucho, el mayor patrimonio del país. Tanto dinero ha terminado por volver popular al patrón de Zara, por mucho que no se prodigue ni busque fama. Su rostro, como su apellido, forma ya parte de la nómina de ricos más conocidos, entre quienes se encuentran las Koplowitz, los 'Albertos' o el banquero Emilio Botín.

Pero las fortunas también pueden crecer lejos de la luz de los focos: buena parte de las grandes haciendas se amasa de manera discreta y escapa de la atención de un público que tiende a sospechar que el dinero que huye de él termina en los bolsillos de los que más tienen.

Quizás el caso más singular sea el del donostiarra Daniel Maté, de quien nada se sabía hasta que en 2011 Glencore, la compañía intermediaria de materias primas en la que trabaja como ejecutivo, salió a bolsa: en ese momento, su 6% de acciones se tradujo en casi 1.800 millones de euros. El rastreo posterior ha dado magros frutos: aún no ha cumplido los 50, estudió Derecho y Económicas en la Universidad de Deusto y vive en Baar, una pequeña localidad suiza. Por lo demás, sigue siendo una incógnita. Solo hay una foto de él y es de pésima calidad.

Sin llegar a esos extremos de misterio, su paisano José María Aristrain (San Sebastián, 1962) también ha apostado siempre por la discreción, algo que aprendió de su padre, fundador de Aceros Aristrain. Fue en los años 70, al hacerse pública la lista de contribuyentes, cuando se descubrió que su familia era la que más pagaba a Hacienda, un detalle que tampoco pasó inadvertido para ETA. Quizás fuese ése el origen de la obsesión de Aristrain con la seguridad, que le hace ir siempre acompañado por guardaespaldas.

Como Maté, tiene residencia en Suiza, concretamente en Gstaad, donde se construyó una colosal vivienda valorada en más de 60 millones, en un vecindario en el que puede encontrarse con el Aga Khan o Sofia Loren. Entre sus posesiones destacan su finca de Valdepuercas, en Cáceres, donde puede dar rienda suelta a su afición por la caza, y la ganadería de reses bravas Aguadulce, que pace en Sevilla. Los negocios, la caza y los toros son el origen de buena parte de sus amistades.

¿Es posible que la amenaza terrorista haya obligado a esconderse a los potentados vascos? «El empresariado vasco es por naturaleza muy discreto, al margen del tema de ETA», asegura un portavoz de este colectivo que prefiere no identificarse. «No es comparable al de Valencia, Cataluña o Madrid, mucho más ostentosos. Es algo inherente a su sociología: la empresa está vinculada a la familia y no hay costumbre de grandes alardes ni presencias mediáticas».

Para Jesús Salgado, autor de 'Riquísimos' (La Esfera de los Libros, 2008), pueden distinguirse tres grupos de supermillonarios: los 'genéticos', que han alcanzado su estatus por herencia; los 'intuitivos', que con trabajo y paciencia han aprovechado su oportunidad en los negocios, y los ricos de pelotazo. «El discreto, por lo general, es el que se ha hecho a sí mismo; a los de familia tampoco les hace falta hacer ostentación: se limitan a ejercer de ricos con pedigrí. Los mediáticos son los del pelotazo».

Un claro ejemplo de fortuna legada es el de Isabel Castelo d'Ortega (La Coruña, 1929), más conocida como marquesa viuda de Taurisano, presidenta de Seguros Ocaso. La compañía, fundada en 1920, tiene su sede frente al palacio de Liria. «Ellos -por los Alba- tendrán más títulos, pero el dinero está en esta acera», dicen que comentó en una ocasión doña Isabel.

Tenía una voz privilegiada y vocación artística, pero su marido, Ángel Mandalúniz Uriarte, frenó en seco su carrera, que ya la había llevado a actuar con la Orquesta Nacional y la Filarmónica de Madrid.

Caballos y nacionalismo

Mucho más joven que ella, Sol Daurella también ha sabido recoger el testigo, aunque a diferencia de Castelo, con un negocio que gira alrededor de la muerte, el suyo explota la chispa de la vida. Esta barcelonesa del 66 es nieta del primer embotellador y distribuidor de Coca Cola. Su empresa, Cobega, es una de las más grandes concesionarias de la marca en Europa, con ventas milmillonarias anuales.

Evita los medios siempre que puede y dedica su tiempo libre al golf y, sobre todo, a los caballos, ya que cuenta con una magnífica cuadra. Su marido, Carles Villarrubí, actual vicepresidente del Barça, es un empresario que creció a la sombra de Pujol y de CiU. Esta vinculación con el nacionalismo no ha impedido que Daurella decida ubicar en Madrid la sede de la nueva empresa que resultará de la fusión de las embotelladoras de España, Portugal y Andorra. De hecho, hay quien lo considera un castigo a las nuevas aspiraciones independentistas de la Generalitat. Casualmente, tras el anuncio, el Gobierno CiU-ERC ha acordado establecer un nuevo impuesto sobre las bebidas con exceso de azúcar.

En cualquier caso, si se habla de estirpes empresariales es obligado citar a María Reig Moles, nacida en Barcelona en 1951 y muy ligada a la vecina Andorra, donde ha llegado a formar parte de su Ejecutivo. Los orígenes de la hacienda familiar se remontan al siglo XII, cuando sus antepasados se dedicaban a la explotación ganadera y agrícola en la zona de los Pirineos; desde el XVII, son prestamistas, ejercicio que institucionalizaron en 1949 al crear el banco Credit Andorra; en 1880 pusieron en marcha Tabacos Reig. Ya en el siglo XX, supieron aprovechar la transformación de Andorra en un gran bazar. Son tres actividades, la agropecuaria, la de banca y la tabaquera, que sigue manteniendo su descendiente, unidas a inversiones en hoteles exclusivos y marcas de moda de lujo.

María Reig, licenciada en Derecho y Bellas Artes, combina un lado práctico para guiar sus negocios con inquietudes más sociales y altruistas. Fueron éstas las que determinaron su entrada en política, para llegar a ser secretaria de Estado de Medio Ambiente en Andorra. Su escaso interés por las cámaras no le impide un cuidado extremo de su imagen.

Por lo visto hasta aquí, parece que no hay ni rastro de crisis. ¿Cómo se las arreglan algunos para sacar beneficio de una situación así? «En épocas como la actual, las diferencias interpersonales de renta se amplían, mientras que en las de auge se reducen», explica José Villaverde, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Cantabria. «Cuando la economía va bien para todos, en términos relativos mejoran más los más pobres; durante las crisis sucede lo contrario, porque las oportunidades, que siempre existen, solo las pueden aprovechar quienes disponen de medios financieros».

«En todo gran patrimonio siempre aparece un pirata en el pasado», asegura un experto en finanzas y banca extranjera que opta por el anonimato. «Una gran fortuna nunca se hace por la vía de los ingresos normales: suele haber una primera fase de hacerse rico y, luego, se compra la honorabilidad», un ejercicio que puede resultar muy costoso. «En los últimos 25 años se ha acelerado en España el proceso de creación de nuevos ricos. Se trata de una persona que solo tiene dinero, y ésa es la única divisa para ser evaluado. Al carecer de mecanismos para acceder al poder o a determinado perfil social, tiene que demostrar que gana mucho. Después, las siguientes generaciones se van refinando».

Eso, si es que duran. La crisis se ha ensañado con muchas de aquellas fortunas surgidas de la nada, o del ladrillo, que han desaparecido tan rápido como aparecieron. «La gente tiende a fijarse en los activos, pero los bancos se fijan en los pasivos, en lo que se debe. El proceso de destrucción de fortunas en los últimos cuatro años ha sido brutal. Y aún no hemos visto cómo acaba esto: hay mucho 'rico de alquiler'».

Nada de eso es aplicable a Samuel Flores, dueño de una fortuna estable como pocas y ajena a mercados, fluctuaciones y dividendos: la riqueza de este ganadero de Ciudad Real procede de la tierra. Criador de toros de lidia, se dice que sus animales podrían ir de Albacete a Sevilla sin salir de sus fincas. Es posible: es dueño de unas 40.000 hectáreas, que hacen de él el segundo mayor terrateniente del país, solo por detrás de Juan Abelló.

El Palomar, 3.000 hectáreas dedicadas a la explotación cinegética, es la más conocida de sus posesiones, asiduamente visitada por los más poderosos y que ha servido de escenario de acuerdos de Estado e innumerables tratos. Es allí donde el Rey Juan Carlos cazó en 2002 el venado que le mantuvo durante años en cabeza de la clasificación española -según las hechuras perfectas del ejemplar-, y donde Adolfo Suárez Illana, hijo del expresidente y yerno de Flores, abatió el muflón que le ha valido el récord nacional.

Quienes pueden permitirse el lujo de acudir a estas jornadas de caza, a las que algunos llegan en helicóptero, pueden disponer de un secretario en cada puesto, y sus acompañantes tienen la posibilidad de jugar al pádel, pescar o pasear a caballo si no están interesados en disparar. Además del lujo, el espíritu familiar y la discreción se han convertido en marca de la casa, unas cualidades que han hecho posible que Samuel Flores cuente en su círculo de amistades con buena parte de los personajes más influyentes del país.

El inversionista estadounidense Warren Buffett, cuarta fortuna del mundo, pidió el año pasado a su Gobierno que dejase de «mimar a los súper ricos» y les subiese los impuestos. No a todo el mundo le parece buena idea: los intentos por llevarlo a la práctica se han saldado con un sonoro fracaso en Francia, de donde han salido corriendo con el dinero el actor Gerard Depardieu y el magnate Bernard Arnault, sin ni siquiera esperar a que el Consejo Constitucional tumbase la ley.

En España, los ricos que gestionan sus patrimonios a través de las sociedades de inversión de renta variable (sicav) disfrutan de un tratamiento fiscal muy favorable. La justificación que suele darse es que tributando menos pueden crear más riqueza, aunque otra explicación posible es que si tuviesen que pagar más, el dinero emigraría a otro país.

Rosalía Mera, la mujer más rica de España (tiene 3.800 millones) ve lógico que quien más tenga pague más... hasta cierto punto. «No cabe duda de que los que más tienen son los que más deberían aportar. Pero la verdad es que aportamos mucho».

«También es cierto que depende muy mucho de lo que después se haga con esas cantidades que se aportan. Y también que la clase trabajadora y la clase media están sufriendo una especie de carga por todos los lados. Y, seguramente, habría que repartir ese esfuerzo. Pero no pensaría solo en las grandes fortunas, sino en las grandes organizaciones, bancarias, por ejemplo, donde arriesgan poco y arriesgan lo de los otros...», propone a este periódico la cofundadora de Inditex.

Hay quien considera que lo que ocurre es que los ricos españoles carecen de la faceta filantrópica que a veces aparece entre los potentados de EE UU, y que se traduce en donaciones, fundaciones y mecenazgos. Es algo que niega Francisco Oleo, subdirector de la revista 'Actualidad Económica'. «Lo que sucede aquí es que los ricos no son nada dados a presumir de ello, a diferencia de lo que hacen los millonarios norteamericanos, para los que la filantropía forma parte de sus negocios, de sus actividades públicas y sociales al mismo nivel que su empresa. Allí es algo natural, casi obligado, mientras que aquí, aunque está cambiando, es algo más personal y hasta anónimo. Pero hay grandes proyectos de asistencia social, cultural, educativos, sanitarios que tienen detrás a grandes mecenas españoles». El último largo se lo tiró Amancio Ortega: el pasado noviembre donó 20 millones de euros a Cáritas.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Discretamente ricos

Discretamente ricos