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ARTURO CHECA
Viernes, 22 de febrero 2013, 03:16
A muchos de ellos, sus padres les dicen que van a comer a un restaurante en lugar de a un comedor social. Todos corretean y juegan felices en la cola del hambre. Sus rostros risueños, inocentes, contrastan con los ojerosos y serios de sus madres, absortas mientras esperan a conseguir algo que llevarse a la boca para ellas y sus pequeños, trazando piruetas mentales sobre cómo llegar a fin de mes con apenas 20 euros semanales. Mujeres con hijos a su cargo. Ese es el nuevo rostro de la carestía en Valencia. Y el hambre, en el último año, tiene cara de niño.
El VII Informe sobre la Pobreza de Casa Caridad traza el perfil de los 'nuevos pobres'. No son indigentes, ni personas que viven en la calle y entre cartones. Son familias que ya hace unos años vivían apuradas, pero con un hogar y un jornal. Hasta que el tsunami de la crisis las dejó a la deriva. Pero no falta mucho para que acaben convertidos en los nuevos 'sin techo'. «No podemos dejar pasar más tiempo sin apostar por fomentar el empleo», subraya Luis Miralles, vicepresidente de Trabajo Social y Voluntariado de la entidad, un recado especialmente dirigido a partidos políticos, instituciones y empresas.
Las cifras de la entidad valenciana no dejan lugar a la duda. El año pasado, 11.600 niños -casi la mitad, pequeños de entre cuatro y once años- se alimentaron gracias a Casa Caridad. En 2011 fueron la mitad. Llegan de mano de sus madres. El número de mujeres con hijos que subsisten gracias a sus raciones se ha disparado un 44%.
Sin becas de comedor
Los datos del VII Informe sobre la Pobreza revelan otra realidad. Hace meses ya lo adelantó Save the Children: en España hay niños cuya única comida al día es la que hacen en el comedor de sus colegios. La ong lanzó la advertencia en plena polémica sobre la imposición de una tasa a los escolares que llevaran una fiambrera con comida de casa para la escuela. El informe de Casa Caridad refuerzan la alerta de Save the Children. Es en fin de semana y festivos cuando la entidad registra la mayor presencia de menores. Justo cuando cierran los colegios. «Y 32 niños han venido a diario a comer a nuestras instalaciones al no tener acceso a las becas de comedor», detalló Miralles.
Pero hay otro sector en el que se ceba la crisis: los mayores de 40 años. Casi la mitad de asistidos anualmente en Casa Caridad (42%) supera esta franja de edad, una de las más devastadas por el suplicio del paro. En 2012, su presencia dentro de la asociación valenciana creció un 10%.
La 'Torre de Babel' que hace años era la cola de Casa Caridad también se ha transformado. La comunidad inmigrante era la más numerosa a la hora de acudir a por comida y transformaban la puerta en un mosaico de lenguas. El cambio se aprecia con dos simples datos: la cifra de rumanos (la comunidad extranjera más numerosa en la Comunitat) atendidos ha caído un 29%. La crisis les ha empujado a volver a su país, su nuevo edén. Ecuatorianos, bolivianos y nigerianos son ahora los más golpeados por la necesidad. Pero en la cola de Casa Caridad suena cada vez con más fuerza el castellano. El número de españoles que acuden a diario a comer ha crecido un 12,5%. El hambre no entiende de raza, nacionalidad ni edad.
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