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BURGUERA
Lunes, 11 de marzo 2013, 04:08
Es profesor en el Instituto Cervantes en Argelia. Salió de Los Duques, en Requena, a los 16 años, en 1976. Desde entonces recorre el mundo y escribe de manera tan brillante que acumula varios de los más importantes galardones españoles por sus poemarios. El último, el Premio Internacional de Poesía Loewe por 'Atenas', lo recoge este miércoles, día en que se publica el texto ganador.
-¿Cómo se encaja ganar el Loewe?
-Ha sido una gran alegría y una gran sorpresa. Ya me había presentado en otras ocasiones y, si le soy sincero, no albergaba demasiadas esperanzas en conseguirlo. Soy como uno de esos pescadores pacientes, casi metafísicos, que se ponen al pie de un faro y echan la caña y se ponen a esperar. Si pican, bien, y si no, paciencia, a mirar el horizonte, el hilo umbilical del horizonte. La paciencia es la ciencia de la paz y la mejor aliada de un poeta.
-No se circunscribe usted al perfil de poeta sedentario y sosegado.
-No soy sedentario ni sosegado sino más bien inquieto (o desinquieto, como dicen en mi pueblo) y nómada. No soy una persona que haya elegido quedarse a contemplar cada día el mismo paisaje. Pero, si le digo la verdad, siento una secreta envidia por los que lo han hecho. Echo de menos la paz interior y la serenidad que yo no he tenido. Y creo que hay muchos poetas actuales así. No soy un caso aislado. Es más, me atrevería a decir que nuestra época es así: inquieta, insegura, trémula.
-¿Cuando le preguntan a qué se dedica, dice que es poeta?
-Cuando relleno las fichas de datos personales donde dice 'Profesión' pongo 'Profesor'. Primero porque lo soy y ése es el oficio que me da de comer. Segundo, por la rima interna de las dos palabras (profesión: profesor). También porque la palabra poeta me suena a globo que se eleva en el cielo y se pierde en las nubes. No digo nunca que soy poeta para evitar aquella vieja, irreverente y sana respuesta ibérica: «¿Eres poeta? Pues abróchate la bragueta». Y, por último, porque no quiero pertenecer a esa especie de casta pseudosacerdotal y sesuda en que muchos poetas han querido convertirse. No soy un demiurgo ni un elegido por los dioses. Soy sólo un hombre que escribe.
- ¿La poesía es cuestión de juventud y luego, con el paso del tiempo, se pasa a la prosa?
-En la infancia se vive en la poesía. En la adolescencia y primera juventud todos somos poetas. Luego la vida se encarga de imponer su prosa de cada día. Casi todos los grandes narradores empezaron siendo poetas y en su corazón siguen sintiendo cierta nostalgia del poeta, y del niño, que fueron. Alguien dijo que si sigues escribiendo poemas después de cierta edad, o eres un poeta de verdad o estás gilipollas. O las dos cosas como creo, inmodesta y despiadadamente, que es mi caso.
-¿Cómo evoluciona su poesía?
-No me resulta nada fácil responder a esta pregunta. No consigo ser objetivo. Hay días que me parece que es una mierda y otros que creo que es maravillosa. Imagínese usted qué incapacidad la mía de criticarme serenamente.
-En Internet hay una web suya, creada en 2007, pero con contenidos actualizados sólo hasta 2009 ¿Pereza o exceso de trabajo?
-Mea culpa, mea culpa. Las dos cosas. Tendría que ponerla al día o eliminarla. No tengo tiempo ni a nadie que se ocupe. Me la regalaron y luego la dejé ahí, abandonada, como abandonadas están las tierras que heredé de mi padre. Soy un descastado. Y además he perdido la fe en las webs, en las redes sociales, en Twitter, Facebook y toda esa maraña de espejismos. Qué curiosa es nuestra civilización: no creemos en Dios y creemos en Facebook.
-¿Cómo se ve desde Argelia la Comunitat? ¿Su estancia en el extranjero ha incidido en su poesía?
-Argelia está muy cerca de Valencia. Hay barco y vuelos. Multitud de valencianos exiliados durante la guerra civil hallaron refugio en Argelia. Otros fueron encerrados en los campos de concentración que los franceses tenían aquí, como Max Aub. Siempre hubo muchos españoles y muchos valencianos aquí. Y nuestra cultura tiene más semejanzas de las que sabemos e imaginamos. Valencia fue tierra de moriscos que tras la expulsión vinieron aquí, igual que los sefarditas. Aquí vivió Cervantes cinco años. La madre de Albert Camus era de Menorca. En Sidi Bel Abbés nació Antonio González, el fundador de La Caratula de Elche. Muchas cosas nos unen. Estamos muy muy cerca.
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