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DANIEL VALERO
Martes, 2 de abril 2013, 03:51
Cuanto más poniente, más grande el incendio. Así sucede en la Comunitat, y sobre todo en Valencia. El gran número de hectáreas arrasadas por el fuego desde el pasado verano coincide con cifras históricas de las temibles rachas cálidas procedentes del oeste. «Los grandes incendios de junio se produjeron en periodos excepcionales de poniente, y el reciente incendio de Barx, también», declara el jefe de Climatología de la delegación valenciana de la Agencia Estatal de Meteorología, José Ángel Núñez. La entidad asegura que este invierno ha sido «el más ventoso».
Las mediciones que avalan este dato han sido obtenidas en el observatorio del aeropuerto de Manises, y de ellas se desprende que el invierno 2012-2013 ha sido en el que más viento ha habido desde que se utiliza el actual sistema de medición, instaurado en 1985. «Este invierno y el comienzo de la primavera están siendo los más ventosos de la serie, con casi 35.000 kilómetros de recorrido», indica Aemet en su resumen climatológico del invierno, en el que también se recoge que el 69 por ciento de los vientos que han soplado en el trimestre han sido de componente oeste, cuando lo habitual es que el poniente abarque alrededor del 53 por ciento del total.
«Incendios hay muchos, pero no todos se propagan tan fácilmente como cuando sopla el viento de poniente y se dan el resto de condiciones propicias», declara Núñez. Y precisamente esto es lo que sucedió en la localidad de Barx el pasado 24 de marzo, donde, según la Generalitat, confluyeron vientos de componente oeste con rachas de hasta 50 kilómetros por hora y temperaturas máximas de 20 grados. Sólo la humedad, de entre el 30 y el 50 por ciento debido a la proximidad del mar, compensó el panorama. Hasta la fecha, desde el 1 de enero, habían ardido en la Comunitat 187 hectáreas en 63 incendios forestales. Desgraciadamente ha habido que sumar las 266 hectáreas arrasadas en el incendio declarado en Barx.
También el poniente estuvo tras los incendios más grandes del pasado verano, «sobre todo los de final de junio», Según Núñez, cuando «prácticamente coincidieron con oleadas de aire de poniente, cálido y seco». Las rachas alcanzaron una velocidad de 70 kilómetros por hora tanto en Cortes de Pallás como en Andilla, una cifra que en el último gran incendio del verano, declarado en Chulilla, se disparó hasta los 80 kilómetros por hora.
Los peligros
Núñez explica que son dos los principales problemas que genera el cálido viento de poniente en caso de incendio forestal. En primer lugar «crea una serie de condiciones meteorológicas adversas que dificultan la extinción del fuego». El otro problema es «la pérdida de humedad que provoca en la vegetación de las montañas», lo que las vuelve mucho más combustibles en cuando las llamas prenden.
La calidez del viento del oeste se debe al recalentamiento de la masa de aire, motivado por su largo paso por la meseta y por el aumento de presión que sufre al descender rápidamente de una superficie más alta. «La presión aumenta al bajar de la meseta, y le pasa lo mismo que al aire de un hinchador, que al presionarlo se calienta», explican en Aemet. Los efectos del viento de poniente se manifiestan fundamentalmente en dos áreas de España: las zonas bajas de la Región de Murcia y de la Comunitat, especialmente en la provincia de Valencia.
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