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CARMEN VELASCO cvelasco@lasprovincias.es
Lunes, 22 de abril 2013, 04:48
Se busca escritor. Origen: la Comunitat Valenciana. Con varios títulos publicados y premios bajo el brazo. Razón: reportaje. Al anuncio respondieron, según un estricto orden alfabético, Carmen Amoraga, Carlos Marzal y Santiago Posteguillo. La cita de los interesados se produjo en los Jardines de Viveros, donde el próximo jueves 25 de abril se inaugura la Fira del Llibre. Aquí hablaron, primero, de sus respectivos hijos; segundo de literatura, del panorama editorial, de sus éxitos, del futuro... Fue una conversación de cinco horas. 300 minutos de confidencias son una licencia literaria. O no.
En este emnlemático jardín no comenzó la carrera de ninguno de ellos, pese a que el centro de parvulitos de Posteguillo se ubicaba en una caseta de ladrillo caravista sita en Viveros. Pese a la anécdota infantil, el germen del escritor siempre se gesta en soledad y sin público, salvo los primeros incondicionales (la familia, los amigos o la pareja). Eso sí, los tres autores suman centenares de horas detrás de una caseta. El más veterano en aquello de estampar su firma es Carlos Marzal (Valencia, 1961) fue en 1996 o 1997 en Madrid, en una plaza donde lidian primeros espadas. Al Premio Nacional de Poesía en 2002 le encanta «ir a firmar. Me siento el pez contemplativo en la pecera». No se amilana ni aunque comparta espacio con «megafirmadores» porque se lo pasa «muy bien cotilleando con ellos».
Algo similar le sucede a Carmen Amoraga (Picanya, 1969): «A mí no me molesta que un autor mediático venda y firme más que yo, pero que Belén Esteban, Jorge Javier Vázquez o Vicky Martín Berrocal se lo lleven... eso me irrita un poco más». A cualquier encuentro con los lectores la finalista del Planeta en 2010 acude con «una expectativa baja», es decir, da por hecho que no acudirá mucha gente y luego siempre se sorprende. Así le sucede desde que en 1998 se estrenara detrás de un expositor con su primera novela 'Para que nada se pierda'.
Santiago Posteguillo (Valencia, 1967), que suma legiones de lectores, confiesa cierto temor previo a que nadie se acerque hasta su stand. Ese 'pánico casetil' procura llevarlo «con dignidad», confiesa. «Un vez en Madrid estaba firmando libros poco a poco, venían un par de personas, pasaban unos minutos sin nadie, luego otros dos o tres y así hasta que de pronto aparece una multitud que se acerca a la caseta. Yo, perplejo, pensé: No puede ser que vengan todos aquí. Pero sí, sí venían a mi caseta pero porque Núria Roca acababa de entrar por la puerta... Yo seguí con mi ritmo», recuerda.
Al autor de la trilogía de Escipión el Africano no le perturba que las editoriales fichen a «mediáticos», incluso, lo entiende. «Las editoriales necesitan vender libros y eso es bueno para todos porque obtienen dinero y podrán invertir en nuevos valores literarios. Si los sellos van mal, arriesgan menos. A partir de ahí, hay escritores populares que escriben mejor que otros. A mi entender, Núria Roca escribe bien».
Coinciden los tres en la importancia de mantener la Fira del Llibre. Para la novelista, es el único foro que pone «en contacto a autores y lectores». Para el poeta, este certamen sirve «para sacar el libro a la calle, para pasear, para tomar el sol, para curiosear, para disfrutar. Todo eso es bastante y, en el caso de Valencia, su ubicación está en un sitio perfecto para cumplir con todas esas finalidades» aunque, por nostalgia de juventud, echa de menos el emplazamiento de la feria en la plaza del Caudillo (hoy del Ayuntamiento) y en la Lonja.
«A mí me recarga muy positivamente ver a los lectores. Escribir es un trabajo solitario y está bien, de cuando en cuando, ver a mucha gente reunida en torno al libro», sostiene Posteguillo, quien acaba de concluir la segunda parte de la trilogía sobre Trajano. El novelista prevé que 'Circo Máximo', donde narra las guerras clásicas entre Trajano y Decébalo («Tenía ganas de ir a las carreras de cuádrigas», comenta), esté en las librerías en septiembre.
Vivir de las letras
Cabalgan en el mundo literario a lomos de caballos distintos. Han seguido carreteras secundarias hasta alcanzar el reconocimiento. «Soy un caso raro: tenía editor antes de terminar mi primer libro. Nunca me han dicho que no, salvo las chicas», asegura el escritor de 'Los pobres desgraciados hijos de perra'.
Tampoco Amoraga gestionó mal un no desde las editoriales porque nunca lo recibió. Todo lo contrario que Posteguillo que incluso conserva las negativas de los distintos sellos. «Tengo unos 17 noes de diferentes editoriales. Sé que andan por casa, pero ahora mismo no podría localizarlos. Quizá estén en algún trastero. Ahí están bien».
Pese al rechazo, el profesor de Literatura Inglesa en la Universidad Jaume I de Castellón, no tiró la toalla. Cuatro novelas históricas avalan una trayectoria que le han hecho merecedor de numerosas distinciones, como el Premio de las Letras Valencianas 2010. Ahora podría vivir de la literatura, pero no quiere hacerlo. «La docencia me gusta y dar clase de literatura es complementario a la tarea de escribir. Además, una editora me dijo que para escribir bien era mejor no necesitar vivir de lo que escribes porque así eres totalmente libre en tu creación. Y creo que tiene razón. Por el momento, intentaré compatibilizar mis dos actividades, aunque a veces voy un poco de cabeza».
«No, no como de mis libros». La autora de 'Algo tan parecido al amor' (finalista del Premio Nadal de 2007) despeja así cualquier duda. Sin medias tintas. Marzal, otro tanto: «Sobrevivo, en parte, de lo que existe alrededor de la escritura: artículos, conferencias, lecturas, talleres, jurados...».
Pero, ¿anhelan el éxito literario o de ventas de algún compañero? «Envidio el éxito de todos los que tienen éxito, pero de una forma sana y deportiva: no me quita el sueño. Nadie quiere dejar de ser él. Se aspira al éxito de los que más éxito tienen, pero siendo nosotros mismos. Escribiendo lo que escribimos», razona el autor del poemario 'Fuera de mí'.
La escritora de Picanya, que trabaja en una novela juvenil 'crossover', envidia a «¡Santiago Posteguillo! O a María Dueñas». Matiza: «No les envidio: les admiro, porque siguen siendo como eran antes, sencillos, humildes, encantadores y apasionados de lo que hacen... y no lo digo porque Santiago esté aquí», bromea. Y el aludido siempre aspira a más e ironiza: «Que otros vendan más hay que tomárselo como estímulo para mejorar. En otras palabras, sí, mucha envidia».
Lo que tienen claro es que no abandonan ni Puçol, ni Picanya ni Valencia. «En Madrid o Barcelona, ni mi carrera ni yo seríamos los mismos. La idea de que sólo se puede escribir desde la capital es una superstición decimonónica o casi. El gallinero literario no sirve para escribir, sino sólo para formar parte del cacareo, a veces, también literario», apunta Marzal, quien ultima una novela sobre «las relaciones entre hombres y mujeres».
El autor de 'Los asesinos del emperador' no tiene claro si su carrera funcionaría mejor en otra ciudad. «En otro tiempo donde había menos interconexión quizá la necesidad de desplazarse a una gran ciudad era más importante. Hoy día siga ayudando, pero las diferencias se han reducido. Lorca y Valle-Inclán iban a Madrid, Vargas Llosa fue a Barcelona y Carson McCullers a Nueva York. Ahora quizá baste con viajar a estas grandes ciudades y centros culturales con frecuencia. Eso sí, hacer carrera literaria a sus espaldas es casi imposible».
De reyes y lectores
El papel podrá morir, pero no los libros se adaptarán a cualquier formato. Los índices de lectura se situarán más o menos elevados. Los premios literarios podrán desinflarse, desaparecer o devaluarse. El mercado editorial resistirá las crisis (presentes y venideras) o no. Sí, incluso en el escenario más negro, nadie matará a la literatura.
La república independiente de las letras no se disolverá. A juicio de Amoraga, el soberano de este mundo es «el lector, que hace lo que le da la gana. Lo mismo encumbra a Grey que a quien se lo merece de verdad». «Si hablamos de república independiente de las letras, lo suyo sería tener un senado representativo donde podríamos dar cabida a Tolstoi, Zorrilla, Calderón, Flaubert, Jane Austen, Conan-Doyle, Voltaire, Victor Hugo...», mantiene Posteguillo. En esta línea abunda Marzal, para quien «hay muchos monarcas y muchos reinos. El escritor vivo que yo conozco con más energía es Coetzee».
Y luego está el mercado. Ahí también fluctúan los lectores. Marzal parece vacunado contra estos vaivenes: «He vivido desde siempre en una crisis soportable de lectores». Posteguillo más que sumar o restar fieles teme «decepcionarlos». Intenta esforzarse «al máximo en cada novela» para que el público encuentre en ella «aquello que esperaba o, si es posible, aún más». Y la autora de 'El rayo dormido' no teme una fuga de lectores generalizada porque está convencida de que se sigue leyendo: «Yo voy en metro a trabajar y se me caen lágrimas de emoción cuando veo a las ocho de la mañana a muchísima gente leyendo en sus lectores electrónicos, medio dormidos... Y un día, hace poco, incluso vi a una chica que leía 'El tiempo mientras tanto' y casi le di las gracias».
De hacer escrache literario, Marzal se muestra el más partidario e incluso lo ha ejercido. «Como profesor de literatura he 'acosado' a mis alumnos durante muchos años para que leyesen, pero no sirve de nada. Lee quien ha decidido que su destino es leer. Con todo hay que practicar el escrache escolar», argumenta Marzal. Amoraga añade: «Quien no quiera leer no sabe lo que se pierde. Es como no vivir, sino sobrevivir».
El anuncio de LAS PROVINCIAS, al que contestaron los tres escritores valencianos, concluye con un 'se vende'. Se venden los libros de Carmen Amoraga, Carlos Marzal y Santiago Posteguillo. Dónde: en la Fira del Llibre de Viveros. Cuándo: Del 25 de abril al 5 de mayo. Razón: Leer.
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