

Secciones
Servicios
Destacamos
FERNANDO MIÑANA
Lunes, 22 de abril 2013, 10:43
En un mercado de Seattle, al noroeste de Estados Unidos, hay una pescadería que aparece en todos los circuitos turísticos. Cientos de viajeros pasan a diario por este punto de venta para ver el espectáculo que, a sabiendas, forman los dependientes. Están todo el día dando voces y bromeando, persiguiendo con un pulpo a los clientes, y lanzándose pescados a metros de distancia. Es su esencia. Todo forma parte del 'show' que les ha convertido en una atracción para guiris y en un referente económico en todo el mundo. Algunas universidades internacionales estudian el método de gestión laboral de Pike Place, la filosofía 'Fish' que, basada en una actitud positiva, en alegrar la vida a los demás, en el buen humor, cuenta ya con una legión de imitadores por todas partes.
Spike Lee, los Harlem Globe Trotters o David Beckham han pasado por Pike Place Fish, fuente de inspiración también de El Buen Humor, una consultora valenciana que da cursos de 'coaching' para empresas desarrollados por el hilo conductor de la risa. Ofrecen soluciones a carcajada limpia. Un primer vistazo puede llevar a una conclusión errónea: Javi y Jesús, las dos personas que ejecutan esta sesión, son un par de jetas. Van a la empresa, hacen reír a los trabajadores, cobran y se marchan. Pero el asunto tiene mucha más miga.
Hace unos días desplegaron su terapia del humor en Crea, una empresa de reproducción asistida de Valencia. Carmen Calatayud, la copropietaria, alardea del buen rollo que impera en su negocio. «Nosotros hacemos mogollón de cosas juntos: la 'piscifiesta' en verano, los disfraces en Navidad... Ya estamos acostumbrados a pasarlo bien, así que cuando me propusieron esta terapia de la risa, me gustó y pensé que pasaríamos otra tarde entretenida». Jöelle, una italo-francesa de brillantes ojos azules, corrobora la teoría de la jefa. «Aquí todos tenemos una buena relación. Ya había hecho algún curso de trabajo en equipo, pero no de este tipo». Todo es aparentemente fabuloso. Y más mientras juegan con unos globos de colores.
La primera prueba, mantener al grupo encima de folios sin tocar el suelo, despierta nuevas risas. Cada vez hay que quitar una hoja y seguir sin pisar la superficie. Esa dinámica tan simple, retirar un folio cada vez, va extrayendo el carácter de cada uno. La chistosa, no para de hacer bromas; la explosiva, sin pudor alguno, se lanza de un brinco sobre la espalda de un compañero mientras le atenaza con las piernas; y esa alemana tan competitiva, al conocer que ha ganado el grupo de al lado, insiste en que se han llevado el triunfo porque han hecho trampa. Y como nadie le hace ni caso, lo repite varias veces. Con sonrisa de anuncio, pero lo repite.
«Se involucran más»
Javier Navarro lleva más de 20 años aplicando técnicas de PNL (programación neurolingüística) para potenciar la comunicación, la cohesión de equipo, la motivación individual y colectiva, y el clima laboral. Ahora se ha especializado en el humor como herramienta porque cuando se instaura en una empresa, dice, «genera una gran ventaja competitiva y hace que los empleados se involucren más». Javi no cree que todo sea perfecto en Crea. La terapia, de hecho, le ha permitido detectar fallos que transmitirá a Carmen para mejorar la productividad.
Los trabajadores siguen con los juegos. Ahora ha entrado Jesús, colaborador de Javier, quien se indigna cuando los empleados no se ciñen a las normas e interrumpen su charla. Jesús los alinea en dos filas y les hace dar una serie de saltos, siguiendo un orden, en el que cada uno se ha de coordinar con el compañero que está a su lado. Los empleados le miran con cara de suficiencia. «Menuda chorrada», piensa más de uno. Pero después de la sesión, los terapeutas coinciden en que la plantilla de Crea es un gran grupo pero no un buen equipo. «Saltar es un símbolo y ese juego lo han hecho fatal. Cada uno iba por su cuenta».
Javi insiste en no perder el buen humor a pesar de la crudeza de la crisis. «El empresario suele cometer casi siempre el mismo error. Cuando hay problemas económicos asume el liderazgo con mano firme y limita la libertad individual. Pero debería ser al revés, tener fe en los trabajadores para que aumenten su confianza, iniciativa e implicación». La sesión, cuatro horas después, concluye con una nariz de payaso, redefinida por Javi como «la máscara más pequeña del mundo y la más potente». Carmen ve reír a su gente y se siente feliz. «Es que Miguel (su marido) y yo no somos empresarios, somos médicos», explica para justificar el buen ambiente. La terapia acaba. Todos se marchan felices. Los trabajadores, con una sonrisa; los empresarios, con la sensación de haber hecho algo útil, y los expertos en 'coaching', con valiosas conclusiones.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El mastodonte de Las Contiendas y las diferencias con un mamut
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.