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La madre del policía muestra las cartillas de Bancaja. / J. Martínez
«Firmábamos todo lo que nos daba»
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«Firmábamos todo lo que nos daba»

El agente continúa ingresado en la unidad de psiquiatría del Hospital La Fe y la víctima se recupera de las graves cuchilladas Los padres del policía agresor tenían una confianza ciega en el exdirector de Bankia por su vinculación familiar

JAVIER MARTÍNEZ jmartinez@lasprovincias.es

Lunes, 3 de junio 2013, 15:24

A Julio y Maruja se le humedecen los ojos cuando hablan de su hijo, el policía local que acuchilló al exdirector de Bankia Germán Sánchez. «Estamos destrozados. Sabemos que ha hecho una barbaridad y pedimos perdón, pero estaba fuera de sí», afirma el padre con el rostro cariacontecido. Su mujer asiente con la cabeza y rompe a llorar. «¡Mare de Déu!», exclama Maruja mientras sujeta con sus manos temblorosas una fotografía de Julio con el uniforme de la Policía Local.

«Sufrió un trastorno porque nos robaron nuestros ahorros. Lleva un año en tratamiento psiquiátrico. Mi hijo antes no era así», asegura la madre con voz tenue. Su esposo recupera la mirada, perdida en el suelo durante unos segundos, y busca una explicación que alivie su dolor. «Firmábamos todo lo que nos daba Germán sin leer lo que ponía en los papeles. Teníamos una confianza ciega en él porque es de la familia», sostiene Julio. «Su madre y mi madre eran primas hermanas. Las pobres ya están muertas, pero si se llegan a enterar de lo que han hecho Germán y mi hijo se vuelven a morir del disgusto», añade Maruja.

«A mí no me ha robado Bankia. El único que me ha robado es este individuo», señala indignado el padre del policía. Antes de que la tristeza apacigüe sus ánimos, el hombre de 67 años sale del comedor para buscar las cartillas de la antigua caja de ahorros. Segundos después, Julio deja las libretas sobre una mesa y espeta con ira: «¡Nos ha engañado hasta el último momento! Nunca nos explicó que era eso de las preferentes, y cuando fuimos a pedirle el dinero nos dijo que ya no podíamos sacarlo».

Maruja escucha con atención las palabras de su marido mientras saca otra foto de su hijo. «Aquí jugaba a baloncesto en el equipo de Tavernes Blanques», afirma mientras señala con su dedo a su querido Julio, uno de los jóvenes más altos. «Estudió para trabajar como mecánico dentista, pero luego se preparó para ser policía. Siempre le ha gustado ayudar a los demás», asevera con orgullo la madre.

Unos segundos de silencio y otra mirada perdida en el suelo. «Mi hijo no es ningún delincuente. Por favor, póngalo en el periódico», manifiesta con deferencia. «Todo esto de las preferentes le trastornó», insiste la mujer de 64 años. Mientras hablamos con Maruja, Julio cuenta las antiguas cartillas de Bancaja y las extiende sobre la mesa. «Primero fue en Castellar, luego nos cambiamos a Mislata y después firmamos en Paterna. Siempre trasladábamos las cuentas a la sucursal donde estaba Germán», señala el padre. «¿Cómo íbamos a pensar que nos estaba engañando. El dinero estaba a plazo fijo. Él lo sacaba y metía donde quería. Puede que esté mi firma pero a mí nadie me explicó lo de las preferentes», persiste.

Julio mantiene que cuando acudían a las sucursales donde trabajaba Germán hablaban de la familia y de algunas anécdotas de otros parientes de la pedanía de La Punta, donde vivían las dos primas hermanas ya fallecidas. «Mi madre guardaba el dinero en una vieja caja de zapatos, y la madre de Germán y toda la familia lo sabíamos. Nadie lo tocaba», recuerda Maruja. «Ahora son otros tiempos. Te engañan en el banco, te roban 350.000 euros y te quedas sin los ahorros de toda tu vida», se queja.

Los vagos pretextos que les dio el exdirector de Bankia sobre las pérdidas millonarias enfurecieron a Julio Miralles, un policía local con una hoja de servicios intachable. «Mi hijo estaba obsesionado con hablar con Germán, y nosotros siempre le decíamos que no lo hiciera. Con negarle el saludo bastaba», asegura Maruja. El agente se enteró de que el dinero de la familia estaba invertido en las preferentes de la antigua Bancaja cuando fue a retirar sus ahorros para comprar un apartamento. «Germán le dijo que no podía sacar el dinero y que le avisaría de otras ofertas inmobiliarias», sostiene la madre del policía.

Pasaron los días y llegaron los primeros reproches e insultos. «Le llamé varias veces por teléfono y no lo cogía. Al final pude hablar con él y le dije que era un hijo de puta. Su madre no tenía ninguna culpa, pero no quería saber nada del asunto porque decía que ya se había jubilado. Que cara más dura». Pese a las duras acusaciones contra Germán, Maruja espera su recuperación. «Nos ha hecho mucho daño, pero mi hijo no tenía que haberlo acuchillado. Espero que Germán se ponga bien. Se lo pido todos los días a la Mare de Déu», manifiesta con devoción la mujer. «Un puñetazo se merecía, pero lo que hizo mi hijo es una barbaridad. Con un cuchillo nunca», comenta Julio.

Mientras los afligidos padres lamentan la brutal agresión, la víctima se recupera de sus graves lesiones en la unidad de cuidados intensivos del Hospital La Fe. «Su pronóstico es estable dentro de la gravedad, pero no se teme por su vida», afirmó anoche un portavoz del centro hospitalario. El autor del acuchillamiento, el policía local Julio Miralles -que cumple 39 años el próximo 9 de junio- permanecía anoche detenido y custodiado en la unidad de psiquiatría del mismo hospital. La Policía Nacional tiene previsto entregar hoy las diligencias del caso al juez de guardia.

El policía acuchilló al exdirector de Bankia Germán Sánchez tras una discusión por el asunto de las preferentes en la casa de la víctima en Pinedo. Los hechos se produjeron sobre las 18.45 horas del pasado domingo en la calle Llorá. La esposa de Germán, que estaba en otra estancia de la vivienda, sorprendió a Julio en plena agresión. «Le estiré por detrás y caímos los tres al suelo. En un momento me vi aplastada debajo de ellos», relata Amparo.

Mientras seguía el acalorado enfrentamiento, la mujer corrió hacia una puerta trasera a pedir ayuda con gestos a unos vecinos que estaban en una casa de campo a unos 100 metros. «Gritaba y les llamaba con los brazos, pero no me entendían». Amparo, aterrorizada, regresó otra vez a la vivienda. «En ese momento el hombre intentaba ahogar a Germán con sus manos».

Pese a la diferencia de edad y debilitado por las cuchilladas, el exdirector bancario, aficionado al ciclismo y a la natación, sacó fuerzas para apartarse de su agresor y corrió hacia el exterior de la casa. Esa desesperada carrera le salvó la vida ya que, según los testigos, «Julio iba detrás para rematarlo».

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