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P. M.
Lunes, 3 de junio 2013, 04:58
El objetivo es reducir el uso de plaguicidas y herbicidas en la ciudad y para eso hay que disminuir las plagas de los árboles y las malas hierbas. La tarea no es fácil y uno de los caminos para conseguirlo, a juicio de la concejalía de Parques y Jardines, es el aprovechamiento de los alcorques para la plantación de plantas. La teoría es que los más de 100.000 alcorques repartidos por toda la ciudad acogen malas hierbas, basura y, en suma, perjuicios para el arbolado al tener poca aireación y renovación de la tierra.
¿Cómo contrarrestar esto? La respuesta vino tras la firma de un convenio con la Universitat Politècnica, cuyos investigadores han trabajado durante meses en 60 alcorques del jardín de Viveros. El resultado ha sido que aquellos donde se han plantado flores o arbustos de pequeño tamaño han servido para eliminar el riesgo de plagas con un coste económico mínimo, según precisaron fuentes de la delegación dirigida por la concejala Lourdes Bernal.
Ante esto, la previsión es que poco a poco se vaya implantando este método en el resto de alcorques de la ciudad, de una manera progresiva y conforme se pueda con el presupuesto actual del consistorio.
Acerca de los plaguicidas, las mismas fuentes precisaron que los «herbicidas a base de glifosato son los más utilizados en todo el mundo y se comercializan en distintas formulaciones». El problema es que sus residuos «son contaminantes frecuentes en el medio ambiente», por lo que su impacto en la ciudad debe ser considerado por los técnicos.
Es más, algunos aspectos discuten incluso su clasificación como carcinóngeno. «La reducción de herbicidas para gestionar las plantas de los alcorques -en referencia a las malas hierbas- puede influir positivamente en la salud de los ciudadanos y disminuir el cose de los productos sanitarios», se indica en el estudio realizado en el jardín de Viveros.
En este trabajo aparece con claridad el efecto beneficioso del antes y el después, no sólo desde el punto de vista decorativo. «Es mejor por la biodiversidad y la clara reducción de los herbicidas», precisaron desde la concejalía.
Otro de los aspectos del trabajo realizado estos meses es un catálogo de de todas aquellas plagas que afectan al arbolado de Valencia. Las dos contratas de los jardines han realizado cursillos entre sus trabajadores, para que puedan alertar de la aparición de los primeros síntomas, una labor que ahora se quiere extender a las asociaciones de vecinos.
Por esto, el consistorio ha previsto una charla al menos donde se invitará a los miembros de estas entidades. La cuestión es «concienciar de estos problemas en el medio ambiente e la ciudad» e incrementar la participación ciudadana. En suma, dos iniciativas que evitarán con un coste económico muy bajo mejorar la salud del arbolado y ofrecer una alternativa en una parte esencial del diseño de las calles, como es el arbolado.
El pulgón, la procesionaria, el perforador, la cochinilla, la mosca blanca y el piojo negro son sólo algunos de los ejemplos de los insectos que más atacan al arbolado de Valencia. Cada año, precisaron las mismas fuentes, deben fumigarse todos los ejemplares al menos en dos ocasiones al año.
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