Un consejo rector, convidado de piedra
El problema no es quién compone el órgano director del IVAM, sino su falta de autoridad Muchos de los que formaban el consejo han sido comisarios de algunas muestras
MIKEL LABASTIDA
Domingo, 16 de junio 2013, 02:20
El consejo rector del IVAM es como ese jarrón enorme y precioso que tienes en el salón de casa, que pasas y piensas qué bonito pero que en la práctica no utilizas para gran cosa. Ni sirve para apoyar algo, ni se usa para poner flores, ni cumple otra tarea. Pero, eso sí, es muy bonito.
Cuando se aprobó la ley con la que comenzó a funcionar el IVAM en 1986, se creó un órgano director del museo independiente que garantizaba un control de gestión de la pinacoteca y la aprobación de una programación basada en criterios diversos de gusto y calidad. También evitaba una injerencia de los políticos en la toma de decisiones. Fue una buena idea sobre el papel, copiada después incluso por otros centros. Pero hace muchos años que, sin embargo, el consejo rector ha dejado de cumplir su cometido para ocupar un puesto de convidado de piedra, de mero espectador impasible. Sus miembros se han transformado de actores a figurantes.
Esta semana ha habido un cambio de nombres en el reparto de ese consejo rector. Han salido de él figuras de peso en el mundo de la cultura como Tomás Llorens, José Francisco Yvars o Juan Manuel Bonet para dar paso a nuevos integrantes con un perfil más gestor y con una evidente vinculación con la Conselleria de Cultura. ¿Va a propiciar esta circunstancia un cambio sustancial en la política y administración del IVAM? Ninguno. El peso de las decisiones de lo que sucede en la pinacoteca sigue recayendo en la directora, Consuelo Císcar, y el paso por el consejo rector es un mero trámite. El problema principal del ente no es quien lo forme sino que carece de autoridad alguna.
Su misión en los últimos años ha sido dar el visto bueno a todas las propuestas que hacía Císcar, les pareciesen apropiadas o no. Me consta que hubo miembros que no vieron con buenos ojos la programación de algunas muestras pero carecían de instrumentos para expresar sus discrepancias y tampoco mostraron muchas ganas.
Ahora algunos de los que han salido protestan por el cambio, pero cabe recordar que bajo su supervisión se aprobaron exposiciones cuestionables para un espacio como el IVAM como la que se dedicó al peluquero Tono Sanmartín o la de Joaquín Torres, el 'arquitecto de los famosos'. También en este tiempo han respaldado la polémica adquisición de 61 fotografías por valor de 440.280 euros realizada a Gao Ping, el presunto cabecilla de una mafia china, que fue objeto de encendidos debates políticos.
Es más, muchos de los que formaban parte de ese órgano han sido comisarios de algunas de las exposiciones que ellos mismos aprobaban. Es decir, eran arte y parte. Sin ir más lejos Calvo Serraller ejerce de comisario de la muestra de Oteiza, inaugurada el jueves.
La labor del consejo rector era tan testimonial que durante meses ni siquiera ha estado en activo y nadie lo ha echado de menos. Este periódico publicó el pasado mes de enero que la ausencia del órgano impedía comprar obras o programar muestras. Más adelante también dimos cuenta de un buen número de donaciones que estaban bloqueadas por idéntica causa. Nada de esto ha paralizado la actividad en el IVAM, simplemente se han postergado algunas decisiones, que se resolvieron raudamente y con una firma el pasado lunes (con la constitución del nuevo consejo). Lo suyo es un simple trámite administrativo. Como lo es en la mayoría de consejos rectores o patronatos de instituciones culturales de esta Comunitat.
La cuestión, en definitiva, no es quién ocupe la silla sino el poco valor de esas sillas. Lo primero que habría que hacer sería dotar al consejo de armas válidas para que pudiese desempeñar su responsabilidad con independencia. Y después buscar a las personas más indicadas para llevar a cabo esta función. Avaladas por su trayectoria profesional pero también por una integridad suficiente como para debatir o discrepar y favorecer así la pluralidad en el museo.
No hay que olvidar, no obstante, que el consejo rector del IVAM no puede convertirse en la oposición de la dirección, es decir, esto no es Les Corts. No se trata de juzgar y poner en entredicho todo lo que Císcar decida. Su labor es refrendar la gestión, pero eso sí con una autoridad como para cuestionar alguna decisión y servir así realmente de órgano de control. La finalidad siempre debe ser mejorar, nunca actuar en contra de nadie. El objetivo es conseguir un museo que esté a la altura de otros centros de arte nacionales no que el IVAM sea la excusa para desgastar a un Gobierno o a un determinado político.
Catalá ha anunciado también la creación de otro consejo, asesor en este caso, que estará formado por 'personas de reconocido prestigio' y del que la propia Císcar será vicepresidenta. Tendrá voz pero no voto. Más convidados de piedra. A falta de un consejo, dos.
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