El antiguo dueño del solar de los rascacielos de Calatrava reclama al Consell 100 millones
El propietario sólo recibió 3,5 cuando fue expropiado en 1994 y la Generalitat valora el conjunto de la parcela en 289 millones de euros
PACO MORENO
Domingo, 7 de julio 2013, 03:18
La empresa l'Horta Inversiones, afectada por la expropiación en 1994 de unos solares que luego se destinaron a los fallidos rascacielos de Santiago Calatrava, reclama a la Generalitat en el Tribunal Superior de Justicia una indemnización por valor de cien millones de euros al no estar de acuerdo con los 3,5 millones de euros recibidos en su día. El último trámite del camino emprendido hace casi dos décadas ha sido unas alegaciones con fecha del día 17 para que se aclare una resolución donde se habla de la tasación del terreno.
L'Horta Inversiones tenía en propiedad unas naves dedicadas a la industria audiovisual junto al camino de las Moreras. Con una superficie que ronda los 10.300 metros cuadrados, buena parte de este terreno acabó formando parte de la llamada parcela M-3. La compañía, junto con otros afectados, presentó un recurso en contra del planeamiento, que acabaron ganando en el Tribunal Supremo y obligó a aprobar un nuevo plan urbanístico en 2000.
Otra cosa distinta fue la expropiación, por la que todavía pelean los propietarios. El recurso se dirige también contra el Estado, al no estar de acuerdo con las valoraciones realizadas por el jurado provincial que valoró los terrenos. La empresa consiguió en mayo de 2007 que se anulase la tasación y se hiciera otra nueva, en sustitución de los poco más de 3,5 millones de euros recibidos, según indicaron fuentes conocedoras del proceso.
El primer argumento de la Generalitat fue aceptar la nueva tasación aunque con el «techo» de la realizada a mediados de los años 90, algo rechazado por la propiedad, que el pasado 21 de abril presentó en la sala de lo contencioso del Tribunal Superior de Justicia un extenso documento donde se detalla la indemnización a la que cree tener derecho. La parte más gruesa corresponde al valor del solar, que se eleva a 60,7 millones de euros, mientras que el vuelo, es decir, las naves desaparecidas, se estiman en 5,7 millones de euros. Los daños morales por los 20 años de proceso judicial ascienden a 3,3 millones, y el lucro cesante por la industria audiovisual que había en el recinto asciende a 9,4 millones. Por último, la ocupación ilegal del terreno durante estos años se eleva hasta los 19,9 millones. En total, 99,6 millones de euros.
La pugna por una nueva tasación de la expropiación ha estado sujeta a varios vaivenes. Una parte sustancial del recurso se basa precisamente en la voluntad de vender las parcelas, valoradas en 2004 con un precio de 228 millones de euros. Esta cifra sale de un informe de Tinsa que se adjunta en el expediente.
Por el contrario, la Administración autonómica propuso en una de las ofertas aumentar la tasación un 25%. En total, el asunto ha pasado tres veces por el Tribunal Supremo, lo que indica la importancia del caso, que arroja otro dato significativo salido del propio presupuesto de la Generalitat. El valor de los solares se fija en estas cuentas en 289 millones de euros dentro de las cuentas de la empresa pública.
Las edificaciones construidas en el recinto sumaban 1.500 metros cuadrados de superficie en buen estado de conservación y donde se habían previsto obras de mejora para habilitar platós de rodaje.
La empresa ofreció a la Administración autonómica la restitución de las parcelas, lo que fue denegado con el argumento de que ya habían sido transferidas a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la empresa pública que debía encargarse de venderlas con el proyecto de los tres rascacielos de Calatrava.
En opinión de los afectados, desde 2000 se preveía la venta, aunque la primera maqueta de las torres no se presentó hasta cuatro años después. Fue el 6 de noviembre, en el Palau de la Generalitat y con Francisco Camps como promotor de un proyecto que ha costado a las arcas públicas, de momento, la friolera de 15 millones de euros.
Esa fue la tarifa del arquitecto Santiago Calatrava para desarrollar una iniciativa que primero incluyó cuatro torres y luego se quedó en tres. Debían ser uno de los iconos arquitectónicos de Europa, sin duda los de más altura, aunque hoy en día han quedado completamente descartados. Incluso se habló de habilitar una estación de tren en las cercanías, como una mejora en las infraestructuras de la zona. En su lugar, el solar acoge hoy las alas del Ágora y restos de la obra de la línea 2 del metro.
Los matorrales se han adueñado de una zona donde el único interés es comprobar si los antiguos propietarios consiguen o no ganar el pleito. El último movimiento ha sido la presentación de unas alegaciones en el Tribunal Superior, donde se pide una aclaración sobre un acuerdo acerca de la tasación del solar.
El 7 de junio, la sala de lo contencioso indicó en un resolución que «no ha lugar al recibimiento a prueba solicitado», en respuesta a la demanda de la empresa, que no fue contestada ni por la Generalitat ni por la Abogacía del Estado. Por esta razón, existe cierta confusión sobre si se estima seguir con el proceso incorporando la valoración de los cien millones de euros.
El Ágora está incompleta y no hay fechas para su finalización, por lo que las piezas móviles de su cubierta seguirán en el solar del camino de las Moreras, una propiedad de la Ciudad de las Ciencias si la Justicia no dice lo contrario.
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