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VICENTE LLADRÓ
Lunes, 8 de julio 2013, 13:28
«Es posible que usted no conozca los despoblados valencianos de Bibioj, Suera Alta, Benicalaf o Vizcota. Puede que tampoco espacios naturales y paisajes próximos a ellos poco conocidos y de gran valor y belleza, como el Chorrador de Zucaina, el Pozo Negro, los 'estanys' de Almenara o la Sabina La Juana (en Alpuente)». Así empieza, aunque en valenciano, la presentación del libro 'Pueblos valencianos abandonados. La memoria del silencio', con el que el periodista de Alboraya Agustí Hernández muestra un amplísimo abanico de aldeas y pueblos que estuvieron llenos de vida y que hoy yacen en la falda de una montaña o en el fondo de un pantano, habitualmente rodeados de bellísimos parajes naturales.
Se trata de un libro autoeditado, que saldrá en octubre próximo y para cuya financiación de imprenta planteó el autor una campaña de micromecenazgo, a través de las redes sociales, que ha contado con gran aceptación. En sólo tres semanas se ha cubierto ya el 70% del presupuesto de edición, que es modesto (2.090 euros), con pequeñas aportaciones económicas realizadas por valencianos concienciados por estas cuestiones y preocupados por mantener la memoria histórica de lo que desapareció por la evolución de los tiempos y las circunstancias económicas y demográficas. Muchas de estas aportaciones han llegado de lejos, de otras regiones de España e incluso de Alemania y Australia.
La iniciativa es continuación de otro libro que hizo Agustí con José Manuel Almerich, 'Pobles abandonats; el paisatge de l'oblit', y del que surgió también el blog 'poblesvalenciansabandonats.blogspot.com '. Sin embargo el autor aclara que, mientras el primer trabajo incidía más en los aspectos del fenómeno histórico del despoblamiento en tierras del interior, éste «es más fotográfico», se centra más en la idea de dejar memoria clara de lo que fue y lo que queda, con ese atractivo especial que tienen las ruinas que albergaron casas, granjas, escuelas, bares y otros negocios, entre cuyas paredes todavía en pie parece que resuenen ecos distantes, en medio del silencio y la soledad circundante.
Agustí Hernández lleva más de una década de incansable peregrinar por la geografía más recóndita de la Comunitat Valenciana. Una sucesión de excursiones, buscando descubrir lugares nuevos y sorprendentes parajes, le ha permitido recopilar un amplio conocimiento para compartir y dejar constancia de todo ese patrimonio. Abarca toda la región, pero se confiesa más admirador de las tierras de Castellón y sobre todo le impactó descubrir el Rincón de Ademuz.
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