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DANIEL VALERO
Lunes, 15 de julio 2013, 03:24
Mucho tendría que cambiar el panorama para recuperar un inmueble declarado Bien de Interés Local de Paterna: el Molí del Batà. El edificio, de principios del siglo XX, ha sufrido hasta cinco incendios, uno de ellos muy grave, y se encuentra totalmente abandonado por sus propietarios, que ignoran los expedientes municipales que los condenan a rehabilitarlo y a protegerlo. Su alto coste también frena al consistorio, que asegura que sólo expropiará la construcción «en última instancia».
La Asociación de Vecinos del Barrio de Campamento lleva años solicitando al ayuntamiento que llegue a un acuerdo con los dueños para preservarlo. Antes y después de los múltiples incendios que ha sufrido la construcción -el más grave en 2008- solicitaron que se limpiara la maleza tanto del mismo molino como de los alrededores, «que dan la imagen de una Paterna descuidada y, lo que es más importante, peligrosa para quienes se acercan a este lugar», según explicó el presidente de la entidad vecinal, Domingo Martínez.
Fuentes municipales explican que el Molí del Batà es uno de los cerca de 200 terrenos expedientadas en el municipio desde principios de 2009, cuando se puso en marcha el Plan de Inspección para la limpieza de Solares destinado a velar por el buen estado de las parcelas de la localidad. La relevancia del conjunto arquitectónico no ha librado a la administración local de problemas como la dificultad para contactar con la sociedad propietaria del inmueble o los impagos de las sanciones impuestas.
«Actualmente existe un expediente de ruina que les obliga a invertir 1.100.000 euros en actuaciones para evitar que se siga deteriorando, además de otro que exige su reconstrucción por un importe sin determinar. Todo tras un largo proceso de denuncias por abandono al que han presentado multitud de recursos», indicó el consistorio, que reconoció que tiene «pocas esperanzas de que lo reformen». Además, «su alto coste y la coyuntura económica hacen que el ayuntamiento sólo se plantee expropiar el molino en última instancia», añadieron.
El resultado es un edificio protegido abocado a su total deterioro que ha ardido hasta cinco veces en los últimos seis años. En 2008 sufrió dos incendios seguidos, uno menor a finales de abril y otro muy grave a principios de mayo que prácticamente lo destruyó. Ya en 2012, de nuevo en mayo, las llamas prendieron en los matojos de sus alrededores, y un mes después, a finales de junio, el suceso se repitió en la que fue sala de la maquinaria del molino. Una explosión provocó el último fuego, en marzo de este año.
Según la documentación recabada por la Asociación de Vecinos del Barrio de Campamento, el origen del molino podría datar del medievo, siglos después de que la Real Acequia de Moncada pasara por la zona. La entidad vecinal fecha en el siglo XVIII el momento en que comienza a ser utilizado por el Gremio de Peraires como batán de paños y telas, actividad que daría nombre tanto a la edificación como a la zona.
En el siglo XIX pasó a manos privadas y comenzó su explotación como molino de harinas. En 1910 los propietarios realizaron una reforma y ampliación que le dio el aspecto que posee en la actualidad. La fase de producción harinera cesó en 1960 y durante la década de los 80 fue utilizado como taller de fallas. En los noventa, según los vecinos, comenzo su deterioro. «Quedó sin actividad y a merced de que cualquiera pudiera entrar, volviéndose su estado cada vez más ruinoso».
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