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HÉCTOR ESTEBAN
Lunes, 29 de julio 2013, 13:16
PDF: Así se distribuyen el dinero público los partidos políticos
Encuesta: ¿Cómo deberían financiarse los partidos políticos?
Los milagros en política existen. Eso de que gobierno y oposición son incapaces de llegar a pactos es una leyenda urbana. Lo cierto es que el enfrentamiento prevalece por encima del acuerdo, aunque no siempre es así. Hay familias que se rompen por una herencia. A los políticos, tan acostumbrados a ir a contracorriente de la sociedad, el reparto del dinero les une tanto como el 'loctite'. La fiesta de las subvenciones públicas siempre termina con el reparto de la tarta económica en un ambiente de hilarante hermandad. Quizá sea el único momento de la legislatura en el que las banderas y las siglas se pierden por los agujeros de los bolsillo.
En los últimos años, la subvenciones a repartir entre los grupos políticos siempre han estado bendecidas por la unanimidad. Todos los partidos con representación parlamentaria en Les Corts, sin que el nombre de los portavoces altere el producto, han llegado a un acuerdo inmediato a la hora de fijar ayudas para llenar las cuentas corrientes de las sedes. En los últimos seis ejercicios, de 2008 a 2013, Partido Popular, PSPV, Compromís y Esquerra Unida se han asignado casi 38 millones de euros a distribuir entre ellos según representación. La vía de financiación es doble: el presupuesto de la Generalitat y las ayudas de Les Corts a los grupos parlamentarios.
Hasta 2008, los únicos partidos políticos que se reservaban una partida del presupuesto autonómico eran los del País Vasco. A partir de ese año, los grupos con nómina en Les Corts Valencianes aprobaron por unanimidad incluir una partida en el presupuesto para financiarse. El acuerdo llegó de tapadillo, como se suelen hacer estas cosas en la Comunitat Valenciana. Las pancartas sobre la transparencia no estaban de moda en una época en la que gobierno y oposición se esforzaban en que las prebendas quedaran lo más ocultas posibles. Y así fue.
A través de la ley de acompañamiento, esa norma que permite meter con calzador novedades legislativas vía presupuesto, los grupos políticos de Les Corts pactaron la cantidad a repartir. Empezaron a los grande con 3,5 millones de euros.
En ese año, el primero que completaron con una doble financiación gracias a la inyección de la Generalitat y del Parlamento regional, los tres partidos con representación en Les Corts, PP, PSPV y Compromís (Esquerra Unida todavía estaba en la coalición) cerraron una financiación con dinero público de más de 7,2 millones de euros.
Ahora, seis años después, el reparto se mantiene aunque con una rebaja considerable debido, principalmente, a la presión mediática por la crisis económica. Los proveedores de la Generalitat no cobran. El hecho de apretarse el cinturón a nivel público pasaba, entre otras cosas, por la reducción de la partida presupuestaria para financiar a los partidos políticos. Cuestión de estética. Para este año la mordida es de poco más de 1,2 millones de euros. La aportación de Les Corts, en cambio, se mantiene por encima de los 3,8 millones de euros.
En el último debate de política general, una de las pocas propuestas de resolución que contó con la unanimidad de todos los grupos parlamentarios fue la de congelar la aportación de la Generalitat a los partidos. En 2012 fue de más de 1,7 millones de euros. La misma partida se fijó para el presupuesto de este año aunque finalmente el número dos del PP, Serafín Castellano, anunció en un desayuno con periodistas que la cantidad se reduciría en un 30% como ejemplo de austeridad. Al final, el presupuesto asignado ha sido de poco más de 1,2 millones de euros.
Los minoritarios acusan al PP de ejercer la asfixia económica. De hecho, la coordinadora de Esquerra Unida, Marga Sanz, pidió tras la reunión de una Junta de Síndics que se blindara la aportación de Les Corts a los grupos. Compromís, por su parte, inventó el «cheque democrático» para que cada valenciano destine la parte proporcional del presupuesto que le corresponde al partido que considere.
La idea tiene ciertos toques surrealistas. El partido de Morera y Oltra pretendía dividir el montante global entre cada habitante con derecho a voto de la Comunitat. Esos 0,33 céntimos de euro, por ejemplo, serían un cheque nominal de cada ciudadano que lo donaría a un partido político en concreto. Como si la representación electoral no fuera suficiente para calibrar cuántos ciudadanos apoyan a cada formación. La guinda de la propuesta nacionalista era que el dinero de aquellos que no quisieran ejecutar su cheque democrático se repartiera a partes iguales entre los partidos políticos. ¿No sería mejor distribuirlo entre proyectos con fines sociales?
En números rojos
La realidad de la unanimidad en el reparto del botín es siempre la misma: la precaria situación económica las formaciones políticas. Se ha demostrado que en el PPCV, el partido de los más de cien mil militantes, una amplia mayoría no paga la cuota. Darte de baja de la sede de la calle Quart es más complicado que anular un contrato telefónico. Los populares, que gobiernan con mayoría absoluta desde el siglo pasado, se han asignado en los últimos años sobre 20 millones de euros de dinero procedente de Les Corts y del presupuesto de la Generalitat.
La situación económica de los socialistas valencianos es más que preocupante. Con una deuda que ronda los 9 millones de euros han sido incapaces de regular hasta un ERE porque no pueden pagar las indemnizaciones.
Residir en el centro de la ciudad ha pasado factura. La sede ubicada en la calle de La Blanquería, al lado de las torres de Serranos, es una hipoteca agarrada a la yugular. Por ahí se desangran los socialistas, que salen con sonrisa de oreja a oreja cada vez que rubrican un acuerdo para llenar el buche de la cuenta corriente. A finales de año, hubo un amago para pegarle un buen tajo a la ayuda de Les Corts a los grupos. La iniciativa la lideró el PP con el altavoz de la doctrina Fabra por delante. En este caso no la referida a los imputados, sino por la vía de la austeridad.
Los socialistas se apiadaron de los minoritarios aunque la realidad escondía la ruina económica por una hipoteca de una sede maldita. El PSPV, que muerde de la nómina de sus diputados, que paga a cargos de partido con sueldos públicos y que confisca los superávits de las agrupaciones de pueblo, corre el riesgo de ser el primer partido desahuciado.
Tras el PP, el partido que ahora lidera Ximo Puig es el que más dinero se ha llevado de las cuentas públicas. Durante los tiempos de vino y rosas había cuenta del partido en el bar de la esquina. Ahora, ya no hay dinero ni para pagar el asesor de imagen que el líder del partido se ha buscado para refinar su perfil de cara a las elecciones. El Tribunal de Cuentas, cada año, certifica que la federación valenciana es una de las que más dinero debe. En los últimos seis años, en el partido obrero por excelencia han entrado más de 13 millones de euros de dinero público que se han esfumado en letras principalmente.
Las cuentas de los minoritarios tampoco son mucho mejores. Buceando por algún libro de un autor valenciano se puede encontrar algún tesoro sobre quién pudo pagar aquella brutal campaña electoral de 2003 del Bloc de Pere Mayor que murió en la más cruel de las orillas. Al borde del 5% de los votos. Algunos apuntan que esas historias que son leyendas urbanas.
Compromís pasa por apuros económicos. Han tenido que aplazar 70.000 euros en retenciones a la Seguridad Social y hacen funanbulismo financiero para poder pagar las nóminas a final de mes. En esta legislatura, la coalición integrada por Bloc e Iniciativa ha ingresado más de un millón de euros de Les Corts, a lo que hay sumar las decenas de miles de euros del presupuesto de la Generalitat.
Cuando los diputados de Esquerra Unida fueron expulsados de Compromís para pasar a los no adscritos, la formación que entonces lideraba Glòria Marcos, empezó a pasarlo muy mal. Los créditos con los bancos eran una losa y la aportación de Les Corts se quedó en unos testimoniales 30.000 euros al año. De hecho, fue el PP el que le tiró una mano a EU en Les Corts al desencorsetar las estrictas medidas de ahogo que se les aplican a los no adscritos.
En diciembre de 2008, Compromís fue el único grupo parlamentario que votó en contra de que Esquerra Unida percibiera 2.594 euros al mes para sus gastos. La idea de Mónica Oltra, que dijo que la decisión de dar dinero a EU iba en contra del reglamento, era dejar morir de inanición a sus excompañeros.
No ha cumplido
Los partidos políticos navegan por las corrientes de la deriva económica porque también es cierto que el Consell luego no ha cumplido con el total de las aportaciones aprobadas. Especialmente en los dos últimos ejercicios. Tampoco es nada que tenga que sorprender. Hay proveedores de lo público que no han tenido más remedio que bajar la persiana de su negocio porque la administración no paga. Quizá, el dinero que se destina a los partidos políticos, que a fin de cuentas son subvenciones millonarias como las que pueden percibir sindicatos y patronal, podría curar los males económicos de trabajadores que esperan el pagaré de la administración.
La asignación de 2012, la de 1,7 millones de euros, ha devuelto a la realidad a los partidos. La crisis sólo ha dado para repartir 424.000 euros. Y no habrá más. Los 980.000 euros que correspondían al PP se quedaron en 233.000; el PSPV sólo recogió 134.000 de los 588.000 que tenía asignados; Compromís, en unos testimoniales 32.000 euros de los más de 107.000 que esperaba y Esquerra Unida, se conformó con unos anoréxicos 25.500 euros frente a los 90.000 que le prometieron.
La previsión de ingresos no se ha cumplido, lo que ha hecho que los balances a final de año se descuadraran y quedaran en números rojos. Los partidos, pese a las partidas millonarias que han tenido y se han repartido, han sido incapaces de gestionar su casa.
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