Vecinos de Xàbia denuncian que el ruido de una discoteca supera el límite y les impide dormir

«Estamos desesperados». Con estas palabras definen su situación los vecinos de una urbanización de Xàbia cercana a una discoteca. Según denuncian, el ruido, agravado por el botellón, no les deja dormir y supera los límites permitidos.

Han sido numerosas las veces que se han dirigido al ayuntamiento y ya están cansados de no obtener una solución satisfactoria que les permita descansar durante la noche, especialmente ahora en pleno agosto, cuando muchos se ven obligados a cerrar las ventanas para intentar aplacar ligeramente el sonido que les llega a sus viviendas. Aunque, según reconocen los vecinos de la urbanización Domos, ni siquiera así dejan de oír la música.

La queja no es nueva. Desde que en 2011 reabrió sus puertas la discoteca, el malestar de los residentes de las viviendas cercanas ha sido recurrente y así se lo han trasladado en numerosas ocasiones tanto a la Policía Local como al consistorio. En su opinión, es «una barbaridad» lo que tienen que soportar, ya que no ha sido un incidente puntual, sino que se repite con asiduidad, y afecta a alrededor de «200 viviendas de la zona».

Según recalcaron, son ciudadanos que pagan sus impuestos y, la mayoría, son personas que residen a lo largo de todo el año allí y tienen derecho a descansar por las noches y para el consistorio «lamentablemente no prima la defensa de los derechos de los vecinos».

Hartos de intentar sin éxito que se redujera el ruido, decidieron trasladar su malestar al Síndic de Greuges, José Cholbi, quien admitió a trámite sus quejas por la contaminación acústica y lo que consideraban una falta de respuesta municipal. Éste solicitó un informe al consistorio, que respondió que constaba licencia de apertura del establecimiento y que en julio de 2012 la Junta de Gobierno Local de Xàbia le concedió licencia ambiental para poder ejercer de discoteca.

El síndic hizo llegar la contestación a los afectados, quienes presentaron una alegación ratificándose en su queja. Cholbi, en marzo de este año, recomendó al ayuntamiento que «adopte las medidas necesarias para reducir 'realmente' al máximo posible las molestias acústicas denunciadas en aras a garantizar el respeto en todo momento de los límites máximos de decibelios permitidos».

Los vecinos de la urbanización consideran que eso no se ha producido y destacan que «suben el volumen de la música a partir de las cuatro» y que además los botellones que se organizan dejan la zona sucia. Así que decidieron contratar a una empresa externa con autorización de la administración para que realizase una medición que luego tuviera validez.

Esa medición tuvo lugar el pasado sábado por la noche, en una casa que dista algo más de 100 metros. Los resultados dieron «53 decibelios, cuando lo máximo permitido en la zona es de 45», subrayaron.

Cuando esté el informe definitivo lo presentarán en el consistorio. De hecho tienen previsto solicitar una entrevista con el alcalde o el concejal de Seguridad para enseñarle los datos y pedirle que actúe. Si no logran que baje el ruido estudiarán plantear una demanda por «atentar contra el derecho al descanso».