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JOSÉ M. ORTUÑO
Martes, 27 de agosto 2013, 02:31
El Ministerio de Hacienda no sólo investigará a los pensionistas valencianos que en su día emigraron y ahora cobran dos pensiones, como informó este periódico el pasado martes. Desde la Agencia Tributaria aseguran que van a ir más allá, ya que lo que abunda por la Comunitat son los extranjeros que vienen a jubilarse y no están empadronados, de modo que no tributan.
La ley aclara que todo aquel que tenga dos residencias debe de hacer la declaración de la renta en el lugar donde pase 183 días, es decir, la mitad más uno de los que tiene el año. En el caso de vivir en varios sitios, indica que la obligación es cotizar en el país o lugar en el que se permanezca más tiempo.
En estos instantes hay en todo el territorio valenciano un total de 493.099 residentes que han llegado desde países de la Unión Europea, de los cuales, según los datos del padrón que tiene el INE, 111.587 tiene 65 años o más.
Según advierten desde distintas fuentes, no sólo vienen a jubilarse a las costas levantinas habitantes de la UE. Últimamente, los que están aprovechando los buenos precios que la crisis económica ha dejado en España son los rusos. En estos instantes, hay empadronados en la Comunitat 15.774 habitantes procedentes de Rusia. De momento, la mayoría de extranjeros que reside en territorio valenciano siguen siendo rumanos (143.106). Sin embargo, cada vez los procedentes del Reino Unido son más y se les acercan, puesto que ya son 142.056.
En la Comunitat, alrededor del 75 por ciento de los foráneos reside en la provincia de Alicante, sobre todo en las zonas costeras del sur. María Dolores Fernández, del Club Crisol, una asociación de jubilados de Orihuela, trabaja con ciudadanos de más de 20 países y asegura que los ingleses «suelen ser poco sociables, no todos, pero sí muchos de ellos». En ese sentido, Graham Knight, que ayuda a los extranjeros en la Oficina Municipal de Atención al Residente Internacional (OARI) de Torrevieja y que reside en España desde hace más de veinte años añade que tiene «amigos que llevan aquí 15 y no hablan ni una palabra de español. Yo trabajo para que todos se integren».
No tiene nada que ver la edad media de los residentes llegados de unos países a otros. Las cifras aclaran quienes son los que vienen para jubilarse. Los británicos que viven en la Comunitat tienen un promedio de 50,2 años, mientras que la de los llegados desde Rumanía supera por poco la treintena (31,5). De todos modos, los más mayores son los alemanes, con 50,7.
Rosa Martínez, concejal de Extranjería de Torrevieja, destaca que en su municipio son mayoría de ingleses y alemanes, aunque «ahora están llegando muchísimos rusos». En cuanto a si han recibido algún tipo de reclamación tributaria asegura que desconoce «si les ha empezado a llegar porque ellos en verano suelen irse. Hay muchos que hacen seis meses y seis meses».
En la localidad alicantina viven en estos momentos «un 51 por ciento de extranjeros entre europeos e inmigrantes de otros lugares. La situación es muy similar por la zona. En municipios como Orihuela, Albatera o San Fulgencio también sucede, aunque se está notando que muchos se van por la crisis y la falta de trabajo».
Knight ve con buenos ojos que la Agencia Tributaria esté investigando a los que no se empadronan cuando superan los 183 días de estancia. «Me parece correcto», admite. «Creo acertado que refuercen la ley existente», porque esta convencido de que «hay gente que vive aquí más tiempo del que dice». Además, añade que aunque pasen en España menos de medio año, «si tienen bienes, deben que hacer una declaración en relación a su patrimonio».
Por la zona también trabaja la plataforma Puma22. Román Jiménez confirma que con los jubilados extranjeros «hay muchas anomalías». Esto provoca que los que residen legalmente «echen de menos que las cosas se hagan bien. En la zona donde vivo hemos hecho denuncias a nivel individual, pero nunca sabemos cómo acaban».
Jiménez acepta que la Agencia Tributaria los investigue, «pero lo tiene complicado porque el empadronamiento en ocasiones no es real. A mi casa llegaron un día desde el ayuntamiento preguntando cuántos éramos porque había 14 personas inscritas, cuando en mi familia sólo somos tres».
En su caso, María Dolores Fernández avisa a los que se apuntan a su club. «Les advierto en las asambleas anuales de que no pueden pretender, ni exigir los mismo derechos que tienen los que sí no están empadronados, aunque cuando vienen no se lo preguntamos».
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