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MARÍA GONZÁLEZ
Sábado, 31 de agosto 2013, 02:43
Llenos de satisfacción han vuelto los jóvenes odontólogos valencianos, recién licenciados, que han estado dos semanas trabajando de manera voluntaria en Nagua, República Dominicana. Y no es para menos después de haber ayudado a más de 2.000 dominicanos desde primeros de agosto y haber aprendido, no sólo sobre su profesión, si no sobre la forma de vivir de una cultura completamente diferente.
«Repetiría experiencia sin dudarlo, nos ha gustado mucho trabajar allí y vivir todo aquello», destaca Jorge Rodríguez de Guzmán, uno de estos odontólogos. Viajaron doce personas: una estomatóloga con trayectoria en función de instructora, y once jóvenes que acaban de terminar la carrera, -entre ellos un italiano que ha estudiado en la ciudad-. El objetivo principal era obtener experiencia, aunque han vuelto con mucho más que eso. «Siempre es bueno añadir práctica, además de conocer otras culturas y sobre todo ayudar a los demás», indica Jorge.
Operaron en Nagua, una ciudad del norte de Santo Domingo «con unos 50.000 habitantes aproximadamente». Allí se encuentra una extensión de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, aunque «ni si quiera se impartía odontología», cuenta el valenciano. Su rutina de trabajo era todos los días la misma, explica Carmen María Domingo, estomatóloga valenciana: «A las seis de la mañana llegaban los pacientes, a las siete y media los clasificábamos por el tratamiento que necesitaban, y a partir de ahí en cada aula se trabajaba en una cosa atendiendo durante el resto del día».
Acostumbrados a manejar grandes equipos de material, estos odontólogos recién salidos de la universidad tuvieron que aprender a hacer más, con menos. «Trabajábamos en aulas que habilitaron con unos sillones básicos y poco más; ni si quiera entraba luz suficiente y tuvimos que comprarnos linternas», relata Jorge, como un ejemplo de tantos. Pero cuando no queda otra, «aprendes a trabajar con recursos limitados, adaptándote a la fuerza», añade el joven valenciano.
La realidad en la que viven los dominicanos provocó que se formaran largas colas todos los días y que hubiera gente que esperaba «desde bien pronto por la mañana hasta las ocho de la tarde», recuerda Carmen. «La mayoría no puede costearse casi ni un médico general, y cuando lo hacen se quedan sin dinero para poder comprarse los medicamentos recetados», comenta la estomatóloga.
En todo momento estuvieron acompañados por odontólogos dominicanos que les ayudaban tanto en el trabajo como en el día a día. Compartían con ellos albergue y les echaban una mano «en el tema de la convivencia», asegura Jorge. Como extranjeros, les costaba saber el verdadero precio de las cosas o como moverse y ellos les aclaraban todo eso. «Hubo muy buena comunicación entre alumnos y locales», coincide también Carmen. La acogida que recibieron fue «muy especial» a ojos de la valenciana. «Nos cuidaron muchísimo en todo momento, con autobuses que nos llevaban, seguridad...», afirma muy agradecida.
Debido a un contratiempo con el albergue en el que se hospedaban, pasaron cuatro días acogidos en casas de dominicanos. Durante este tiempo descubrieron la amabilidad de la población, que les ayudaron en todo, incluso les daban «las llaves de la casa», cuenta Jorge. «Te ofrecen todo lo que tienen», añade.
Todo comenzó esto hace un año, cuando Carmen oyó hablar de este proyecto del Colegio de Odontólogos de Madrid y la Fundación Solidaridad y Esperanza, y se interesó en él. En abril le propusieron viajar, y vio en ello una «buena oportunidad de practicar» para su hija, que terminaba la carrera. Ella lo propuso a sus compañeros, y así fue como «de rebote» se enteraró el resto. Carmen, Ana, Anabel, Amaia, Amparo, Paola, Andrea, Carlos, Javier, Marcelo, Adrián y Jorge. Los once odontólogos que mejoraron sonrisas.
La experiencia ha aportado «el conocer gente nueva, hacer verdaderos amigos, ayudar y trabajar en sitios nuevos», revela Carmen. «He vuelto tan satisfecha de lo que hemos hecho allí», puntualiza ilusionada tras la vuelta. Además de haber visto cumplida «una intención que tenía en mente hace tiempo» y que vio el momento de realizarlo.
Pasada la vivencia, Carmen cree tendría que contar «con mayor difusión» entre los estudiantes de la ciudad. De cara al próximo año, la estomatóloga pretende conseguir que se «apuntes muchos más jóvenes». Para ello en cuanto reciba los cedés con la información de todo lo que han hecho allí, quiere contarlo en todas las universidades.
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