La conductora que mató a dos jóvenes declara que sólo tomó dos cervezas esa noche

Dos cervezas, una botella vacía de whisky en la guantera, una alcoholemia positiva y un informe demoledor de la Policía Local. Las pruebas e indicios que incriminan a Blanca G. S., la conductora que causó un accidente con dos muertos junto al Hospital Clínico de Valencia, se sucedieron ayer durante la declaración de la joven y las preguntas formuladas por las partes en la segunda sesión del juicio que se celebra en la Ciudad de la Justicia. La acusada declaró que la noche del siniestro sólo tomó dos tercios con una amiga, y afirmó que no recuerda el momento del choque ni cuando se saltó ocho semáforos en rojo, según la investigación policial.

La procesada adujo que sufre amnesia postraumática, y aseveró que no se explica cómo tuvo lugar el trágico accidente ni cómo dio positivo en las dos pruebas de alcoholemia que le realizaron -en aire espirado y sangre- poco después del choque mortal. La joven precisó que tomó una cerveza con unas aceitunas, y luego, en otro bar, otro tercio más con unas bravas. «Y no tomé nada más», insistió. También dijo que no conduce «saltándose semáforos en plan loca», sino a una velocidad prudente «en segunda o tercera -marcha- para ir en ciudad».

Blanca G. rompió a llorar e interrumpió su declaración tras emocionarse cuando explicaba que tenía un hijo de un año y medio y que había recibido tratamiento psicológico tras el accidente. Seguidamente, la acusada señaló que sopló tres veces en la prueba de alcoholemia -que arrojó un resultado positivo de 0,35 miligramos de alcohol por litro de aire espirado-, y manifestó que un policía local le dio un papel para que lo firmara antes de realizarle la analítica de alcohol en sangre.

«Me dijo que si no lo firmaba cometía un delito e iría al calabozo, y por eso firmé con el consentimiento de mi padre», declaró Blanca G., que se sintió presionada y coaccionada por el agente, aunque confirmó que no presentó ninguna denuncia por las supuestas exigencias del policía local.

Tras ser preguntada por la botella de whisky que llevaba en la guantera, la joven afirmó que era de su hermano, estaba vacía y se encontraba en el coche «desde hacía más de un año». La procesada aseguró que su hermano Lucas «colecciona botellas» y dejó una en el vehículo que ambos utilizaban.

El padre de la acusada y dueño del coche que conducía Blanca G., que declaró instantes después como responsable civil subsidiario, calificó también de coacciones las indicaciones que recibió su hija para que firmara la autorización de la analítica de sangre. Luego dio el pésame a las familias de las víctimas, y en ese momento se escuchó en la sala la desaprobación de varias personas. «¿Ahora?», preguntó la hermana de uno de los jóvenes fallecidos. También declararon un taxista y un joven universitario, que confirmaron la conducción temeraria de la procesada. El primero presenció cómo el Renault Clio -conducido por Blanca G.- se saltó dos semáforos en rojo poco antes de embestir al coche en el que viajaban las víctimas.

La fiscal pide cuatro años de cárcel para la joven por dos delitos de homicidio por imprudencia grave y otros dos de lesiones y conducción temeraria. Una de las acusaciones particulares solicita un año más de prisión por el desprecio absoluto que mostró la joven a las normas de circulación. La defensa sostiene que los semáforos que supuestamente se saltó Blanca G. están mal sincronizados, y que la prueba de extracción de sangre se obtuvo mediante coacciones, por lo que pide su nulidad. En el accidente, que tuvo lugar el 16 de noviembre de 2010, murieron dos jóvenes y otro resultó herido grave.