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PABLO M. DÍEZ
Miércoles, 2 de octubre 2013, 03:44
Un racimo de uvas a 3.000 euros y un par de melones por 12.000. La fruta, ya de por sí cara en Japón, alcanza el estatus de artículo de lujo cuando se mezcla con la tradición en una sociedad tan formalista y exquisita como la nipona. Así ocurre a mediados y finales de año, cuando los japoneses tienen el detalle de enviar regalos a familiares, amigos e incluso jefes o profesores con los que se sienten especialmente agradecidos o en deuda. Algo así como mandarle un jamón por Navidad al amigo que ha 'enchufado' a nuestro hijo, pero con menos calorías.
Entre estos presentes, que se denominan respectivamente 'ochugen' y 'oseibo', destacan algunas frutas de formas perfectas, colores deslumbrantes, aromas embriagadores, sabores deliciosos y, cómo no, precios estratosféricos. Es el caso de los dos mejores melones de la isla de Hokkaido, que cada año son subastados -alcanzan los 1,6 millones de yenes (12.000 euros)-, o de las uvas 'rubí romano' de la prefectura de Ishiwaka, las más valiosas del mundo porque cada una puede llegar a costar 20 euros.
Al amparo de tan preciadas delicias se mantienen tiendas emblemáticas como Sembikiya, que alardea de ser la frutería más antigua de Japón. En sus 170 años de historia, ha abierto 14 sucursales en Tokio y tiene su sede principal en la Torre Mitsui de Nihonbashi. Desde 16.000 yenes (120 euros), entre sus especialidades figuran sus famosos melones de Indias, que son más pequeños, redondos y dulces que los españoles y están considerados la fruta de lujo por antonomasia en el archipiélago nipón. Según explica Sembikiya en su página web, «cada melón ha sido masajeado para alcanzar su forma esférica y criado con calefactores en invierno y aire acondicionado en verano».
En otro espectacular centro comercial de Roppongi tiene sus dependencias la tienda delicatessen de Sun Fruits. Allí, un melocotón «perfectamente redondo y con el tamaño de la cabeza de un recién nacido» cuesta 2.625 yenes (20 euros) y se venden sandías cuadradas, plantadas en cajas de plástico y generalmente para decoración, desde 5.000 yenes (38 euros). No obstante, la joya de la corona es una sandía con forma de corazón que cuesta 31.500 yenes (247 euros) y no puede ser mejor obsequio para el día de San Valentín.
En consonancia con el refinamiento del que hace gala este país, las boutiques japonesas de fruta no sólo presentan el género como si fueran auténticos bodegones, sino que además lo empaquetan en estilosas cajas de madera y lo envuelven con elegante papel de regalo que atan con unos lazos tan coquetos como perfectos.
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