Los Ángeles del Infierno desfilan por el banquillo de los acusados en Elche

Gran expectación la de ayer por la mañana en la Ciudad de la Justicia de Elche. Comenzaba un proceso judicial que durará varios días con el fin de juzgar a 16 supuestos integrantes de la banda de motoristas Ángeles del Infierno. Se les acusa de asesinar a un notario en Torrevieja en 2009 y de realizar varios robos y atracos con violencia, entre otros delitos.

Los hechos ocurrieron el 26 de octubre de 2009 en Torrevieja cuando seis supuestos integrantes de dicha banda irrumpieron en la notaría de Juan José Martínez Román, de 54 años, y le dispararon un tiro en el abdomen que le causó la muerte por una hemorragia masiva. Los hombres exigieron el dinero a la recepcionista, que les dio 915 euros, y una de las empleadas avisó al notario de lo que estaba ocurriendo. Cuando salió a comprobarlo fue cuando le dispararon. J.M.R.B. era quien presuntamente portaba el arma, un revolver Colt Phyton, con el que primero apuntó a la recepcionista para que le diera el dinero y después disparó al notario provocándole la muerte.

No todos los acusados arrastran su presunta pertenencia a la banda de motoristas, ya que también están involucradas las compañeras sentimentales de algunos de los miembros de esta organización, que no permite el ingreso de mujeres, aunque sí que colaboran en la organización cuando son requeridas. Estos miembros pertenecen al clan de Murcia, pero la organización se extiende por todo el territorio nacional y se estructura de forma jerárquica con normas.

En la vista de ayer, celebrada en la sección de la Audiencia Provincial de Alicante en Elche, declaró solo uno de los acusados, que se encuentra en libertad provisional tras permanecer en prisión preventiva. El declarante, D.L.S., está acusado de formar parte de los Ángeles del Infierno, «donde se organizan y planifican diversas actividades constitutivas de delito», según recoge el relato del fiscal, así como de «participar en la cobertura para que uno de los miembros pudiera ocultarse de las fuerzas policiales y ayudarles a huir».

Según declaró ayer el procesado, no tuvo conocimiento de los hechos hasta que se los contaron, porque él no estuvo allí cuando ocurrieron ni tampoco en las reuniones que se organizaron, como explicó al fiscal. Aunque sí admitió que colaboró en el encubrimiento de los hechos obedeciendo las órdenes de su superior porque, como dijo, «he estado amenazado, desde mi madre hasta mi mujer y mis hijos, no me quedaba otra que obedecer», y añadió que durante su estancia en la cárcel recibió varias cartas de D.J.P.G., el presidente de la organización murciana y supuesto cabecilla de las operaciones, «amenazándome para que no hablara».

D.L.S. admitió que trasladó de Murcia a Valencia a su compañero de la banda, A.S., y que se reunió con el resto de asaltantes en la notaría el mismo día del asesinato, tal y como le ordenó el cabecilla, para decidir qué hacían. En enero, J.M.R.B., supuesto autor del disparo, y D.J.P.G., decidieron huir al comprobar que los buscaba la Policía. El declarante se ocupó de recogerles la ropa de sus domicilios y se comprometió a recoger también la pistola para entregársela a la pareja sentimental de uno de ellos. Finalmente solo recogió y efectuó la entrega de la ropa.

El acusado niega los hechos delictivos. pero no niega su participación en el encubrimiento, pues admite que ayudó a sus compañeros «porque se lo ordenaron y tenía que obedecer». Según su declaración, quiso dejar la organización cuando empezó a comprobar que algunos de los integrantes realizaban hechos delictivos y fue cuando empezaron las amenazas, si bien, puntualizó que «no es la organización la que delinque, sino algunas personas en concreto».