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P. MORENO
Sábado, 19 de octubre 2013, 11:35
«No llegaron a pegarnos por un pelo, pero sí hubo violencia verbal y amenazas». La captura de palomas realizada esta semana durante tres días en Valencia se ha saldado con 3.000 aves atrapadas bajo las redes y un buen puñado de insultos recibidos por los técnicos de la empresa Lokímica, contrata municipal para el control de las plagas en Valencia, que seguirá haciendo este tipo de actuaciones.
Ocurrió en las torres de Serranos, en concreto en el tramo cercano del viejo cauce. Allí, los operarios habían tenido un cebadero durante semanas para acostumbrar a los pájaros y tener más éxito el día de la captura. Como siempre, en un segundo se desplegó la red y atrapó a decenas de palomas.
«Enseguida empezaron a gritarnos e insultarnos; nos echaban hasta mal de ojo». Las mismas fuentes identificaron enseguida el problema: los alimentadores de estas aves, auténticos 'fans' de las palomas y que dejan cantidades ingentes de maíz y miga de pan para alimentarlas. Con esto, la población aumenta sin control y crecen las protestas de los vecinos, quienes sufren los efectos de las aves por los ruidos y excrementos en los balcones.
La nueva ordenanza de tenencia de animales que prepara la concejalía de Sanidad trata esta cuestión e incluirá con seguridad algún tipo de sanción para los alimentadores. Ahora, la Policía Local sólo puede multarlos por vulnerar la ordenanza de limpieza al ensuciar la calle.
El 'cap i casal' acoge unas 40.000 palomas y tórtolas, según el último censo realizado. Las capturas periódicas ayudan a reducir esta población, una tarea necesaria pese a los insultos recibidos a veces por algunos vecinos. Hay alimentadores que se sienten obligados por alguna promesa hecha, mientras que a otros sencillamente les gusta este tipo de animales tan problemáticos.
Todos los monumentos y edificios protegidos de la ciudad están bajo la amenaza de las palomas, más bien del ácido de sus excrementos. Los técnicos de la contrata eligieron una treintena de lugares, donde se cebó a los animales durante semanas para que se acostumbraran. La plaza de la Virgen es uno de los lugares con más presencia de estas aves y, al mismo tiempo, más castigado. Las cornisas de la Basílica de la Virgen son ejemplo claro de esta situación, donde el pavimento suele lucir siempre una capa de heces.
En todo caso, el problema de los alimentadores será más de concienciación ciudadana que una cuestión de sanciones. En otro caso similar, las colonias de gatos callejeros, la concejala de Sanidad, Lourdes Bernal, mantiene un acuerdo con las asociaciones protectoras de animales para que sus voluntarios puedan dejar alimentos en una serie de lugares fijados de antemano.
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