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JOSÉ M. ORTUÑO
Lunes, 21 de octubre 2013, 10:03
El caos se apoderó ayer del campus de Tarongers. Unas 9.000 personas -más de 17.000 en la Comunitat- opositaban para 500 plazas de auxiliar de enfermeria en Valencia. Pero cientos ellas se quedaron sin hacer el examen a causa de que buena parte de la ciudad estaba cortada desde las 8 de la mañana por el medio maratón. El acceso por carretera hacia Tarongers era muy complejo desde buena mañana. Además, las líneas de autobuses y de tranvías tampoco estaban en funcionamiento por carrera, que pasaba por el centro histórico y recorría las avenidas del Puerto y Blasco Ibáñez, para seguir por una parte de los Naranjos hacia la calle de la Reina.
Los más madrugadores sí pudieron opositar, muchos tras dar alguna vuelta de más. Otros tuvieron suerte y, a pesar de llegar a la Universitat, pasadas las 10 -hora del comienzo de la prueba-, sí consiguieron hacer el examen. Sin embargo, otros salieron del edificio cabizbajos e incluso llorando por la desesperación y el desconsuelo.
José Luis Salina, de Xàtiva, fue uno de los perjudicados. Cuando aún no eran las 10.30 horas relataba su mañana. «Muchos no conocemos Valencia, sólo había un parking habilitado y ha sido, en algunos casos, cuestión de suerte porque no había un horario concreto. Cada aula era independiente. Yo, por mi apellido, no he podido entrar, pero en la sala de enfrente, otros que habían llegado a la misma hora sí han podido opositar», lamentó.
Las sindicatos, ante lo sucedido, criticaron la descoordinación entre el ayuntamiento y la conselleria de Sanidad, sobre todo «porque ya habíamos advertido que podía pasar. El 30 de junio fue la oposición de Enfermería, con 16.000 personas y, sin ninguna carrera, ya fue caótica», aseguró a este periódico Dolly Pruñés, de CSI-F. Por tanto, las administraciones «estaban ya avisadas», tanto por su parte como por la de Comisiones Obreras o el Sindicato de Auxiliares Administrativos (SAE).
«He ido pronto. Vivo cerca y a las ocho ya estaba cortada la calle Padre Tomás Montañana. Cuando he pasado por allí ya había vallas de la Policía», añadió Pruñés. Su mayor queja es «la insuficiente coordinación entre la administración autonómica y local». En ese sentido, Miguel Uso, de UGT, añadió que los agentes «no informaron bien» cuando les preguntaron qué itinerario utilizar para llegar a tiempo al examen. «Avisamos de que podía haber problemas. Al final entre el corte de calles y del tranvía, más de 300 personas no han podido opositar».
No se trataba de una prueba más. Los auxiliares de enfermería llevaban mucho tiempo esperando el día de ayer. De hecho, había opositores de varias comunidades. Como destacaron desde CC.OO, «la convocatoria salió en 2007 y hace dos años que la gente había pagado. Nosotros le dijimos a la conselleria que hablara con concejalía para que garantizara el acceso, pero no ha sido así».
Por si todo esto no fuera suficiente, al acceder al campus «la gente estaba muy perdida y les hemos tenido que indicar dónde debía acudir. Había muchos nervios», subrayó Pruñés de CSI-F.
Autoestop a un motorista
Los opositores (en su mayoría mujeres) salían del edificio donde tenían que hacer el examen taciturnos ante una oportunidad perdida. «Al menos que me den los puntos», reclamaba una chica, mientras que desde el SAE le insistían en que acudiera al aula de reclamación junto con el resto.
A pesar del caos, hubo quien tuvo más suerte o que fue más listo. «Mi mujer está haciendo la oposición. Nosotros vivimos cerca, pero nos ha tocado dar varias vueltas. Cuando veía que no llegábamos no me lo he pensado dos veces y me he metido por dirección prohibida», narraba un hombre que prefirió no dar su nombre. Otra chica se vio atrapada en el Puerto sin saber qué hacer. En ese momento pasó un motorista al que no conocía de nada y lo paró. Le explicó su situación y le pidió que la acercara. Al final llegó justo a tiempo para contestar las 50 preguntas que le esperaban.
Mucho más felices fueron los minutos siguientes al desconsuelo, cuando empezaron a salir de las aulas los que lograron realizar el examen tipo test. La mayoría con una sonrisa en la boca.
Marcela reconocía que había sido «muy asequible si estabas preparado», algo que hacía desconfiar a Ruth: «creo que la criba la harán en la segunda fase». Los opositores acudían con pies de plomo, de ahí su sorpresa. En ese sentido, María José tenía la sensación «de que han jugado un poco con nosotros, porque a las ATS se lo pusieron muy difícil». En definitiva, la única queja reiterada fue que 50 minutos «eran pocos para completar el test».
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