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Moncho levanta los brazos tras derrotar a Moltó . :: EL ZURDO
DEPORTES

La última batalla por ser el nuevo rey del raspall

El punter, campeón en 2006, aparece como favorito entre dos pilotaris que nunca se habían enfrentado en el mano a mano Coeter II y Moncho disputan este domingo en Piles la final del Individual Bancaixa de la modalidad

GUILLEM SANCHIS

Martes, 5 de noviembre 2013, 01:58

El Individual Bancaixa de raspall finaliza el domingo en Piles con el choque entre Coeter II y Moncho. La ausencia de Waldo por lesión ha dejado el campeonato totalmente abierto. El vigente subcampeón, el punter de Simat de la Valldigna Coeter II, es quien aparece como favorito en todos los pronósticos. Moncho, de Manuel, quiere decantar sobre las losaslas quinielas a su favor.

Los protagonistas de la partida saben de la marcha de los pronósticos. «Está claro que la gente me ve como favorito, pero hay que jugar, y puedo perder», afirma Coeter II, un punter atípico que ya ganó un Individual en 2006, y que ha jugado tres finales más contra Waldo, la gran figura de la modalidad. «Coeter II juega mucho, pero yo voy a salir a morir, a utilizar mis armas, quince a quince», advierte Moncho.

El número uno indiscutible de los punters, Coeter II, hermano menor de otro campeón individual, Miguel Brines 'Coeter I', sabe del potencial de Moncho: «No tiene un pelotazo violento como sí pueden tenerlo Punxa y Moltó, pero sabe jugar mano a mano. Tiene una gran izquierda y, aunque vaya detrás en el marcador, nunca abandona». El punter de Simat de la Valldinga ensalza también la «movilidad» y la «buena forma» de su contrincante el domingo en Piles.

Semifinales

Moncho, por su lado, destaca la potencia de pegada de Coeter II, tanto en la raspada como en los golpes altos. «Fui a verle a la semifinal, y tiene un golpeo descomunal, muy fuerte, del que sólo puedes defenderte», describe.

Este fin de semana se disputaron las dos semifinales del Individual. Moncho superó a Moltó en Bellreguard por 25-15, en una emocionante partida que contó con ambiente de lujo en las gradas. Coeter II, por su parte, derrotó por el mismo marcador a Punxa en Piles, en una actuación que no acabó de convencer al de Simat.

Coeter II saltó algo agarrotado al trinquete, sin velocidad de piernas ni buena conexión con la vaqueta. Aún así, ganó los dos primeros juegos y encarriló la victoria (15-5). Todo apuntaba a un aeliminatoria relativamente cómoda a favor del finalista del Individual. Entonces llegaron los nervios, la mejora de Punxa, y el gran susto.

Porque el joven resto de Piles empezó a carburar e igualó la partida a 15. Y no sólo eso. En ese juego, levantó el val-15 del que dispuso Coeter II, que tuvo cuatro oportunidades desaprovechadas para cerrar el juego, y no las materializó.

Punxa tampoco hizo efectivas las suyas, porque las tuvo. Y al final pesó más la veteranía del punter de Simat de la Valldigna, que cerró el 20-15 y, en el siguiente parcial, esta vez desde el saque, remató la victoria por 25-15.

«No sé muy bien si fue por mí o por él, pero lo cierto es que él empezó a jugar más, yo veo que tengo cuatro veces val y me los tumba, y me entran las dudas. Después, en el último juego, me siento mucho mejor y acabo, pero fue algo raro», comenta Coeter II.

La estrategia

Para evitar este tipo de sorpresas, Coeter II tiene una estrategia muy clara de cara a la final del domingo. Su condición de punter supone, en parte, una ventaja. Por eso, el de Simat de la Valldigna tratará de llevar a Moncho a su terreno: «Mi saque no es muy bueno. Por eso, cuando esté en el dau, tengo que sacar lo mejor que pueda y ganar metros.

El gran favorito de cara a la final del domingo añade: «Lo bueno que tengo yo es que sé acabar quinces y, en eso, los restos sufren un poco más. Lo mío es acercarme lo máximo posible y rematar». Su misión en el trinquete de Piles será también evitar que el rival le obligue a jugar de rebot, otra faceta en la que, por la naturaleza de su juego, le superan los restos.

Moncho, por su parte, planteará en la final del domingo una partida física, de desgaste: «A mí me sirve de poco acercarme, ganar metros. Tengo que jugarle bien jugado, castigarle la izquierda y no errar porque, a la mínima, se puede encarar arriba o al palquet».

«Si me voy hacia adelante, tiene que ser para acabar el quince con seguridad», se planteaba el jugador, que a sus 26 años alcanza por primera vez el paso previo a la cumbre del mano a mano.

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