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BURGUERA
Sábado, 9 de noviembre 2013, 01:35
El escritor madrileño Eloy Tizón publica en Páginas de Espuma su tercer libro de relatos tras 'Velocidad de los jardines' (1992) y 'Parpadeos' (2006). Además, ha publicado tres novelas, una de ellas finalista del premio Herralde, con 'Técnicas de iluminación', a la hora de seleccionar los cuentos que componen el libro, sigue dos premisas: «por un lado, empujo a los personajes hasta un cierto límite, los sitúo en una encrucijada y muestro lo que hacen, con el fin de que el personaje se muestre como es, se ilumine, se deje ver mejor; por otra parte, todos los cuentos estan montados como si arrancasen en el capítulo 2, con una historia previa que gravita sobre el cuento y determina su desarrollo. Ese espacio, esos secretos que no aclaro, es una invitación para que el lector participe».
«Yo no escribo cuentos con todo claro, sino que busco que el lector lo complete. El libro no pretende contarlo todo, sino dejar un espacio», señala el escritor, quien admite que ser autor de cuentos en el mercado editorial español es algo así como querer vender helados en Groenlandia. «Es que leo escritores de relatos fascinantes, y eso te invita a trabajar en un terreno casi maldito, pero sólo es así en España, porque en Latinoamérica ni se plantea si el cuento es o no es un género».
El autor compara el texto corto y el largo y, para él, sale ganando el más chiquito. «El relato exige más trabajo de concentración que la novela y demanda un lector muy activo, y no ese pasivo que consume la novela como si fueran cucharadas».
Algunas frases sobre el mundo de la pareja se asemejan a sentencias rotundas como un jaque mate. «Las reflexiones que hay en el libro las suscribo pero los personajes las pronuncian con un grado de rotundidad que no es mi caso, yo soy menos drástico, pero sí es cierto que escribir te sitúa entre el sueño y la vigilia y te ofrece una sobreexcitación, no razonas igual».
Algunos fraseos de 'Técnicas de iluminación' pueden recordar a Julio Cortázar, influencia que Tizón no niega porque el escritor argentino «fue importante en mis años de formación, entre los 16 y 20 años. Fue como una revelación, una enseñanza en torno a la libertad en cuanto a las formas y el fondo. Me interesa de Cortázar cómo pone a discutir planos distintos, el de la realidad y el del otro lado del espejo, y en mis cuentos hay algo de eso, cierto realismo y decorado auténtico, con sus trenes, oficinas y aviones, además de esa otra cosa impalpable que tiene que ver con los sueños, las intuiciones y las corazonadas».
Eloy Tizón propone con su libro «un viaje desde el primer cuento al último. Hay una progresión emocional, aunque luego el lector puede hacer lo que quiera, si bien mi intención es que se entienda que lo real tiene más aristas de lo que estamos dispuestos a admitir. A mí me interesa deslizar al lector desde una oficina hacia un bosque o un entorno que no es familiar ni habitual, y durante ese viaje, o después de él, que piense».
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