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«No tengo dónde ir»
Valencia

«No tengo dónde ir»

A. CHECA

Lunes, 2 de diciembre 2013, 09:10

Miguel Ricart habló horas después de abandonar la prisión. Solo, ya en el tren camino de Linares, se sinceró. Conversó tímidamente con los fotógrafos que se habían convertido en su sombra desde la salida de la cárcel. «Sois paisanos», le dijo al reportero gráfico de LAS PROVINCIAS. Y quizá esa cercanía suavizó su cerrazón inicial. Abrió un flanco en su hermetismo. Cierto que estaba algo más relajado. «La expectación me ha sobrepasado al salir», confesó. Era el rostro de la jornada.

Ningún conocido o familiar aguardaba a la espera de su excarcelación. Él preguntó a los reporteros: «¿Cómo está Fernando García?». Se trata del padre de Miriam, una de las menores asesinadas por El Rubio. Es de los pocos que siempre ha dado pábulo a la teoría de la conspiración, que sitúa a Miguel Ricart como cabeza de turco.

Ricart pidió liberarse del seguimiento de la prensa. Y confirmó lo que muchos sospechaban: «No tengo dónde ir». No obstante, el exrecluso admitió que tiene personas a las que acudir en busca de cobijo. «Pero no quiero meterles en ese 'marrón'». Llama la atención que manifestara su sorpresa porque la sección segunda de la Audiencia le concediera la libertad. «No pensaba que me iban a levantar la doctrina Parot. Y no sabía que iba a salir hoy (por ayer) a la calle».

Arrepentimiento por sus crímenes no llegó a mostrar. Las preguntas de los fotógrafos en torno a las muertes eran respondidas con cerrados silencios e incluso se llegó a escuchar alguna sonrisa irónica. Sin embargo, sí sintió vergüenza por su ridícula carrera entre los andenes para intentar esquivar a la prensa que seguía su huida. «Cuando me hayan visto en la tele los colegas del trullo habrán dicho, 'mira Miguel cómo corre». Sobre su fuga entre las vías, el triple asesino se permitió incluso ironizar: «Tantas pesas en la cárcel... Y no me han servido para nada. Estoy ahogado».

Ricart también recordó en sus primeros minutos a su hija, esa a la que dice que tanto quiere. «No he contactado con ella. Pero sé que está bien».

Sus primeros pasos en libertad fueron bien diferentes a su trayecto en tren. Salió con el rostro cubierto, y los bolsillos llenos. Su finiquito en prisión asciende a cerca de 3.000 euros, cantidad con la que ahora deberá costear su nueva vida.

El misterio es dónde, con quién y cómo arrancará esta recién estrenada etapa. Suficientes interrogantes como para mantener en vilo la tensión informativa acerca del asesino de las niñas de Alcàsser. Otro detalle: su rostro se vio por última vez en 1997 cuando abandonó la Audiencia de Valencia camino del 'chabolo'. En 2013, sigue siendo un misterio. Apunta que lleva barba y el pelo largo. Sería fácil que alguien se cruzara con él y no lo reconociera.

Además, existe otro detalle para aventurar hipótesis los próximos días. El Rubio no comunicó en prisión el domicilio en el que residirá. La incertidumbre es el germen que alimenta el atrevimiento en las redes sociales. No sería de extrañar que se sucedieran informaciones acerca del paradero de Ricart en los próximos días. De momento, al cierre de esta edición, estaba en una pedanía de Linares. Nadie le esperaba. Y nadie desea estar junto a él. El autor de uno de los crímenes más macabros de la crónica negra española está libre. Resultaría un ejercicio de osadía no sentir miedo.

Su supervivencia económica está garantizada durante los próximos 18 meses. El Gobierno abona unos 400 euros mensuales a todos los liberados. Es lo que se conoce como subsidio de excarcelación. Se trata de una medida vigente desde el Gobierno socialista de Felipe González.

El Ejecutivo decidió instaurarla como una especie de luz hacia la reinserción. Dejar a un delincuente en la calle y sin un euro supone condenarlo prácticamente a la reincidencia. De hecho, cuando ayer salió de la penitenciaría ya llevaba esta primera prestación. A la cantidad se suman otros 2.300 euros que recibió como paga de los trabajos realizados en prisión. Su primer gasto fue un taxi a la estación de tren. El segundo desembolso lo hizo en un billete de tren, escoltado por agentes de la Guardia Civil.

Ricart dijo en una ocasión que sólo tenía cuatro amigos. Ninguno de ellos acudió ayer a Ciudad Real. La nueva vida de Ricart arrancó ayer. La de Miriam, Toñi y Desirée se cortó en 1992.

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