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D. GUINDO
Viernes, 13 de diciembre 2013, 08:55
La proliferación de establecimientos de venta de cigarrillos electrónicos, que en la Comunitat ha superado el medio millar en menos de un año, va a sufrir un serio revés si, finalmente, el Gobierno central equipara estos dispositivos al tabaco tradicional.
El Ejecutivo, según se desprende de una respuesta parlamentaria ofrecida ayer, muestra su apoyo al acuerdos adoptado por el Parlamento Europeo el pasado 9 de octubre, en el que establece que los cigarrillos electrónicos deben regularse como productos de tabaco.
Entre otros aspectos, por tanto, quedaría prohibida su utilización en espacios cerrados de concurrencia pública, incluso negocios hosteleros, y su venta a menores de edad. Probablemente también sólo establecimientos autorizados podrán comercializarlo.
La Administración central, en la citada contestación, admite que estos dispositivos no cuentan con una regulación sanitaria específica, por lo que, en la actualidad, a su comercialización se le aplican leyes europeas que no guardan relación alguna con la regulación del tabaco propiamente dicho.
Sin embargo, desde el Gobierno reconocen que estos dispositivos son «productos considerados problemáticos al no haber sido evaluados por las autoridades en ningún país», situación que ha llevado a la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco a crear un grupo de trabajo para determinar los componentes añadidos a estos aparatos y la composición de los humos.
Precisamente esta falta de informes concluyentes sobre su afección a la salud y la carencia de regulación específica son los motivos que han empujado a la Conselleria de Sanidad a desaconsejar su utilización, de manera preventiva, en zonas con colectivos sensibles como los niños, los mayores o los enfermos. El martes remitió una circular a hospitales, colegios y residencias de la Comunitat en la que recomienda que el cigarro electrónico no se utilice en estas instalaciones, una instrucción que para algunos de los colectivos, como los centros de Secundaria o las residencias, se había «quedado corta».
Por su parte, algunas de las empresas valencianas que se dedican a su comercialización, así como plataformas de consumidores, vienen reclamando también una regulación específica para el sector desde hace semanas, sobre todo para hacer frente a los productos procedentes de China que se suministran en bazares, mercadillos o a través de vendedores ambulantes, sin ningún tipo de análisis de sus componentes.
Esta necesidad de contar con un marco legar que regule su compra y su uso también ha sido recogido tanto por la formación catalana Convergència i Unió (CiU), como por el PSOE. El Gobierno autonómico catalán ha ido más allá y anunció que adaptará los cigarrillos electrónicos a la Ley Antitabaco, con el fin de que a partir de 2014 «no se puedan fumar en ningún espacio público o privado». En Andalucía también han anunciado que se adoptarán medidas similares. Pese a ello, CiU no está satisfecha y ha pedido a la Administración central que realice las modificaciones legislativas pertinentes para regular la comercialización y consumo de este producto, así como la elaboración, junto con las comunidades autónomas, de campañas divulgativas y educativas sobre su uso y sus posibles consecuencias para la salud. La formación cree que la directiva que prepara la Unión Europea «tardará tiempo en hacerse efectiva, ya que por ahora sólo hay una propuesta de la Comisión que debe pasar por el Consejo y el Parlamento Europeo»; de ahí que solicita el Gobierno que actúe y desarrolle la regulación.
Sustancias cancerígenas
Según explicaron ayer fuentes de la formación, los estudios son «contradictorios e insuficientes» y expertos en salud pública aseguran que estos cigarrillos contienen sustancias como el glicerol o el propilenglicol, que pueden ser cancerígenas.
Además, señalaron que miembros de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica han advertido que estos cigarrillos contienen algunas sustancias idénticas a las que lleva el tabaco convencional y, en consecuencia, pueden causar cambios en los pulmones a corto plazo muy parecidos a los que se producen al fumar tabaco normal.
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