Borrar
Urgente El Consell alcanza un acuerdo con los sindicatos para completar la subida salarial de todos los trabajadores de las ITV
Dos mujeres dan su último adios al cardenal en la capilla ardiente instalada en el Palacio Episcopal de Tortosa. :: EFE/JAUME SELLART
Valencia

El cardenal Ricard Maria Carles descansará en la Basílica

Los restos del purpurado serán trasladados mañana a Valencia tras la misa exequial en la Catedral de Barcelona

ISABEL DOMINGO

Miércoles, 18 de diciembre 2013, 14:08

A los pies de la Mare de Déu, de la que era gran devoto y a la que confió su ministerio episcopal. Así lo dispuso en varias ocasiones el cardenal Ricard Maria Carles (Valencia, 1926) y así se cumplirá mañana, cuando sus restos mortales recibirán sepultura en la Basílica de la Virgen de los Desamparados tras su fallecimiento ayer en Tortosa.

El arzobispo emérito de Barcelona, de 87 años, estaba ingresado desde el pasado noviembre en el Hospital Verge de la Cinta de Tortosa, ciudad en la que residía, tras sufrir un ictus. Aunque en los primeros días de su hospitalización se mantuvo consciente, según los partes médicos, no pudo superar la enfermedad debido a su avanzada edad y a una lesión intracraneal que le causaron los síntomas neurológicos.

A partir de ese momento, y hasta su entierro en la Basílica (su tumba quedará situada en la nave central), tres ciudades van a ser testigos de su despedida: Tortosa, Barcelona y Valencia. La primera acogió ayer la primera capilla ardiente en el Palacio Episcopal, donde los restos mortales fueron recibidos por el actual obispo, el valenciano Enrique Benavent, que definió al cardenal como «gran sacerdote de profunda fe» y que recordó que era una persona «muy conocida y muy querida» en la diócesis.

Porque monseñor Carles llegó a Tortosa en 1969 tras ser consagrado como obispo, un periodo que coincidió con la presidencia de la subcomisión para la familia y la comisión para los seminarios y universidades de la Conferencia Episcopal Española. En el máximo órgano de la Iglesia en España, el purpurado fue también vicepresidente entre los años 1999 y 2005, además de desarrollar un intenso trabajo.

En Tortosa puso en práctica el Concilio Vaticano II y destacó por su carácter bondadoso, lo que le llevó a propiciar organismos de participación de sacerdotes y laicos para lograr el buen funcionamiento de la diócesis. Allí empezó a tomar contacto con la realidad eclesial de Cataluña y también pudo practicar una de sus aficiones (y pasiones): la montaña. De hecho, como recordó ayer monseñor Benavent, en el parque natural del Ports hay un refugio con su nombre situado en el Monte Caro.

De Tortosa, donde permaneció 21 años, el purpurado valenciano pasó a Barcelona. Era el 23 de marzo de 1990 cuando fue designado prelado de la ciudad condal por el papa Juan Pablo II en sustitución del cardenal Narcís Jubany. Permaneció en el cargo hasta el año 2004, cuando el Pontífice aceptó su renuncia, aunque monseñor Carles la había presentado tres años antes, en 2001, al cumplir los 75 años de acuerdo con lo previsto en el derecho canónico.

Al frente del Arzobispado de Barcelona promovió el compromiso de los católicos con los problemas de la sociedad y las acciones solidarias con las personas sin recursos, especialmente a través de Cáritas. Este aspecto fue resaltado por el alcalde de Barcelona, Xavier Trías, en la carta de pésame remitida al cardenal arzobispo de la ciudad, Lluís Martínez Sistach. También fue el impulsor de la división de la diócesis de Barcelona en otras tres demarcaciones, aunque fue su sustituto quien lo hizo efectivo.

Cardenal entre vuelos

En Barcelona le llegó el nombramiento como cardenal. Era 1994 y cuenta el valenciano Martín Quirós, gran amigo de Carles y compañero de pupitre en las escuelas San José, que Juan Pablo II se lo planteó en los pasillos del aeropuerto de El Prat. No fue la única responsabilidad que le encomendó el Santo Padre, pues también fue miembro de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede, lo que le situó en el ojo del huracán por la polémica sobre las cuentas vaticanas.

Durante su etapa al frente del arzobispado barcelonés, impulsó el Instituto de Teología Pastoral, la Facultad de Teología de Cataluña y la Universidad Ramón Llull. Aunque el acto que más relevancia le dio fue el oficio de la boda de la Infanta Cristina con Iñaki Urdangarin en 1997.

La Catedral de Barcelona será hoy también escenario de la despedida a su cardenal arzobispo emérito, pues acogerá una capilla ardiente que estará abierta hasta mañana jueves a las 11.00 horas. En ese momento se iniciará la misa exequial que oficiará monseñor Martínez Sistach y a la que, por ahora, ha confirmado su asistencia el cardenal valenciano monseñor Antonio Cañizares.

Entre Valencia y Tavernes

Al finalizar, sus restos mortales serán trasladados hasta Valencia, cuya Seo celebrará otra misa exequial a las 17 horas. Posteriormente, se le dará sepultura en la Basílica, cerca del altar y al lado de la hasta ahora única tumba existente: la del cardenal Benlloch. Fue el propio Carles quien costeó las obras para el sepulcro en el que reposará dada la devoción que sentía por la Virgen.

Aunque gran parte de su labor evangelizadora se desarrolló en tierras catalanas, Ricard Maria Carles dio sus primeros pasos en Valencia. Fue bautizado en la parroquia de Santa María del Mar del Grao, estudió en las teresianas y luego en San José, de los jesuitas, donde coincidió en la misma promoción con Martín Quirós, Joaquín Prat o Jiménez de la Iglesia.

Juntos compartieron partidos de fútbol (una de sus aficiones, «siempre iba con botas de fútbol») o canciones en el coro pues «fue un gran solista», recuerda Martín Quirós. De ahí surgió una gran amistad que ha hecho que monseñor Carles haya sido un asiduo a tierras valencianas. Se le ha visto, por ejemplo, en actos en el Colegio del Patriarca, donde fue colegiado por oposición, y en la Missa d'Infants.

En 1951, con la festividad de San Pedro y San Pablo, fue ordenado sacerdote. Obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca y su primer destino fue la parroquia San Pedro Apóstol de Tavernes de la Valldigna, localidad de la que es hijo adoptivo y que mantiene sus banderas a media asta en señal de duelo.

«Llegó muy joven y eso hizo que trabajara mucho con la juventud», detalla el párroco José Vicente Calza. Las dos iglesias de Tavernes preparan funerales por Carles; una de ellas estará presidida por el obispo de Ibiza, el valenciano Vicente Juan, quien fue monaguillo con el cardenal. Estuvo hasta 1967, cuando le trasladaron a la iglesia de San Fernando de Valencia.

Fue fundador del Centro Excursionista de Tavernes, además de impulsar la peregrinación al monte de las Cruces. El Montgó o el Aneto fueron otras montañas que conocieron las reflexiones y las huellas del cardenal Carles, que también tuvo ocasión de participar en el cónclave que eligió a Joseph Ratzinger como Papa.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias El cardenal Ricard Maria Carles descansará en la Basílica

El cardenal Ricard Maria Carles descansará en la Basílica