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DANIEL GUINDO
Lunes, 10 de febrero 2014, 15:10
Su nombre científico es epidalea calamita, pero popularmente se le conoce como sapo corredor, una especie de anfibio que abandonó hace años los alrededores de Valencia ahuyentado por los pesticidas y que, ahora, los vecinos de Benimaclet quieren recuperar en sus huertos urbanos.
La segunda fase de este proyecto ciudadano pretende no sólo ampliar el número de parcelas donde cultivar, sino crear también una pequeña charca, acondicionada con vegetación acuática, y en la que puedan encontrar acomodo ejemplares del citado sapo, que contribuirá con la iniciativa «ayudándonos con el control de plagas», explicaba ayer a LAS PROVINCIAS Pere Guillem, impulsor de la idea y miembro del comité gestor del proyecto.
En poco más de un año, los residentes han conseguido convertir los solares ubicados entre el final de la avenida Valladolid y la Ronda Norte, que estaban repletos de maleza, basura y escombros, en un espacio de convivencia vecinal en el que el cultivo de tomates, carlotas o rábanos es la actividad predominante y donde, a partir de ahora, los participantes pretenden crear un nuevo hogar para estos anfibios y otras especies de insecto como, por ejemplo, libélulas.
La iniciativa arrancó su andadura hace unos dos años. Este espacio iba a protagonizar la expansión urbanística del barrio, con nuevos edificios y dotaciones como zonas verdes, pero el estallido de la burbuja inmobiliaria, como en tantos otros puntos, frenó en seco los nuevos desarrollos y la maleza, los escombros y la basura empezaron a hacer acto de presencia en estos amplios solares.
Arturo Sanz, uno de los impulsores del proyecto y miembro de la Asociación de Vecinos de Benimaclet, recordaba que la ocupación de estos espacios y la creación de huertos urbanos, al principio, no fue fácil. «Existe la figura de la cesión anticipada de terrenos para uso dotacional, lo planteamos al Ayuntamiento y nos apoyó, ya que no iba a suponer ningún tipo de inversión municipal». De esta forma, se pusieron en contacto con la entidad financiera propietaria del suelo «y al principio se negaron, incluso mandaron vigilantes para evitar que entráramos, pero tras manifestaciones de los vecinos al final cedieron los terrenos al ayuntamiento, y la corporación municipal a los residentes», comentó. A partir de ese momento, los vecinos se pusieron manos a la obra y en poco más de un año cuentan con 60 parcelas donde los participantes, unas 200 familias y grupos de amigos, cultivan todo tipo de hortalizas. «Al principio iban a ser 40 o 45 parcelas, pero las peticiones se desbordaron y lo aumentamos a 60. De hecho, la segunda fase la hemos completado con la lista de espera que teníamos», señalaba Arturo.
En esta segunda fase, fruto de momento de un acuerdo verbal con la citada entidad financiera y la empresa promotora, se ha cedido a los vecinos unos 2.000 metros cuadrados más, que albergarán 40 nuevas parcelas y la futura charca. Los residentes comenzaron ayer a acondicionar el espacio, después de que esta semana las máquinas hayan estado desescombrando el solar y retirando la maleza y la basura que acumulaba.
Un sueño hecho realidad
Los vecinos trabajaban duro y, a media mañana, ya habían construido el muro de piedra para delimitar una de las zonas. Progresivamente, irán creando los pequeños huertos, generando su propio compost para abonarlos y disfrutando de un espacio común donde intercambiar impresiones. «Nos gustaría que el futuro parque pueda incluir los huertos», destacó Arturo.
Tras el almuerzo, el presidente de la asociación vecinal, Antonio Pérez, quiso resaltar la importancia de la iniciativa. «Hoy es un día muy bonito y esta tierra es toda nuestra. Lo más importante es que con el trabajo de mucha gente se ha hecho un sueño posible, y ahora, paso a paso, vamos a hacerlo otra vez».
En esta línea, Arturo resaltaba que «la gente nueva ha venido con mucha fuerza» y quiso subrayar también que, además de las horas de dedicación, estos huertos también han requerido una inversión económica de unos 200 euros por parte de cada participante, dinero destinado a las tareas previas de adecuación de los espacios y el vallado, principalmente. «Y nos sale barato porque la mayoría lo hacemos nosotros mismos», añadió.
Los participantes, a partir de ahora, se centrarán en vallas la nueva parcela cedida, y en ubicar un nuevo acceso desde la Ronda Norte. Tras ello, comenzarán ya a arreglar la tierra y a construir las nuevas acequias que regarán cada una de las futuras parcelas.
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