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JOAQUÍN ANDREU
Lunes, 3 de marzo 2014, 02:03
Para poder realizar de los trámites que los ciudadanos tienen que llevar a cabo en el Registro Civil de Orihuela hacen falta dos cosas, suerte y paciencia. La primera para poder hacerse con uno de los escasos 25 números que se reparten a diario entre los usuarios y que dan acceso al servicio en el que se encuentra registrada toda la actividad civil de miles de ciudadanos de la Vega Baja. La segunda es útil para aguantar a la intemperie que abran las instalaciones del Palacio de Justicia y poder entrar a realizar los trámites, antes, claro está, de haber soportado colas desde antes de que salga el sol.
La crítica al funcionamiento del servicio es habitual entre los representantes de los funcionarios judiciales y el pasado miércoles se unió a ella el Pleno. Los trabajadores son conscientes del colapso de un servicio que realizó el año pasado tres mil trámites de toda índole, entre inscripciones de nacimientos, defunciones o divorcios como los más usuales, además de tener que hacer cargo del papeleo de muchos extranjeros que tienen que regularizar su situación en España. El problema, como resalta María del Pino, del Sindicato de Trabajadores de la Administración de Justicia (Staj), es que es una cuestión generalizada entre todos los registros civiles de la Comunitat Valenciana, circunstancia que achaca a la falta de personal para encargarse de los miles de expedientes que tienen que elaborar cada año, que «viene provocado además por los recortes que se han llevado a cabo entre el funcionariado».
La sindicalista destaca que es la propia Administración «la que no tiene ningún interés en poner medidas para paliar la escasez de recursos» y denuncia la infradotación del personal adscrito a ellos, con especial relevancia al de Orihuela cabeza de un partido judicial que tiene a miles de ciudadanos entre sus archivos. Pino además destaca que la falta de medios técnicos es otro de los inconvenientes con los que se topan los registros «con sistemas informáticos obsoletos y ordenadores rotos o que se cuelgan a poco que se les satura de trabajo», una circunstancia que dice dista mucho de poder sacar e volumen de trabajo que tienen.
De la misma manera desde el Staj entienden que «al Ministerio de Justicia no le interesa poner soluciones a estos hechos y mientras son los ciudadanos los que pagan toda la cadena de fallos, además de los propios funcionarios».
Porque esa es otra cuestión que resalta, ya que dice que no son pocos los usuarios que al final pagan con exabruptos las largas colas de espera cuando al final consiguen hacer sus trámites, «y al funcionario de turno solo le queda aguantar el chaparrón».
La carencia de medios es uno de los pilares esenciales de los que adolece el Registro Civil de Orihuela y hasta hace pocos días eran dos los funcionarios que se ocupan de todas las tareas internas, porque han vuelto a recuperar el tercero que había, una vez solventado el concurso de traslados por el que las personas que ocupaban este destino cambiaron de aires, aunque solo uno tiene la experiencia suficiente como para solventar el trabajo, indican fuentes judiciales, quienes aseguran que por esta cuestión cesaron de tramitar hasta hace unas semanas los expedientes de nacionalidades, uno de los cometidos más farragosos y que siempre se hace con la zozobra del administrado de que le puedan caducar los permisos de residencia, ante lo cual les dan prioridad.
Desde los juzgados oriolanos se añora que hubiera más plantilla, acaso los cinco más que dice el Staj que hacen falta, aunque llegó a contar con otro que los primeros recortes del año 2009 llevó a la amortización de este puesto de trabajo.
Pino destaca que ese aumento del número es una de las recomendaciones que hizo el Consejo General del Poder Judicial, pero recuerda que éste órgano de gobierno de los jueces solo tiene carácter consultivo «y no vinculante, con lo cual el Ministerio de Justicia hace caso omiso a las recomendaciones de aumento de personal» y provoca que, destaca su representante, muchos de los funcionarios se tengan que incorporar a su puesto de trabajo horas antes de su entrada «o echar muchas tardes para sacar el papeleo».
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