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VICENTE LLADRÓ
Lunes, 7 de abril 2014, 03:42
Cansados de pasar cada año penalidades para vender adecuadamente sus cítricos por los medios tradicionales, padre e hijo decidieron 'echarse al monte', como quien dice. Los dos se llaman igual: Claudio Navarro Zanón, y son de Godelleta, donde cultivan directamente una gran explotación familiar en diversas parcelas y con un amplio abanico varietal que abarca casi toda la temporada naranjera.
«Un día le dije a mi hijo: cogemos el coche y nos vamos por ahí, a recorrer España, y a ver qué pasa», cuenta Claudio, el padre. Y así lo hicieron. Sin rumbo fijo o predeterminado, «porque no sabíamos por dónde empezar, sólo teníamos la determinación de salir a defender mejor nuestras naranjas y mandarinas, a buscar clientes que quisieran buena fruta y pagaran algo mejor».
Empezaron tan a la aventura «que cuando salimos a la carretera no sabíamos si tirar por la izquierda o por la derecha». Visitaron mercados y a fruteros en Madrid, estuvieron varios días haciendo lo mismo por la cornisa cantábrica, luego en Cataluña; lo intentaron incluso con una compañía petrolera, para vender en sus estaciones de servicio, pero casi nada les terminaba de convencer, demasiados factores en contra... Si tenían que complicarse la vida debería valer la pena, no cambiar algo para quedar igual.
Dándole vueltas en casa salió a relucir la opción de vender por internet, que está en boca de muchos y cada vez hay más iniciativas de este tipo, pero enseguida lo dejaron de lado, al menos en la fórmula más conocida de vender caja a caja a particulares, porque al final se encarece mucho el transporte y tampoco es solución para grandes cantidades. Ellos tienen cerca de un millón de kilos. Precisaban algo de más envergadura.
Fue la mujer de Claudio-hijo, que trabaja en logística, quien apuntó otra salida que estaba viendo en su quehacer del día a día, porque atendía encargos de agricultores que ya vendían por palets enteros a clientes profesionales, tanto nacionales como de otros países, y conectaban con los compradores a través de la página www.naranjasyfrutas.com.
Así fue como entraron en contacto con Juan José Bas, responsable de dicho sitio web, quien fue facilitándoles los pasos, como viene haciendo en tantos casos similares. Bas, valenciano y naranjero también, creó precisamente esta página consciente del problema comercial a determinados niveles y para facilitar que los productores puedan ofrecer lo que tienen y que los compradores interesados puedan cerrar tratos.
Por este medio, quienes buscan algo que no encuentran en cauces habituales, pueden conocer a quienes están justo en el lado contrario: tienen fruta buena pero no hallan el camino adecuado para sacarla a precios que no sean de saldo.
La familia Navarro Zanón empezó a exportar por su cuenta a principios de la actual temporada. Al poco tiempo de colgar en internet la gama de variedades y cantidades que tenían, comenzaron a llegar las primeras demandas para que les enviaran palets de prueba. «Lo normal al principio -explica Bas- es que te pidan que envíes un palet, que son alrededor de 900 kilos en cajas de 10 o 15 kilos normalizados, es decir, envasados por calibres más o menos uniformes. También te piden precio, y luego, cuando les llega la mercancía, acaban de perfilar la cotización y te dicen qué quieren más de esa o aquella variedad».
Nuestros personajes de Godelleta vieron muy pronto que la cosa se afianzaba. Ya tienen registrada su marca propia: Frutas Navarro, cuentan con una pequeña instalación envasadora en un almacén del pueblo y están buscando nuevo local, más amplio, porque trabajan regularmente con más de 15 clientes de Francia, Alemania e Inglaterra. Y ahora van a empezar con otro radicado en Italia, porque allí ya han acabado con su producción (mientras hay naranjas del país, Italia siempre prefiere las suyas, luego decide comprarlas a España).
Uno de los clientes que les compra con regularidad es un asentador del mercado londinense de New Spitalfields que es proveedor oficial de frutas del palacio de Buckingham, por lo que los Navarro tienen el orgullo de saber que «nuestras naranjas y mandarinas llegan hasta la mesa de la reina Isabel de Inglaterra».
El cambio ha sido tan positivo que los Navarro llegan a ayudar en ocasiones a familiares y amigos para vender por los mismos cauces parte de su producción. De esta manera redondean su labor, dan continuidad de suministro a los clientes que se han afianzado y consolidan un núcleo mínimamente fuerte de oferta. Lo normal es que les pidan unos pocos palets, casi nunca un viaje entero, pero eso no es problema, han aprendido enseguida a realizar bien el trabajo, y todos los días hay servicios rápidos de transporte que recogen lo que sea y lo llevan a destino. Las naranjas que esta mañana estaban en los árboles, mañana están vendiéndose en París o Colonia, y eso es una ventaja difícil de batir con estructuras más grande. Y eso precisamente es lo que buscan hoy fruteros profesionales.
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