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Monseñor Carlos Osoro, ayer en el Palacio Arzobispal durante su despedida de los fieles valencianos. :: txema rodríguez
Cañizares, cardenal de Valencia

Cañizares, cardenal de Valencia

El purpurado regresa a su tierra con amplio bagaje intelectual y dilatada labor de gobierno en la Iglesia

LAURA GARCÉS

Viernes, 29 de agosto 2014, 00:52

Ya no hay secreto. Ayer a la hora del Ángelus se confirmó lo que era un clamor: el cardenal valenciano Antonio Cañizares ha sido designado arzobispo de Valencia. Sucederá a monseñor Carlos Osoro, que se sitúa al frente de la diócesis de Madrid. Habrá que esperar unos días, tal vez semanas, para que tomen posesión en sus nuevos destinos.

El nombramiento pontificio de uno y otro se leyó ayer en un acto celebrado en el vestíbulo del Palacio Arzobispal de Valencia en presencia de numerosos fieles que aplaudieron las dos designaciones remitidas desde Roma. La Iglesia valenciana estrena una nueva etapa marcada por la despedida de quien ha sido su pastor durante los últimos cinco años y por la espera para tomar el báculo que queda vacante del único purpurado valenciano del colegio cardenalicio.

Con la marcha de Osoro Valencia despide a un arzobispo que ha renovado la Iglesia valenciana hasta el punto de que no son pocos quienes le han comparado con el Papa cuando apuntan que ha desarrollado su labor al frente de la diócesis de Valencia al estilo Francisco. Y en esa sintonía con el pontífice explican quienes conocen bien los pasillos eclesiásticos la clave de su nombramiento al frente de la Iglesia de Madrid sólo unos meses después de alcanzar la vicepresidencia de la Conferencia Episcopal Española (CEE).

Se marcha el arzobispo que desde abril de 2009 ha residido en la sede episcopal de la calle Palau y llega un cardenal para sustituirle. El valenciano monseñor Antonio Cañizares vuelve a su casa. Él mismo lo dijo ayer en la carta que remitió a su nueva diócesis cuando al referirse a Valencia exclamó: «¡Es mi tierra!» al tiempo que consideraba el nombramiento que le devuelve a la Comunitat como un «gran regalo».

Llega desde Roma y con él Valencia se convierte de nuevo en sede cardenalicia. El último purpurado que ocupó la sede fue monseñor Agustín García-Gasco, quien recibió el capelo cardenalicio de manos de Benedicto XVI cuando ya era arzobispo de Valencia. Cañizares, que en los últimos años ha ocupado el puesto de prefecto para el Culto Divino y la Disciplina de los Santos, aterrizará en la diócesis de la que salió cuando sólo era un sacerdote, acompañado de «un amplio bagaje intelectual». También una dilatada experiencia en labores de gobierno de la Iglesia acompañan su recorrido. Fue vicepresidente de la CEE. ha pasado por distintas diócesis -Ávila, Granada, Murcia y Toledo- además de haber realizado una intensa labor en Roma, últimamente junto al papa Francisco y con anterioridad con Benedicto XVI.

La experiencia que acompaña al hoy arzobispo electo es en opinión de fuentes eclesiásticas una circunstancia que conduce a que «el nombre de Valencia incremente su valor». Algunos abundan en esta circunstancia y van incluso más lejos. Consideran que con Cañizares en el Arzobispado de Valencia, la diócesis gana relevancia en «el mapa católico».

El próximo arzobispo llegará a Valencia pronto y a juzgar por la carta a sus fieles lo hace con la intención de ser «obispo de todos». En el escrito reitera su satisfacción por volver a «mi queridísima diócesis de Valencia a la que he querido, quiero y querré con toda mi alma». Las palabras son muy descriptivas del sentimiento que acompaña al purpurado. Pero todavía es posible concretar más.

De hecho, fuentes consultadas por LAS PROVINCIAS señalan que el cardenal «está feliz» por su designación. En no pocas ocasiones se ha hablado de que Cañizares estaba interesado por volver a España. La razón se encuentra en que «le atrae más la labor de diócesis que la de la Curia. Él se fue a Roma por obediencia a Benedicto XVI, pero no es nada curial».

Habrá que esperar para confirmar el camino que emprende el próximo arzobispo. Pero ya hay opiniones que señalan que en gran medida seguirá el camino iniciado por Osoro. No obstante, en su escrito Cañizares señala que no lleva en la cartera «ningún proyecto preconcebido y prefabricado; sólo estar atento a Dios y sus signos y cumplir lo que Él diga». Señala una predilección: «La de los pobres, los que sufren, los que se encuentran solos».

La confirmación del nombre de quien va a tomar las riendas de la segunda diócesis de España la ofreció el vicario general Vicente Fontestad en el Palacio Arzobispal. Leyó el escrito remitido desde la nunciatura en el que se daba cuenta de la aceptación de la renuncia -por edad- de monseñor Rouco Varela al frente de la diócesis de Madrid, la designación de Osoro para ese destino y la de Cañizares para regresar a su tierra.

Aplausos

El contenido del documento pontificio se hizo público tras el rezo del Ángelus por parte del ya arzobispo electo de Madrid, monseñor Osoro. Acompañaron al prelado numerosos sacerdotes y fieles que aplaudieron con efusión su llegada al vestíbulo. A la oración siguió el agradecimiento del vicepresidente de la CEE y hasta ahora arzobispo de Valencia a los distintos movimientos eclesiásticos y a los laicos.

Dijo que siempre llevará a Valencia «en el corazón» y recordó lo bien que le hacía sentir que por la calle al saludarle le llamaran «bonico». En distintas ocasiones sus palabras fueron interrumpidas por aplausos, que cobraron fuerza al dirigirse a los jóvenes.

Confesó que el Carlos Osoro que llegó a la Comunitat no es el mismo que ahora se va y tuvo palabras de afecto para sus nuevos fieles. Agradeció al Papa que se «fíe» de él y que le haga un «regalo» como la Archidiócesis de Madrid: «Él sabe bien como soy, de estar con la gente y hablar con todos porque soy de todos, estoy convencido de que mi vida es para todos, no para un grupo determinado, ni siquiera sólo para los creyentes, con pasión y con la sencillez de una persona que sabe que tiene muchos límites, pero que está dispuesta a salir sin miedo para servir». Con esta afirmación descubrió su disposición a trasladar a la capital de España el estilo pastoral que ha desplegado a lo largo de su estancia en Valencia.

A Madrid viajará como «un obispo más» y ligero de equipaje. «Me voy de Valencia con las sotanas que tengo, con la ropa que tengo, con muchos libros porque los necesito para seguir trabajando, estudiando y anunciando el Evangelio, y con muy poquitos euros en la cuenta donde ponen los 1.010 euros que cobro cada mes». Osoro deja en Valencia el equipo de colaboradores que le han acompañado durante su estancia en Valencia. En Madrid diseñará un nuevo equipo.

De hecho, no pedirá a nadie de su actual equipo que le acompañe: «Yo siempre he ido yo, con lo que soy y lo que tengo y he buscado a la gente en el lugar que el Señor me da». Se mostró partidario de que la «gente vaya con lo que es, no vaya con corte, y eso es lo que voy a hacer».

La intervención de Osoro se cerró con la llamada a monseñor Cañizares, con quien no pudo contactar. Le dejó grabado un mensaje en el que le decía que en la Comunitat hay «mucha gente que te quiere y te espera».

La llegada a Valencia del cardenal Antonio Cañizares supone la entrada en la diócesis del cuadragésimo quinto en la serie de arzobispos que ha tenido la diócesis de Valencia desde que fue elevada a sede metropolitana en 1492 por el papa Inocencio VIII. Además, es el sexagésimo desde la Reconquista de Valencia por el rey Jaime I en 1238, según el Arzobispado.

Monseñor Cañizares nació en la localidad valenciana de Utiel el 15 de octubre de 1945. Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario diocesano de Valencia y en la Universidad Pontificia de Salamanca, en la que obtuvo el doctorado en Teología, con especialidad en Catequética. Fue ordenado sacerdote el 21 de junio de 1970.

Los primeros años de su ministerio sacerdotal los desarrolló en Valencia. Con posterioridad se trasladó a Madrid donde se dedicó especialmente a la docencia. Después inició su recorrido al frente de distintas diócesis hasta llegar a Roma desde donde ahora regresa a su tierra.

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