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J. A. MARRAHÍ
Sábado, 4 de octubre 2014, 00:30
En los 25 años que lleva como abogado, el experto penalista valenciano Jorge Eugenio Vaya jamás había tenido que defender a un cura. El letrado del turno de oficio fue una de las personas que escuchó la versión de José Vicente O. P., el expárroco de Beniparrell y Albal detenido el lunes por intentar asaltar con puntales un bar de Valencia junto a otros dos compinches. Se encontró con un sacerdote «más nervioso que arrepentido» que no parecía dispuesto a admitir los hechos. «Sólo probábamos las herramientas, pero no pensábamos robar en el bar. Íbamos a volvernos», vino a argumentar el religioso.
Tras su detención, el propio cura afirmó en dependencias policiales que, pese a estar apartado de la vida eclesial, recibía un sueldo de unos 600 euros por su condición de sacerdote. Fuentes del Arzobispado no pudieron aclarar ayer si está previsto retirarle o no está remuneración.
La primera entrevista con el letrado fue el martes en el edificio policial de Zapadores. Allí fue trasladado José Vicente tras sorprenderlo la policía junto a dos hombres que forzaban la persiana metálica del Bar Gaudi, en la calle Pintor Stolz. Vaya se encontró con un detenido que no abría la boca. Hasta ahí nada que no hubiera vivido antes.
Lo que le dejó de piedra fue lo que vino después. «Soy sacerdote, pero no tengo asignada ninguna parroquia», expresó el religioso. La Policía Nacional contactó con el Arzobispado para certificar la afirmación. En ese primer encuentro, letrado y defendido no ahondaron en detalles sobre lo ocurrido. José Vicente se limitó a afirmar que percibía un sueldo de 600 euros por su condición de sacerdote, lo que le daba derecho a asistencia jurídica gratuita.
Fue a la mañana siguiente, antes de ser puesto a disposición judicial, cuando José Vicente expusó el extraño argumento de la prueba de las herramientas. Como ya disponía del atestado policial, el abogado le abrió los ojos e hizo ver al expárroco que el juez no iba a creer esa versión. Y menos aún con la existencia de un testigo que vio a los tres arrestados junto al bar. «Mi deber es siempre actuar en interés del defendido y las pruebas no eran precisamente favorables», explica Vaya.
La Fiscalía ofreció una importante rebaja penal de un tercio en caso de que José Vicente confesara. Fue así como el sacerdote optó por aceptar su participación. Lo mismo hicieron los otros dos arrestados. Hubo conformidad y el expárroco acabó por canjear los dos meses de cárcel de su condena por trabajos en beneficio de la comunidad.
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