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CARLOS GARSÁN
Lunes, 12 de enero 2015, 23:58
valencia. La Ceramo no es una fábrica cualquiera. Símbolo inequívoco del patrimonio industrial valenciano, su uso sigue en el aire, tres meses después de que el consistorio la expropiara por 2,39 millones de euros. Con su rehabilitación todavía pendiente, el director del Museo Nacional de Cerámica 'González Martí', Jaume Coll, ha dado un paso al frente postulándose como candidato a la gestión del espacio.
La idea no parece descabellada. Tras haberlo propuesto hace años al Ministerio de Cultura, es ahora cuando parece «lógico retomar el asunto», teniendo presente el «repunte económico», explica Jaume Coll. «Tenemos parte del equipamiento, se volvería a colocar en su ambiente original creando una visita única. Que el museo gestione el espacio es muy lógico, podría permitir abrir acciones en el ámbito de la formación y recuperar una industria que, milagrosamente, mantiene su planta original».
Precisamente es el aspecto práctico aquel que buscan potenciar, reubicando los talleres y demás actividades en un espacio que fue concebido para la creación. Pero no solo se trataría de trasladar, también de sumar. A lo ya existente, propone añadir 'workshops' con creadores contemporáneos y unas visitas basadas en el contacto directo con el material. «Valencia, como ciudad, debe reivindicar la importancia de su cerámica». No en vano, en los hornos de La Ceramo, fundada en 1855 por José Ros Furió, se cocieron piezas que hoy decoran algunos de los inmuebles más emblemáticos de la capital del Turia, entre ellos, la Estación del Norte, el Mercado de Colón o el Mercado Central. Casi 160 años después, el espacio, de estilo neomudéjar, se ha convertido en un reclamo por si mismo.
Jaume Coll habla de un proyecto «factible» y apunta a la existencia de un precedente muy cercano: el palacio del Marqués de Dos Aguas, que en los años 50 fue adquirido por el Ministerio de Cultura y hoy es la sede del Museo Nacional de Cerámica. La cesión en la gestión y uso también daría respuesta a la histórica demanda de la asociación de vecinos del barrio de Benicalap-Entre Caminos. El mismo presidente, José Bellver, ha mantenido varias reuniones con representantes de la Universitat Politènica de València, la Universitat de València y el Museo Nacional de Cerámica para dar salida a una Ceramo que lleva décadas en ruinas. «Queremos que sea museo y, también, un taller vivo. Se debe mantener la tradición, no nos gustaría que se acabara usando para otras historias», asevera Bellver.
El estado de la factoría ha sido objeto de numerosas críticas. Fue el pasado mes de julio cuando parte de la cubierta se desplomó, obligando a poner en marcha reparaciones de urgencia. Por el momento, sin embargo, el consistorio no ha planteado ningún proyecto de rehabilitación completa. La Ceramo sigue cerrada a cal y canto.
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