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A. QUEVEDO
Miércoles, 18 de febrero 2015, 23:54
Invierno duro fue el que se vivió en 2005. Cinco episodios en los que nevó a nivel del mar fue lo que produjo una anomalía en la línea profunda del Golfo de Valencia, a una profundidad de unos 1.500 metros cuando la media es de 2.500 en el Mediterráneo. Este hecho hizo que aumentase la salinidad del agua y su temperatura. Esta razón es la que lleva al Instituto Español Oceanográfico (IEO) a recuperar la línea de fondeo ya que «es la evidencia más clara del cambio climático», señala José Luis López Jurado, oceonógrafo-físico del IEO.
Desde el pasado 14 de febrero, el buque 'Francisco de Paula Navarro' está recorriendo el litoral Mediterráneo. Ya han estado en Dènia pero debido al mal tiempo, la próxima semana estarán de nuevo allí «para sacar el fondeo», especifica López Jurado. Analizan tanto la temperatura como la salinidad, el ph, el oxígeno disuelto y la fluorescencia del agua de mar, así como el agua a diferentes profundidades. Estos científicos son los encargados de asesorar a las administraciones sobre los efectos del cambio climático.
Otra de las consecuencias del aumento de la temperatura del mar y de la salinidad es la aparición de tornados, que cada vez «son más frecuentes en el Mediterráneo», asegura el oceanógrafo, así como «el cambio de especies frías por las que reúnen características más cálidas», explica.
El proyecto de monitorización medioambiental, activo desde 2007, durará unos 17 días. Los investigadores del Centro Oceanográfico están recorriendo las estaciones fijas ubicadas por todo el Mediterráneo. Ayer estaban en Ibiza y su próximo destino será Gran Canarias, regresando a Ibiza y, de nuevo, otra vez a Dénia, a mediados de la próxima semana. Los tres científicos que van a borde del buque, al que se suma un alumno de Naútica, llevan a cabo un muestreo sistemático de las «diferentes variables físico-químicas», señalan desde el Instituto. Las muestras se toman a distinta profundidad, llegando en algunos casos a superar los 2.300 metros. En el caso de la estación fija de Dénia, se encuentra a 900 metros.
Con todos los datos obtenidos se estudiará «a largo plazo», especifican, la evolución temporal, tanto de la temperatura como de la salinidad, para analizar todos los cambios que ocurren en el Mediterráneo. Una vez acaban las expediciones, introducen en bancos de datos toda la información obtenida para «generar series temporales y establecer climatologías oceánicas, así como para estudiar anomalías y su relación con el calentamiento global».
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